Germán Palacios, su regreso al teatro, por qué se muestra poco y la tragedia de la niñez que lo marcó - Argentina
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Germán Palacios, su regreso al teatro, por qué se muestra poco y la tragedia de la niñez que lo marcó

Publicado: abril 9, 2025, 6:06 pm

Se lo ve poco. Lo necesario. Y siempre en un modo estrictamente laboral. Germán Palacios se entrega a la charla con LA NACION exultante ante el inminente estreno de El hombre inesperado, pieza de la actriz y dramaturga francesa Yasmina Reza que se estrenará el próximo 11 de abril en el Teatro Maipo. “Es muy lindo lo que va apareciendo cuando uno charla sobre el relato de la obra”, sostiene el actor, quien ya ha protagonizado y dirigido ART, otro clásico de la autora nacida en París.

Inés Estévez no solo será su compañera de aventura escénica, sino también su coequiper en la dirección de la propuesta que cuenta con traducción de Gonzalo Garcés y producción de los prolíficos Nachi Bredeston y Juan Manuel Caballé.

“Cada vez que un actor entra a un teatro de estas características, con esta concepción de sala y antigüedad, te querés quedar a vivir; es como un hogar, un espacio que te cobija. Si bien no soy religioso, aunque estoy bautizado, cuando uno entra a una iglesia hay algo sobrecogedor, más allá de la creencia o no en Dios”.

-¿Creés en Dios?

-No nos metamos ahí, porque no vamos a terminar más.

Se ubica en un sillón mullido ubicado a un costado del foyer de la tradicional sala de la calle Esmeralda. Esa que alguna vez fue bautizada como la “catedral de la revista” y cuya araña principal lleva por nombre “Las Nélidas”, en homenaje a las vedettes Lobato y Roca. Más allá, custodiándolo todo, una pintura que retrata al productor y empresario Lino Patalano, fallecido en 2022, y que fuera, desde 1994, el gran artífice de devolverle brillo, resplandor y una gran programación a la sala que corría serios riesgos de continuidad. Hoy la proeza la lleva adelante la actriz y directora Carla Calabrese.

El hombre inesperado no es una obra para hacer en cualquier lado, el Maipo la enmarca en un renglón que este material merece”, reconoce Palacios

-¿Cómo llega el texto de El hombre inesperado a tus manos?

-Luego de ver Made in Lanús, producida por Nachi Bredeston, fui a comer con ella y su marido. En esa cena, como siempre hacemos, hablamos de obras. Ella suele pasarme materiales nuevos y yo algunos títulos clásicos de nuestro teatro que, quizás, no conoce. En esa charla, apareció El hombre inesperado.

La historia retrata el encuentro de una mujer y un hombre en un vagón de tren. Compartir el trayecto, producto del azar o el destino, permite que ambos comiencen a desnudar algunas intimidades. Empáticamente surge el planteo en torno al entrecruzamiento de esas dos soledades, ¿se tratará de la casualidad o habrá razones causales que exceden la comprensión racional?, interroga el planteo dramatúrgico.

El material fue estrenado en la Argentina en 2008, en la sala Multiteatro. Aquella versión contó con la dirección de Luis Romero y las actuaciones de Luis Brandoni y Betiana Blum. “No pude ver esa puesta, porque me encontraba trabajando en España, aunque conocía, a grandes rasgos, por dónde transitaba el relato y que los personajes eran un escritor y una lectora. Luis Romero, que es amigo, me pasó el texto con mucha generosidad y luego, con Inés (Estévez), leímos unas seis versiones más”.

Los actores apelaron a todo lo disponible, desde el texto original en francés hasta una traducción inglesa. “Como los ingleses saben mucho de teatro, le han hecho algunas propuestas a Yasmina Reza que le resultaron muy interesantes; es muy inteligente y se deja llevar. Nuestra traducción la hizo Gonzalo Garcés que es el traductor oficial de la autora”.

Germán Palacios elige qué trabajos tomar y busca que la continuidad no sea un agobio para su estilo de vida ni para los espectadores

Tomar distancia

-Por elección sos un outsider del medio. Se te ve poco, no participás prácticamente en eventos sociales, se sabe casi nada sobre tu vida personal. En un mundo donde lo público y lo privado está difuminado, nunca cediste ante el sistema.

-Nunca hice un esfuerzo.

-Está claro que es una decisión.

-Lo único que hice, desde que empecé a trabajar, fue tratar de ser fiel a mi sentir. Ahora que soy más grande, entiendo que tiene que ver con mi formación. Comencé a estudiar teatro a los quince años y me formé en el teatro independiente, con maestros con una ideología.

Menciona a Luis Rossini, docente experimentado ya fallecido, quien le marcó el paso artístico en los albores de su vocación. “Para muchos es ignoto, pero fue un enorme maestro”.

Acaso buscando encontrar algunas de las claves que le conformaron su personalidad, recuerda que “lo primero que viví en el profesionalismo, fue una decepción. Cuando era estudiante de teatro, alguien me ofreció trabajar en una película, me generó una expectativa de trabajo, siendo yo muy chico”.

-¿Eso es malo?

-Estaba muy ilusionado, pero no se cumplió. Esa situación fue un curso acelerado con respecto a las ansiedades que se manejan en torno a los actores y que otros manipulan inescrupulosamente, impiadosamente.

