El verano se precipita el viernes a la noche en la única sala del teatro Broadway. Un calor sofocante cubre el auditorio donde se congregan cientos de militantes libertarios. Apenas minutos después de las nueve, Santiago Caputo, el consejero de Milei, se escurre cabizbajo entre la muchedumbre por un pasillo lateral. Bajo una luz tenue, acelera el paso para llegar a la butaca que le reservaron en un sitio privilegiado, a metros del escenario. Lo custodian Macarena Alifraco, su sombra en la Casa Rosada, y el diputado bonaerense Agustín Romo, otro de sus satélites en el corazón del poder. Cerca de ellos se sienta el funcionario Juan Pablo Carreira, conocido en las redes sociales como “Juan Doe”, uno de los titiriteros de la poderosa máquina de comunicación digital del Gobierno.
En las primeras filas también se asoman otros tuiteros e influencers violetas que ocupan cargos o tienen acceso directo a los despachos oficiales, como Lucas “Sagaz” Luna y Tomás Jurado, alias “El Peluca Milei”. Mucho más discreto, el tiktoker presidencial Iñaki Gutiérrez se trepa a una de las bandejas del fondo junto a su novia, Eugenia Rolón. Brillan por su ausencia los ministros y funcionarios de alto rango ligados a Karina Milei. Una señal de las divisiones internas en la cima del poder.
En la víspera de la presentación, quien canaliza la atención es Flavio Arenales, el albañil y plomero que se convirtió en un “rockstar” en la galaxia libertaria por su cartel de cartón “Fuerza del Cielo, Virrey del Pino”. Flavio, que ingresó detrás de Caputo, se lleva la primera gran ovación de la noche. Alza la pancarta que se hizo viral durante la última campaña y, por un instante, su grito de guerra se cuela entre tanto bullicio. “Viva la libertad, carajo”, dice. “¡Viva!”, le responden, con fervor, desde las plateas.
La atmósfera de algarabía se altera de inmediato cuando se apagan los focos. Daniel Parisini, conocido como “Gordo Dan”, el hombre orquesta de la ceremonia, enciende la chispa cuando aparece en la pantalla después de un video que caricaturiza una cadena nacional de Alberto Fernández, para pedirle al público que ponga los celulares en silencio. Con la mítica Avenida Corrientes de fondo, Parisini irrumpe en el ingreso al teatro escoltado por un séquito de encargados de seguridad que le abren puertas a lo largo del recorrido. Vestido con una remera oscura, estampada con un dibujo de Robocop, y un jean ancho, “Dan” ocupa el primer plano de la escena. Su presencia suscita pasiones. En los parlantes resuena a todo volumen el himno para glorificar a Milei que crearon en el streaming del “Gordo Dan”. Y el público desahoga ira a través de un cántico, una suerte de oración universal para los oyentes libertarios. “Hubieras ganado las elecciones. Abrazo. Es exactamente lo que voté”, rugen a coro. De repente, Parisini hace una pausa en la trayectoria. Durante una de las estrofas, levanta el brazo derecho y lo baja con vehemencia, como si portara un martillo imaginario: “Me chupa la pija la opinión de los kukas”, exclama a su micrófono. Los devotos imitan el gesto desde sus butacas y se echan a reír. “Oh, Oh, Oh”, cantan y patalean. Es el rito inicial de La Misa.
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El programa, que se emite desde el 11 de julio por el canal de streaming Carajo, se convirtió en un factor decisivo de la construcción de poder de Milei. En poco tiempo se transformó en un símbolo de la “batalla cultural” que lleva adelante la Casa Rosada para amplificar la difusión de las ideas del Presidente, fogonear el fanatismo e imponer la narrativa oficial en las discusiones del núcleo duro de Milei en las redes sociales. Es el universo donde los likes se cuentan como votos.
El pico de popularidad y audiencia de La Misa se produjo el miércoles pasado con la visita de Milei a los estudios de Carajo en la calle Cabrera, en pleno barrio porteño de Palermo. La transmisión de esa noche, que se extendió durante unas tres horas, tuvo unas 50 mil personas en vivo; más de 500 mil vistas en on demand y más de 55 mil interacciones. Hace unas semanas por allí también había desfilado Santiago Abascal, líder de Vox, partido de extrema derecha en España.
