Publicado: marzo 11, 2025, 10:21 am
Se conoce como el «conjunto de los procedimientos que regulan las relaciones entre los Estados». Así reza, al menos, la definición de diplomacia en el diccionario de la Real Academia, pero leída desde lo que acontece en nuestros días parecería abocada a una urgente revisión. Al vergonzante espectáculo de la humillación del presidente de un país en guerra televisada en directo desde el Despacho Oval, le sucede esta semana una pretendida reunión ‘negociadora’ en Arabia Saudí entre delegaciones de Estados Unidos y Ucrania para hablar de la paz.
Entre uno y otra la Casa Blanca amenazó cerrando el grifo de la ayuda militar al país invadido y Zelenski no tuvo más opción que aceptar el trágala de un acuerdo económico para ceder a Washington la mitad de sus explotaciones minerales más valiosas: el puro chantaje suplantando sin disimulo alguno a los ardides diplomáticos. De seguir así, las escuelas de embajadores deberán incluir en sus estudios el clásico manual del matón de barrio.
Visto la que se nos puede venir encima, la asignatura que ya se ha colado de urgencia en el temario de nuestros políticos es el rearme, otra nada sutil disciplina en las relaciones internacionales y que pasa también examen en nuestro país este jueves con la cita del presidente Sánchez a los grupos políticos para hablar y negociar sobre gasto militar y participación española en la defensa europea. Pocos apuestan por un aprobado colectivo.
La diplomacia es igualmente el arte de la negociación, pero la destreza en la materia cotiza a la baja tanto en el escenario exterior como en nuestra política doméstica. No se atisba, por tanto, en el horizonte posibilidad de acuerdo de Defensa entre Gobierno y oposición, pese a los negros y bélicos nubarrones que se aproximan. Es más, la discusión parlamentaria está siendo aceleradamente suplantada por la descalificación y la mofa en redes sociales, como constata incluso el PP con su reciente vídeo que muta al presidente y a otros políticos de su entorno en irrisorios personajes televisivos gracias a la inteligencia artificial.
El insulto y la amenaza, la mentira y el cinismo, y, finalmente, la agresividad y la violencia. Este es el camino de la nueva política que irradia el país más poderoso del mundo y al que, hasta ahora, considerábamos socio y aliado. Mientras presenciamos cómo impone su paz en Ucrania, desde la UE podemos asistir al funeral de la diplomacia o intentar cambiar y rearmar sus reglas para defenderla. Habrá que ver si nuestros políticos están a la altura.