Publicado: enero 16, 2025, 1:33 pm
El alto el fuego alcanzado entre Israel y Hamás, que entra en vigor este domingo, abre la puerta a la esperanza para reconstruir la Franja de Gaza y podría ser el primer paso para una paz duradera en Oriente Medio. Sin embargo, todavía son muchos los escollos que pueden convertir este acuerdo en papel mojado porque la línea que separa la paz de la guerra es extremadamente fina en la región más convulsa del planeta.
«De entrada es un acuerdo muy positivo porque son seis semanas de tranquilidad para la Franja de Gaza, que van a permitir la llegada de ayuda humanitaria, de alimentos y de medicinas muy necesarias para una población que se está muriendo a diario después de una de las campañas militares más destructivas de la historia moderna», afirma José Vericat, investigador principal del Real Instituto Elcano para Oriente Medio, quien recalca que «hasta ahora Netanyahu no quería ceder absolutamente en nada, ni cesar en los ataques ni permitir la entrada de camiones con ayuda humanitaria ni liberar a ningún prisionero palestino», aspectos que ahora sí recoge este acuerdo de alto el fuego.
Dividido en tres fases de 42 días, la primera incluye la liberación de 33 rehenes israelís a cambio de unos 1.200 presos palestinos, y una retirada parcial de las tropas israelís, que en teoría solo podrán ocupar una franja de tierra de 700 metros dentro del enclave palestino.
«La durabilidad del acuerdo y el cumplimiento de las cláusulas es dudoso. El aspecto más crítico va a ser la retirada de las tropas israelís, sobre todo en dos puntos: el corredor Netzarim, un pasillo muy amplio justo al sur de la ciudad de Gaza, que Israel tomó y controla desde el inicio de la guerra; y el corredor Filadelfia, en la frontera con Egipto y que incluye el paso fronterizo de Rafah», señala Vericat.
La segunda fase de la tregua, la más crítica
Sonia Sánchez, profesora de Relaciones Internacionales y experta en Oriente Medio de la Universidad Francisco de Vitoria, ve aún más crítica la segunda fase del acuerdo de paz, porque contempla la retirada total del ejército israelí: «Se empezará a negociar en la segunda semana de la primera fase y ahí va a estar el principal escollo porque implica la retirada total de Israel cuando el entorno más cercano a Netanyahu ya está dejando entrever que eso no va a ocurrir hasta que se produzca la derrota militar de Hamás. Es un as que se guarda en la manga el gobierno de Netanyahu para romper la tregua en cualquier momento».
De hecho, el ministro de Finanzas de Israel, el ultraderechista Bezalel Smotrich, amenazó este jueves a Netanyahu con romper su gobierno de coalición si no se compromete a reanudar la guerra en Gaza «inmediatamente después» del fin de la primera fase del acuerdo de alto el fuego.
«El acuerdo de paz hay que recibirlo con cautela porque Israel tiene ahora mismo una posición de fuerza en la negociación. Con el debilitamiento de Irán, y con la neutralización de Hezbolá y Hamás, todo va a depender un poco de la voluntad política de Israel», añade Sánchez.
También ve complicado el repliegue isarelí José Miguel Calvillo, doctor en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid: «Lo veo poco factible porque Israel en ningún momento va a permitir que Hamás vuelva a fortalecerse y, si no tiene presencia militar en Gaza, es muy posible que Hamás renazca de sus cenizas. Y más teniendo en cuenta que el acuerdo de paz contempla la excarcelación de muchos presos palestinos que, seguramente, algunos de ellos querrán fortalecer de nuevo su estructura».
«Uno de los argumentos en contra de la tregua que se escuchan dentro del gobierno de Netanyahu es precisamente que el alto el fuego solo va a ser un balón de oxígeno para Hamás porque Israel aún no ha cumplido su objetivo número 1, que era erradicar por completo a la organización. Los críticos esgrimen que solo va a servir para que vuelva a tener una fuerte presencia entre la sociedad palestina», añade.
«El rol de Trump ha sido muy importante»
Sonia Sánchez subraya que «la capacidad de Donald Trump para imponer condiciones a la administración de Netanyahu va a ser fundamental» para que Israel cumpla con las cláusulas establecidas en el alto el fuego. El presidente electo de EEUU ya ha jugado un papel protagonista en este acuerdo de paz, antes incluso de ingresar este lunes formalmente en la Casa Blanca. «Trump advirtió con un ‘gran infierno’ en Gaza si los rehenes no estaban en sus casas antes de su toma de posesión y no hay duda de que este acuerdo ha sido fruto de la intervención de su enviado especial, el magnate inmobiliario Steve Witkoff», apunta Vericat.
«El rol de Trump ha sido muy importante porque su nueva administración no quiere desestabilizar más la región. Su intención es centrarse en otras prioridades en política internacional y, además, quiere dar un nuevo impulso a los Acuerdos de Abraham (normalización de relaciones entre Israel y los países árabes) y para ello necesitaba la pacificación del conflicto en Gaza», coincide Calvillo.
«El conflicto seguirá estando latente»
Pero el escenario de una Gaza en paz a medio y largo plazo se presume todavía complicado, según Vericat: «Israel no tiene ninguna intención de permitir a los palestinos que vuelvan a gobernar la Franja de Gaza porque eso va totalmente en contra de los objetivos marcados por Netanyahu y por los que se ha jugado investigaciones en la Corte Penal Internacional y en el Tribunal Internacional de Justicia por crímenes contra la humanidad». Además, señala que «el acuerdo de paz ni siquiera hace referencia a dos aspectos fundamentales, como son la reconstrucción de la Franja y su gobernanza».
«Sinceramente, creo que la tregua no va a poner punto final al conflicto porque estamos hablando de un conflicto de larga duración. Seguramente la tregua permitirá que baje de intensidad, pero seguirá estando latente. Creo que la situación va a regresar al 6 de octubre de 2023, al día previo a los atentados de Hamás, es decir, a una normalidad entre comillas en el día a día de los gazatíes, aunque dentro de la profunda crisis humanitaria que existe actualmente», apunta Calvillo.
