Publicado: junio 1, 2025, 6:04 am
El 7 de septiembre se dará una batalla inédita en la provincia de Buenos Aires, que representa el 38% del total del padrón del país. Por primera vez en los últimos veinte años, los comicios bonaerenses se separarán de los nacionales. Esa anomalía en el sistema político proyecta un escenario incierto para los grandes partidos que se jugarán su poder e intentarán fortalecerse territorialmente rumbo a las legislativas de octubre.
Qué se vota
Cuando los bonaerenses concurran a las urnas dentro de unos tres meses, se dará una situación atípica en los 135 municipios de Buenos Aires: ese domingo solo se elegirán legisladores provinciales, concejales municipales y consejeros escolares. Será una rareza para los habitantes de la provincia, porque esta vez la boleta papel que se encontrarán en el cuarto oscuro no tendrá una categoría nacional -ya sea presidente o diputado- que fomente el efecto arrastre ni un tramo a nivel provincial -a gobernador bonaerense- que actúe como ordenador de la competencia.
Este esquema sin precedentes derriba las certezas y abre todas las posibilidades para los espacios que medirán fuerzas en el gran bastión del peronismo. Por ejemplo, podría darse la rareza de que Javier Milei, Cristina Kirchner o Axel Kicillof tengan motivos para celebrar una vez que termine el escrutinio. Es decir, un escenario de múltiples festejos, sin grandes vencedores o vencidos.
El veredicto de las urnas no solo pondrá a prueba el liderazgo de Kicillof y determinará qué cuota de poder tendrá en la Legislatura en la segunda mitad de su mandato, sino que podría reconfigurar el mapa de fuerzas en Buenos Aires y aumentar la fragmentación política.
El control del conurbano
La lectura de los comicios se jugará en la primera y tercera sección electoral, donde votan casi diez millones de argentinos. Es la cancha donde el peronismo siempre juega de local y donde se define casi todo en una compulsa nacional: el conurbano bonaerense. Allí, tanto Milei como el PJ pondrán en sus carteleras a figuras competitivas o de renombre. La maniobra responde a una lógica: es probable que en esos circuitos electorales tengan mayor incidencia el sello y el nivel de conocimiento del candidato. O que esos terruños sean más permeables a la nacionalización de una campaña.
Por eso, no es fortuito que Cristina Kirchner, cuyo liderazgo se va consumiendo, como ocurre con Mauricio Macri, contemple postularse a diputada provincial en la división territorial que agrupa a La Matanza, Lomas de Zamora, Quilmes, Avellaneda, Florencio Varela o Almirante Brown. En esa geografía donde coexisten casi cinco millones de electores se ubica la base social del peronismo. Por lo tanto, la expresidenta, cuya corona está siendo amenazada por Kicillof, podría salir revitalizada si logra una buena performance -más de 40 puntos- en ese campo de batalla, donde se elegirán 18 diputados provinciales. Para tomar dimensión: ni los mandatarios Martín Llaryora (Córdoba), Maximiliano Pullaro (Santa Fe) o Jorge Macri (CABA) testean su legitimidad en sus distritos ante cinco millones de personas habilitadas para sufragar.
En el juego de poder que se da en el conurbano, los libertarios encuentran un horizonte más redituable en la primera sección electoral. Allí concentran sus esfuerzos para ofrendarle una victoria a Milei.
Esa fracción de Buenos Aires suele operar como una suerte de termómetro para medir qué grado de apoyo real tiene un sello partidario o una figura nacional en el distrito más populoso del país. Es que, a diferencia de la tercera sección, una geografía dominada por el peronismo, la primera tiene una composición demográfica híbrida. Mientras que los municipios situados en la zona norte -Vicente López, San Isidro, Tigre, San Fernando- tienden a acompañar la oferta de centro derecha o derecha-, los distritos del corredor oeste son controlados por el justicialismo -Merlo, Moreno o Ituzaingó-. En el centro se ubican los “swing states” del conurbano, como San Martín, Tres de Febrero, San Miguel o Malvinas Argentinas, cuyos votantes suelen fluctuar entre el respaldo a la propuesta peronista o antiperonista.
En la primera sección se pondrán en juego ocho escaños de senadores provinciales. Allí, Milei contará con el aporte de Diego Valenzuela (Tres de Febrero), quien se animó a sacar los platos de Pro para afiliarse a LLA. Valenzuela es socio político de Patricia Bullrich, otra conversa al mileísmo, en la galaxia libertaria.
