Publicado: diciembre 19, 2025, 1:13 am
En un mundo donde la agenda nunca parece alcanzar y la rutina se llena de compromisos, la sensación de vacío se volvió un tema central para la psicología actual. Julieta París, psicóloga y antropóloga, puso el foco en una pregunta clave: ¿vivir a mil garantiza sentirnos plenos?
La especialista sostiene que la respuesta es un rotundo no. “La vida llena no es sinónimo de plenitud”, remarcó en sus exposiciones públicas, donde propuso un cambio de paradigma para pensar el bienestar emocional.

Leé también: Lo dice la psicología: si naciste entre 1950 y 1970, estás en un “pico” de bienestar emocional generacional
El desafío de convivir con la ausencia
París explicó que la ausencia —ya sea por una pérdida, una ruptura o una desconexión interna— es parte estructural de la experiencia humana. Intentar “llenar” cada espacio disponible solo intensifica el malestar, advirtió, y subrayó que la clave está en aprender a convivir con esos vacíos en vez de taparlos con actividades.
Según la psicóloga, la ausencia no debe abordarse únicamente desde el dolor, sino también como un espacio de posibilidad. “Ciertas ausencias pueden abrir oportunidades para reorganizar prioridades, comprender emociones y replantear el vínculo con uno mismo”, planteó, en línea con un enfoque humanista que gana terreno en la psicología contemporánea.

¿Por qué una vida llena no es una vida plena?
Uno de los ejes más fuertes de sus reflexiones es la diferencia entre una vida llena y una vida plena. La saturación de actividades, estímulos y obligaciones no garantiza el bienestar emocional, explicó París. En un contexto de hiperestimulación, la tentación de “hacer más” puede convertirse en un mecanismo de escape para evitar el contacto con sensaciones internas incómodas.
La psicología cognitiva y la psicología social coinciden en que los entornos sobrecargados dificultan la conexión con la experiencia interna. Por eso, la pausa y la introspección se vuelven fundamentales para evitar que el ritmo cotidiano arrastre a las personas hacia la desconexión emocional.
Leé también: Silvia Severino, psicóloga: “Llorar no es un signo de debilidad, revela un atributo clave”
Ausencia y soledad: no son lo mismo
Otra de las ideas que París destacó es que la ausencia no siempre implica soledad. La psicología distingue entre aislamiento social y la percepción subjetiva del vacío, dos fenómenos que pueden coexistir o manifestarse por separado. Hay ausencias que refieren a vínculos perdidos, pero también existen ausencias simbólicas: expectativas, proyectos o partes de la identidad que quedaron atrás.
Desde esta perspectiva, la soledad es solo una de las formas que puede adoptar la ausencia. Identificar qué tipo de vacío se experimenta permite desarrollar estrategias más precisas para abordarlo y reducir el malestar subjetivo.
El rol del autocuidado y la regulación emocional
El creciente interés por el autocuidado y la regulación emocional atraviesa hoy a distintas ramas de la psicología. Los especialistas coinciden en que la cultura de la inmediatez y los estímulos permanentes pueden dificultar el procesamiento interno. Por eso, las nuevas líneas de investigación enfatizan la importancia de la pausa, la introspección y la identificación de lo que realmente aporta bienestar.
Julieta París advierte que llenar la agenda no es la solución. El desafío, dice, es animarse a mirar de frente las ausencias y aprender a convivir con ellas, para construir una vida que sea verdaderamente significativa.
