El líder supremo de Irán, Ali Jameneí, aseguró este miércoles que la caída de Bachar al Asad en Siria no debilitará a su país y auguró que el Eje de la resistencia se expandirá aún más por Oriente Medio.
«El analista desinformado, inconsciente del verdadero significado de la resistencia, cree que si la resistencia se debilita, la República Islámica de Irán también se debilitará», dijo Jameneí en su primer discurso tras la huida de Al Asad a causa del éxito de una ofensiva de una coalición de fuerzas opositoras, de lo que culpó a Estados Unidos e Israel.
«Yo digo que gracias al poder divino, y con el permiso de Dios Todopoderoso, Irán es fuerte y poderoso y se volverá aún más fuerte y poderoso», continuó la máxima autoridad política y religiosa de Irán.
El llamado Eje de la resistencia es la alianza informal antiisraelí liderada por Irán y formada por los palestinos de Hamás, los libaneses de Hezbolá, los hutíes del Yemen, una miríada de milicias en Irak y hasta ahora por la Siria de Al Asad.
El país árabe era el único Estado que formaba parte de esa alianza y jugaba un importante papel porque daba a Irán acceso directo a Hezbolá.
Esta alianza ya había sufrido duros golpes desde el comienzo de la guerra de Israel en Gaza, como los asesinatos del líder político de Hamás Ismail Haniyeh o del jefe de Hizbulá Hasan Nasralá.
A pesar de ello, Jameneí insistió en que el Eje de la resistencia saldrá fortalecido. «Cuántos más crímenes cometan, más se motiva. Cuanto más luchéis contra ellos, se extiende más, y les digo que Dios mediante, la resistencia se expandirá más por toda la región», aseguró.
La máxima autoridad política y religiosa de Irán culpó además a Estados Unidos e Israel de la caída de al Asad. «No hay ninguna duda de que lo que ha ocurrido en Siria es producto de un plan conjunto estadounidense-sionista (Israel)», dijo el religioso.
Jameneí afirmó que Washington y Tel Aviv son los «principales conspiradores» del derrocamiento del presidente sirio, de lo que afirmó tener pruebas.
El religioso afirmó además que un «país vecino de Siria ha jugado un papel obvio» en el derrocamiento del presidente sirio, en una aparente velada referencia a Turquía, que apoya a parte de las milicias implicadas en la rápida ofensiva rebelde.