Con el estilo agresivo y provocador de Milei, el ciclo que protagoniza Parisini, un médico pediatra y genetista que ahora mutó en la piel de empresario y líder de opinión de la feligresía de La Libertad Avanza (LLA), apuesta a inflamar las pasiones y el enojo con la política tradicional. También se ocupa de castigar a los “enemigos” del modelo del Gobierno. Antes que nada, Parisini y sus monaguillos ponen énfasis en enaltecer la figura de Milei e imprimirle mística a su estilo de liderazgo.
En el Broadway, los fieles de “Dan” sienten como si estuvieran en un salón de videojuegos. Hay simpatizantes que visten gorras con la consigna “Make Argentina Great Again”. Otros se enfundaron en trajes negros, con camisa blanca y una corbata roja, para emular a Donald Trump. Hay fanáticos que enarbolan la bandera amarilla de Gadsden, emblema asociado a la revolución estadounidense, junto al lema “Don’t tread on me”. Varios jóvenes se amuchan en las escaleras del pullman del primer piso para tener mejor visibilidad. El lugar, con capacidad para 1600 asistentes, está colmado.
Pasaron pocos minutos de las 22 del viernes cuando Parisini decide poner toda la carne en el asador. Interactúa con el público y transmite el audio de un oyente. La voz que se escucha es la de Romo, jefe del bloque de LLA en Buenos Aires y entusiasta promotor del “Gordo Dan”. De hecho, actuó hace años como el nexo de Parisini con Caputo en las oficinas de Bull Market, la empresa de Ramiro Marra, quien fue el gran scouting de influencers libertarios antes de que fuera desterrado por Karina Milei.
“Ah, y el que se mueve es gay”, remata Romo. Apenas termina la frase, las cámaras enfocan al público con un paneo. Todos sobreactúan una postura rígida. No vuela una mosca en el ambiente. Parisini y sus secuaces monitorean desde el escenario las expresiones. Ante el mínimo suspiro de un joven, el “Gordo Dan” echa una mirada enfática y se exaspera. Señala con el dedo índice a ese plateista: “¡Se movió! ¡Puto, puto, puto!”, grita. Y los fans aplauden a rabiar.
Enseguida, aparece en la pantalla un video que se burla del periodista Ernesto Tenembaum. Desde su silla, “Dan” azuza con gestos la ola de abucheos. Luego es el turno de Luis Novaresio, de quien se mofan por su orientación sexual en un informe satírico que protagoniza Francisco Pirovano, apodado “Piro”. En distintos tramos hacen comentarios racistas y homofóbicos. “¿Vieron que me quieren meter preso?”, lanza Parisini, con una sonrisa socarrona, en alusión a una demanda de FOPEA por hostigamiento digital a periodistas. Sus esbirros festejan la humorada mientras él ojea la pantalla del celular.
El negocio detrás del fenómeno
Conquistar votantes libertarios en las redes no solo es un instrumento para hacer política, sino un gran negocio para el “Gordo Dan” y sus socios en Carajo: el empresario Augusto Marini, el mayor accionista e inversor, y el consultor Sebastián Tabakman. Ante la consulta de LA NACION, los dueños de Carajo sostuvieron que se sustentan con las ganancias de los más de 207 mil suscriptores que ostentan en YouTube -monetizan esos ingresos en dólares- y los aportes de auspiciantes publicitarios. Niegan tajantemente que reciban fondos provenientes del Gobierno. “No hay ningún intercambio económico con el Ejecutivo; el medio demostró que es más que sostenible. Y vamos a ampliar la programación en 2025. Es un modelo rentable”, insiste Marini, de 29 años.
No obstante, el proyecto avanza rodeado de enigmas por la cercanía entre “Dan” y Caputo, el poderoso asesor que mueve los hilos de la gestión de Milei. Por caso, hay empleados -aseguran que ya son más de 30 entre los “directos e indirectos”- que consiguieron contratos transitorios con el Estado, como Iván Gómez, editor en Carajo y coordinador de gestión de comunicación digital en el área de Manuel Adorni, vocero presidencial.
Tabakman fue quien unió los caminos de “Dan” y Marini, titular del holding de inversión CaleGroup, con presencia en la industria ferroviaria -adquirió en 2023 la filial local de la compañía rusa THM, ahora Motora Argentina SA-, el sector energético, de infraestructura y en el área de salud. “Aceleramos las inversiones porque lo que sucede en la Argentina es bueno. Con cepo o sin cepo [cambiario], vamos a apostar por el país en este momento”, asegura Marini, quien procura mantener cierta equidistancia con el Gobierno. Es sabido que también invierte en el canal Blender, que apunta al nicho kirchnerista o progresista del universo digital.