Asimismo, será determinante el papel que asuma Soledad Martínez (Vicente López), alter ego de Jorge Macri, a quien Milei le declaró la guerra tras la contienda porteña. ¿Habrá tabula rasa para Martínez o los libertarios buscarán erosionar su poder a expensas de sus necesidades electorales? Por su parte, Ramón Lanús (San Isidro) ya ofrece sus servicios a LLA. No dejó el campamento de Pro, pero está dispuesto a abrazar las ideas de la libertad, como suele decir Milei, y no descarta sumarse a “las fuerzas del cielo”, en caso de que se complicara la negociación entre Sebastián Pareja y Cristian Ritondo. Como Valenzuela, Lanús tiene un vínculo estrecho con Bullrich, aunque no rompió con Macri.
El poder de los intendentes
El sistema electoral que se estrenará en septiembre robustece el poder de decisión de los intendentes a la hora de negociar la conformación de las listas. Es que los jefes municipales, sobre todo los caudillos del conurbano bonaerense, son los que controlan el territorio, manejan la botonera de la gestión y mueven los hilos del aparato o de las redes clientelares en sus parcelas. Sin una figura nacional que arrastre la boleta hacia arriba, su rol será determinante. “Esta vez, la sábana se va a tirar desde abajo hacia arriba. Es algo novedoso para la política”, analiza uno de los armadores de Pro.
En ese contexto, los intendentes cifrarán sus expectativas en el resultado que arrojen las mesas de sus municipios en la categoría de concejales. Es el sostén de su gobernabilidad.
Una demostración de la confianza que anida en los intendentes rumbo a la elección del 7 de septiembre es el movimiento que ejecutó Santiago Passaglia en San Nicolás, cabecera de la segunda sección. De origen peronista, Passaglia tomó distancia de la negociación entre LLA y Pro para confluir y lanzó un espacio propio para competir en la contienda bonaerense. Apuesta a verificar si puede irradiar su influencia a otras localidades de la segunda sección, donde votan más de 400 mil personas.
El efecto del desdoblamiento también explica la rebelión de los 45 jefes municipales que respaldan a Kicillof en su duelo cada vez más agresivo con Cristina Kirchner. Están convencidos de que la separación de los comicios vigoriza su andamiaje de poder y tonifica su posición con vistas a la discusión por la confección de las nóminas electorales. Por tal razón, alientan una ruptura con La Cámpora y la expresidenta que le permita a Kicillof ir a la conquista del liderazgo del peronismo. A largo plazo, su meta es construir una alternativa a Milei en 2027.
Un desafío para Milei
Si bien la elección porteña catapultó las ambiciones de la escudería de LLA, dado que los violetas doblegaron a los Macri en su casa matriz, el Presidente tendrá una partida más dura en Buenos Aires. Los Milei confiaron en Pareja el armado de su imperio en el conurbano bonaerense, donde la Casa Rosada buscará engrosar el piso de votos de su proyecto con la mira en octubre.
Más allá de que el jefe del Estado pretenderá nacionalizar el debate durante la campaña bonaerense, no le será fácil penetrar con eficacia en la estructura peronista o sumar adeptos a su programa de reformas pro-mercado en las parcelas del conurbano que son controladas por los caudillos del PJ.
Por caso, en los últimos triunfos de representantes del antiperonismo en Buenos Aires -las legislativas de 2017 y de 2021- se dio una paradoja. Mientras que Esteban Bullrich o Diego Santilli se impusieron a nivel provincial con el vehículo de Cambiemos o Juntos por el Cambio, el kirchnerismo triunfó en la tercera sección electoral. Lo mismo ocurrió en 2013, cuando Sergio Massa cantó victoria tras escindirse del Frente para la Victoria, pero Martín Insaurralde lo superó en el circuito más populoso.
Dado que se utilizará la tradicional sábana de papel -la boleta única debutará en octubre-, los partidos requerirán musculatura y recursos para la fiscalización. Por ejemplo, solo en La Matanza se necesita un ejército de alrededor de 3500 fiscales para cubrir todos los centros de votación.
Ocho elecciones distintas
Dirigentes con extensa trayectoria en la política y que conocen al dedillo la política bonaerense aventuran que se dará una competencia inusual el 7 de septiembre. No solo porque los intendentes de los 135 distritos de la provincia pondrán toda la carne en el asador para blindar su gobernabilidad, sino porque habrá ocho elecciones distintas en la categoría de diputado y senadores bonaerenses.
La provincia está conformada por ocho secciones electorales. Las más relevantes por su incidencia en el resultado a nivel provincial son la tercera, la primera, la quinta y la octava -La Plata-. A través de esa división territorial, se votan los representantes para ambas cámaras de la Legislatura bonaerense.
