Publicado: junio 21, 2025, 6:00 am
El mundo se paralizó el viernes 13 de junio. Durante la madrugada, Israel lanzó una serie de ataques contra un centenar de objetivos en Irán, en respuesta a los avances en el programa nuclear de la república islámica. Teherán contraatacó y a partir de ese día el miedo a una guerra total entre dos de los ejércitos más poderosos de Oriente Medio se apoderó de la población. «Esperemos que no llegue un momento en que esto no tenga vuelta atrás, en el que tengamos la amenaza real de que está viniendo un misil nuclear, que es el pánico que tenemos todos», sostiene en conversación telefónica con 20minutos Enrique R., un argentino que lleva 23 años viviendo en Israel.
Para este trabajador social que ayuda tanto a israelíes como a palestinos y que reside en Modín —una ciudad a medio camino entre Tel Aviv y Jerusalén— la «pesadilla» comenzó el 7 de octubre de 2023, cuando algunos de sus amigos fueron asesinados o secuestrados por Hamás. Pero el 13 de junio pasó a otro nivel. «A las tres de la mañana sonó una alarma extraña y nueva, y pensamos que venía el fin del mundo«, afirma este argentino de 44 años que también recuerda que, así como ellos sufren los ataques de los ayantolás, en Irán padecen los del Ejército israelí. «En la guerra nunca hay un solo culpable», sentencia.
Al cumplirse una semana desde el inicio de la escalada, Enrique destaca que ya no tienen una rutina. «Hemos vuelto a los días del coronavirus, en los que nos tenemos que quedar en casa», afirma el argentino, que resalta la incertidumbre en la que viven diariamente. «Irán manda cada vez un misil más avanzado y, aunque confío en la fuerza de Israel para defenderse, el desgaste cada día es peor. Todos los días te levantas pensando cuándo terminará«, continúa Enrique y agrega que, a pesar de sentir miedo, quiere quedarse en Israel para seguir ayudando a la gente.
A diez minutos al sur de Tel Aviv se encuentra Samuel Benhamu, un andaluz que reside desde hace doce años en Israel junto a su familia. Para él, la única opción que tenía el país era atacar primero ya que no podía permitir que Irán continuara avanzando con su programa nuclear. «Si no lo hacíamos nosotros, no lo iba a hacer nadie. Israel está haciendo un favor al mundo«, considera este español residente en Rejovot que vivió en primera persona los bombardeos. «Hace dos días [el martes 17] nos fuimos al búnker que está en casa de mi madre y estando ahí cayó un cohete«, indica Samuel, que trabaja como encargado de un supermercado. Las ventanas de la vivienda sufrieron los efectos del ataque, pero nadie resultó herido.
Al igual que la vida del resto de personas, la de Samuel se vio trastocada tras el inicio de los ataques. «Apenas dormimos por las noches porque cada tres o cuatro horas llega un SMS para que corramos al refugio, al que vamos con las niñas en brazos«, explica este andaluz que tiene tres hijas de cuatro, ocho y 16 años. De hecho, asegura que ellas ya tiene un trauma. «Las niñas ya no salen a la calle y cuando me suena un mensaje de WhatsApp en el móvil la pequeña me dice: ¡Ya hay bombas!«, continúa Samuel, que no se plantea volver a España, aunque sí consideraría enviar a su mujer y a sus hijas de vuelta. «Hay que estar para lo bueno y lo malo».
Dos trabajadores de la Embajada, víctimas de ataques
Entre los españoles que han sido víctimas de esta escalada bélica que mantiene en vilo al mundo hay dos trabajadores de la Embajada de Tel Aviv, cuyas viviendas sufrieron daños. Así lo confirmó a 20minutos el Ministerio de Exteriores, que condenó «tajantemente» los ataques. «Tan pronto tuvo conocimiento, el ministro José Manuel Albares habló con la embajadora para interesarse por lo sucedido y trasladarle a las personas afectadas todo el apoyo del Gobierno de España«, indicaron.
Claudio Faerverguer, un argentino que reside desde hace cuatro años en el país, también ha vivido en primera persona los efectos de la guerra. Antes de hablar con este medio el jueves por la tarde, un misil cayó en la misma calle donde vive su sobrina en Ramat Gan. Afortunadamente, ni ella ni su marido resultaron heridos, pero su vivienda quedó destrozada. «Cuando vi la casa, sentí miedo», confiesa este hombre de 59 años y agrega que ese sentimiento se ha convertido en una constante desde el inicio de la escalada. «Cuando escuchas las explosiones arriba de tu cabeza, la sensación es que el misil está explotando ahí, aunque en realidad lo esté haciendo a kilómetros de distancia», manifiesta.
«Todos sabíamos que el tema de Irán en algún momento iba a estallar, porque Israel no puede permitir que Irán llegue a completar su plan nuclear«, defiende Claudio, que trabaja en Olei, una organización que ayuda a los migrantes hispanoamericanos que se mudan al país. Al ser preguntado por si alguna vez ha pensado en devolverse a Argentina, Claudio reconoce que lo consideró tras los atentados del 7-O y que hoy lo descarta. «Se me cruzó por la cabeza, pero tengo a mi hijo en el Ejército y si él está aquí, yo también«.
Las bombas también caen sobre Irán
Al igual que Israel, Irán vive bajo las bombas. Pero también bajo las medidas represivas de las autoridades. De hecho, la Embajada española en Teherán advirtió que se prohibió hacer fotos o vídeos en lugares públicos, especialmente en las zonas atacadas. Por su parte, la ONG Iran Human Rights afirmó que 223 personas han sido detenidas desde el inicio de la escalada por colaborar con Israel y que tanto el Parlamento como las instituciones judiciales han exigido que se endurezcan las sentencias y los castigos para ellos. Hasta ahora, 224 personas han muerto en Irán y 24 en Israel como consecuencia del fuego cruzado.
Ante la situación que viven los españoles en ambos países —en Israel hay más de 10.000 y en Irán unos 250— el Gobierno de España ha activado un plan de evacuación para los ciudadanos que deseen volver. Tal y como avanzó este periódico, el Estado ya envió un avión militar a Jordania para repatriar a 200 turistas españoles que se encontraban en Israel. También ha evacuado a más de 40 personas de Irán después de haberlas trasladado a Armenia. Entre ellos se encuentra la leyenda del balonmano y seleccionador de Irán, Rafa Guijosa, que permanecía atrapado en el país desde el inicio de la escalada.