Rodeado por animadores y comunicadores militantes que defienden a ultranza el proyecto libertario, el “Gordo Dan” hace un culto a la personalidad de Milei y contribuye a la estrategia de propaganda del oficialismo. En La Misa no hay margen para los cuestionamientos al “Javo”, como llaman al primer mandatario.
Con la misma impronta presidencial, humillan a opositores y hostigan sin tapujos a los periodistas críticos que son apuntados por el jefe de Estado o la cúpula gubernamental. Recrean una charla entre amigos en un asado y apelan al humor para conquistar a la militancia digital. “Es lo más puro de los libertarios. Queremos crear sentido de pertenencia y que haya una simbiosis con las bases. Por eso hay un ida y vuelta permanente con el chat en vivo con los espectadores. Nadie nos va a moderar; al contrario”, se envalentona uno de los protagonistas de La Misa.
¿Manipulan la realidad y hacen recortes para exacerbar éxitos o justificar traspiés y derrotas de Milei? “Nadie nos baja línea; compartimos la ideología”, sostienen. No obstante, quienes pasaron por el canal deslizan que el contenido siempre debe estar en sintonía con el relato que emerge desde el primer piso de la Casa Rosada. No por nada Parisini ha visitado a Caputo, su gran patrocinador, en Balcarce 50. Y hasta suele recetar remedios a funcionarios, según fuentes del espacio. Es que los autores de La Misa están al servicio de la gestión de Milei.
Trastienda del “show”
En La Misa del viernes todo puede pasar en cualquier momento. Cuando irrumpe “Marilú”, la cronista callejera de Carajo, una banda sube al escenario para tocar en vivo. Entre tanto, la joven recorre las tribunas para entrevistar a los asistentes. Es parte de un nuevo sketch. “Marilú” encara a joven con pelo largo, que luce desaliñado y viste una camiseta de fútbol. A su lado, aparece una mujer disfrazada con una remera de La Cámpora. “Soy peronista de Perón. Vine a ver qué están haciendo con la nuestra”, exclama. La notera les habla a los conductores de La Misa: “¡Se infectó de kukas! No sé qué acaba de pasar”. De inmediato, el especialista en seguridad Daniel Adler, disfrazado de barrendero, se baja del escenario y saca del lugar a los jóvenes imitadores. En otro pasaje “Marilú” actúa como si estuviera poseída o exorcizada por los “kukas” o “peronistas”. Estira el brazo y les hace la “V” de la victoria, un ícono justicialista. Para ahuyentarla apelan a canciones religiosas, como “Alma Misionera”. El “Gordo Dan” canta con entusiasmo.
Cuando “Marilú” se da vuelta, se topa con un imitador de Emiliano Yacobitti, vicerrector de la UBA y aliado de Martín Lousteau. “Vine a chusmear qué están haciendo con la guita de las universidades”, comenta el actor que personifica a Yacobitti. Ese es el pie del guión para que salga a escena el “profe” Álvarez, funcionario de Milei. Lo veneran por haber “domado” a Yacobitti en un debate de octubre en el canal TN sobre los recortes al presupuesto universitario tras el veto presidencial. Álvarez saluda a su esposa. “Dios, patria y familia”, dice ella cuando Marilú le pide que describa a “La Misa” en tres palabras. El auditorio estalla. Poco después, Caputo ríe como un niño después de que termina un falso comercial de una bebida alcohólica de la marca “lágrimas de zurdo”.
La historia del “ritual”
El “Gordo Dan” ideó el nombre La Misa para bautizar su foro de Twitter (ahora X) hace más de tres años. Lo pensó para contrarrestar las críticas de los seguidores de Cambiemos -los denomina de forma despectiva “Mabeles”- al “mesianismo” que había en torno a la figura de Milei cuando irrumpió en política. Para Parisini, Milei es el “hombre gris”, protagonista de las profecías de Benjamín Solari Parravicini, desde que lo vio en Animales Sueltos en 2017. En 2021 usaba el término “oremos” para interactuar con los feligreses de Milei en los spaces. Después, optó por denominarlo La Misa. Al poco tiempo, sería convocado por el ahora funcionario Ezequiel Acuña (@elpasanteok), co-fundador de La Derecha Diario junto con “Doe”, para mudar al ciclo a Madero Radio, que pertenecía a Fernando Cerimedo, el consultor que manejaba los trolls de Milei.