En los comicios del 7 de septiembre se renueva la mitad de la Legislatura provincial: 46 bancas de diputados y 23 de senadores. En esta instancia electoral -se turnan-, los habitantes de la primera, la cuarta, la quinta y la séptima elegirán senadores, además de ediles municipales o consejeros escolares. En tanto, los ciudadanos de la segunda, la tercera, la sexta y la octava deberán seleccionar sus emisarios para los escaños de diputados.
Un nuevo tablero
En ese contexto, las principales apuestas de Kicillof, Cristina Kirchner o Milei estarán en la competencia por los legisladores bonaerenses que surgirán de las secciones electorales con mayor caudal de votantes. Las incógnitas centrales en torno a cómo quedará configurado el tablero de la compulsa comenzarán a disiparse el 9 de julio, cuando cierre el plazo para la inscripción de alianzas. Ese día se sabrá si el peronismo se mantendrá unido o si la oferta se dividirá entre las dos vertientes más representativas en Buenos Aires: la tropa de Kicillof y la escudería de Cristina Kirchner.
También se dilucidará si LLA, la fuerza de Milei, y Pro, el partido que lidera Macri, convivirán en un mismo frente electoral. Las tratativas que encabeza Ritondo, brazo ejecutor de Macri en la provincia, para confluir con los libertarios están avanzadas, pero aún resta saber si convivirán en una coalición o Karina Milei impondrá la fórmula de la adhesión para preservar la marca e identidad de LLA.
A su vez, emergen dudas sobre cómo se reagruparán los desprendimientos del extinto Juntos por el Cambio o qué incidencia tendrán los desterrados de LLA, como Carlos Kikuchi.
Por caso, existen interrogantes en torno a la posibilidad de que los violetas lograrán incorporar al grupo de radicales que son conducidos por Maximiliano Abad, uno de los referentes de la UCR que cooperan con la Casa Rosada y no le cierran la puerta a un acuerdo electoral con Milei.
Protagonistas
Los enigmas sobre las chances concretas de que Cristina Kirchner se postule como diputada bonaerense en la tercera sección u otras figuras taquilleras a nivel nacional o provincial -como Sergio Massa, Santilli, Guillermo Montenegro o Pablo Petrecca– se resolverán el 19 de julio, cuando los partidos deben inscribir sus listas de candidatos.
En el comando proselitista de Milei se ilusionan con concretar una avanzada sobre Kicillof y los municipios dominados por Cristina Kirchner tras el triunfo de Manuel Adorni en la Capital. Como pretende que su modelo libertario encuentre eco en la gran fortaleza del peronismo, el Presidente propició una alianza con Macri en Buenos Aires, pese a la comedia de enredos que protagonizaron Pro y LLA en el territorio porteño. La convergencia con Milei le abre al macrismo un camino de supervivencia. “Hay que pasar el 2025”, reconoce uno de los acuerdistas de Pro.
Ritondo, que luce como un equilibrista en la cuerda floja, intenta superar los últimos escollos antes de sellar el entendimiento con los libertarios. Su prioridad es preservar los terruños de los trece intendentes amarillos, garantizar que LLA permitirá incluir al sello de Pro en un frente electoral y conseguir puestos potables en las nóminas de legisladores provinciales para los representantes de las diferentes tribus del partido de Macri.
Entre Pro y LLA controlan 17 municipios. Entre los más relevantes está General Pueyrredón, cabecera de la quinta sección, donde se renuevan cinco bancas del Senado. El municipio gestionado por Montenegro es uno de los distritos más poblados del interior bonaerense. Esa zona suele permear más el mensaje de la derecha o del antiperonismo que en el conurbano bonaerense.
La UCR está dividida entre los que están dispuestos a tantear un acercamiento con LLA y aquellos que amagan con apostar a edificar una tercera vía. Si bien la elección tendería a polarizarse entre el kirchnerismo y Milei, anclan sus esperanzas en la capacidad de fuego de los intendentes radicales o de partidos vecinales, sobre todo, del interior bonaerense. Hay jefes municipales de la UCR que ejercen influencia en secciones de gran tamaño electoral, como es el caso de Miguel Lunghi (Tandil) en la quinta.
Con ese trasfondo, Facundo Manes lanzó el espacio “Para Adelante”, con el que aspira a aglutinar a dirigentes del radicalismo, el peronismo, el progresismo o representantes de la sociedad civil que no comulgan ni con el modelo de Milei ni con el kirchnerismo. ¿Unirá fuerzas con Florencio Randazzo, Emilio Monzó o Margarita Stolbizer?