Con tono transgresor y mordaz, “Gordo Dan” y sus acólitos siguen la hoja de ruta trazada por Caputo, el alter ego de Milei en la gestión. El contenido del programa, que se emite de lunes a viernes de 21 a 23 a través de la plataforma Carajo, no requiere de una planificación meticulosa. Como una especie de “6,7,8″ de la era libertaria, repasan los temas de actualidad en un panel de debate.
El “Gordo Dan”, un tuitero que tiene línea directa con Caputo, modera la discusión. Oficia como el sacerdote y usa el discurso como arma política. Los “gordos de mierda” se vanaglorian de tener una “ira espartana” contra el periodismo y quieren ver de rodillas al “kukismo”, como llaman a los seguidores del kirchnerismo.
En la mesa de “Dan” se sientan “Tonio”, un productor de Carajo que se ganó un lugar en el ciclo y se ocupa de preparar los temas de actualidad. No obstante, el contenido suele estar guiado por la línea editorial de La Derecha Diario. En el altar nunca faltan el “gordo Pablo”, un amigo de Parisini que aporta los toques de humor con impronta mileísta; el “gordo Matrix”, un animador del show libertario; “Piro”, otro conductor en Carajo; el periodista y youtuber Mariano Pérez, fundador de Breaking Point; y Nicolás Promanzio, encargado de los informes vinculados al área de Defensa, entre otros. Todos ellos cobran un sueldo por sus tareas, según indicaron desde la empresa. Desde Carajo evitaron precisar las cifras de los contratos.
Alejandro Álvarez, subsecretario de Políticas Universitarias de Milei, a quien los libertarios le dicen “El Profe”, concurre con frecuencia al programa para hablar sobre historia y relatar “grandes verdades de la humanidad”.
De las redes al territorio
La Misa actúa como una usina de acción política. Sus autores buscan fidelizar la identidad del modelo de Milei, según relatan fuentes de LLA. Intentan imprimirle mística al Gobierno. De hecho, Parisini, quien coquetea con la chance de ser candidato a diputado en 2025, es uno de los líderes de la flamante agrupación Las Fuerzas del Cielo que se presentó en un controvertido acto en San Miguel como el “brazo armado” o la “guardia pretoriana” de Milei, por su manejo de las tecnologías y las redes.
Al igual que Romo, Nahuel Sotelo, secretario de Culto, Álvarez o Sagaz, director titular en la empresa estatal Intercargo, quienes se convirtieron en puntos de referencia de la militancia digital, el “Gordo Dan” se jacta de contener al núcleo duro de los votantes de Milei en las redes. Apelan a una nueva forma de hacer política.
No es casual que Parisini y los dueños de Carajo hayan decidido trasladar el formato de La Misa al territorio. Se plantan como la contracara de Sebastián Pareja y Martín o Eduardo “Lule” Menem, los armadores partidarios predilectos de Karina Milei, quienes apelan a una receta tradicional de construcción política. Está claro que “Dan” y sus fieles apuestan a disputar lugares de poder, con el aura protectora de Caputo. Eso sí: se cuidan de no sobreactuar ambición. El único momento incómodo que atravesó Parisini en su show del viernes fue cuando la feligresía se subió al juego del rapero de derecha Chili Parker de promoverlo como futuro presidente. “No, no”, repetía Dan desde un rincón.
Así como alquilaron el teatro Broadway para realizar dos funciones y lograr una conexión directa con la militancia digital –los tickets costaban entre 20 mil y 30 mil pesos-, ahora planean llevar el espectáculo al interior del país para capitalizar el fenómeno libertario y apuntalar la campaña electoral del Gobierno en 2025. Los protagonistas se ufanan de transmitir el mensaje del gobierno de una forma genuina y con los códigos del universo libertario. “La Misa nos permite hacer una bajada de línea, explicar una medida de Milei o el rumbo de la gestión”, relata uno de los referentes libertarios de Milei que trabaja codo a codo con Caputo.
En el culmen del show en el Teatro Broadway, “Dan” le habla a su tropa para darles la bendición final. Ensaya un discurso con tono de arenga. Eran las 23:33 y ya se había dado el gusto de cantar Nessun Dorma. “Nunca vamos a bajar los brazos, no importa el costo. Vamos a luchar, después de tantos años de bancarnos la tiranía kuka. Yo sé que están acá porque acompañan al Gobierno, hijos de puta”, enfatiza. Caputo esboza una sonrisa y se levanta de su asiento para aplaudirlo.