Allí hubo un punto de quiebre, tan germinal como su carrera en proceso fundacional, que lo dotó de una personalidad: “No me gusta la figuración, me interesa la vida ‘de civil’”.

-Ana María Campoy dividía al mundo entre la gente de teatro y “los civiles”.

-Con unos compañeros de fútbol, también dividíamos al mundo entre actores y “civiles”. He podido trabajar con los mejores actores de la Argentina, y, si bien amo a mi familia artística, y extraño a los que ya no están, jamás me gustó la exposición ni las reuniones de actores, no me gusta saturar ese ámbito; como tampoco me gusta verme a mí todo el tiempo en exhibición, sería una saturación, me cansaría de verme y supongo que cansaría a los espectadores. Así fui construyendo mi camino; luego, la profesión, me devolvió más de lo que le pedí.

-En contraposición, la fama, en sí misma, es un valor para cierto sector de la sociedad.

-Siempre lo fue, pero hoy todo eso está muy exacerbado, sospechado. Lo más difícil es escucharse y saber cuáles son los propios límites. Dije muchas veces “no” y no tenía dónde caerme muerto, pero me parecía más importante dar esa respuesta, porque no justificaba la paga, que no era digna, ni la propuesta. A partir de eso se me hizo fama de “caro”.

-Hay que estar muy plantado para manejar la profesión en esos términos.

-Para ser actor o actriz, un oficio hermoso y difícil, hay que estar plantado.

El actor celebra la posibilidad de estar trabajando en una sala emblemática como el Maipo

-¿Qué hacés cuándo no trabajás?

-Soy un diletante, hago un montón de cosas que me apasionan, no me aburro. Soy activo, estudio, leo, hago deportes, soy aficionado a la jardinería, me gusta el trabajo manual. También salgo a hacer las compras y cocino.

Vive en Núñez, pero asegura que “mi lugar en el mundo es en Manzanares, en las afueras de Pilar”. La narrativa que hace de su estilo de vida, lleva a pensar que el ecosistema urbano camino a contrapelo de sus intereses.

-A pesar de haber sido muy selectivo, has hecho mucha televisión y cine. ¿Cómo vivís la merma de la producción nacional?

-Es algo muy triste, nuestro gremio sigue siendo el gremio de los desocupados. Por otra parte, la globalización ha limado aspectos esenciales de cada cultura, fue en contra de la identidad.

-Se percibe una homogeneización.

-He trabajado en plataformas y no es lo mismo lo que puede pensar hoy el “señor Amazon” a lo que pensaba Alejandro Doria.

-Es evidente que no estás desesperado por el llamado telefónico que te ofrezca un trabajo.

-Tuve mucha suerte y pude hacer proyectos hermosos, pero también me operé de todas las ansiedades y del ego. El ego pesa y no aporta nada. Ando más livianito por la vida.

-Muy sano.

-Todo es ahora, voy atento a lo que va pasando.

-¿Mucha terapia encima?

-Estudié Psicología, me faltan pocas materias para recibirme, pero salía de estudiar Lacan y me iba a hacer una telenovela, así que me embarullaba mucho, no podía con las dos cosas. Hablé con mi familia y le planteé que, como hacia años que ya me dedicaba a la actuación, iba a optar por ese camino. Por suerte, todos lo entendieron. Fue una gran decisión. Pero, respondiendo a tu pregunta, hice un montón de terapia, tuve a grandes terapeutas. Ayuda mucho, incluso desde lo intelectual, abre la red conceptual.

Promediando la charla, Palacios reconoce que realizar entrevistas antes del estreno de El hombre inesperado le permite repensar algunos aspectos del material. A veces, la tarea periodística también implica volver a ponerle luz a tramos traumáticos de la propia vida. Al actor le sucedió.

En mi familia sufrimos la pérdida de mi hermano mayor, cuando él tenía catorce años y yo había cumplido nueve. En ese momento, mi otro hermano tenía trece y el más chiquito solo un año. Parte de mi modo de ser en este mundo, de mi forma de estar plantado, tiene que ver con esa situación de vida que me hizo ver y decidir cómo seguir”.

-Decisión tomada a muy corta edad.

-El modo que encontré fue hacerme una persona lo más libre y, sobre todo, lo más independiente posible. Me hice independiente a los nueve años, algo que le agradezco a mis padres, ellos me pudieron seguir en ese viaje.

Aquel hermano mayor falleció por una malformación en su corazón: “Es una persona muy presente en mi vida, porque tuve mucho intercambio con él. Era un ser muy especial, muy amoroso. Esa es nuestra historia familiar, muy dura, nos marcó a todos”.

El oficio, reflexión final

-Así como en ART, en El hombre inesperado nuevamente Yasmina Reza vuelve a visitar el universo más íntimo del artista y el debate en torno al arte.

-Hay algo que se repite en ella que tiene que ver con el nivel intelectual elevado de sus personajes. Siempre se trata de gente con cierta sofisticación y determinado nivel social y cultural. Soy un exégeta de Yasmina Reza y puede decir que habitualmente encuentra una excusa que, a los postres, siempre termina siendo eso, una excusa que desencadena el drama. ¿Qué es lo que más le interesa? La carne pegada al hueso, lo salvaje, broncas y miserias, lo rebelde, lo corrosivo y lo políticamente incorrecto. Como gran autora que es, siempre encuentra el camino.

-Todo eso planteado de una manera muy sutil.

-Es importante esto que decís, porque ella jamás pierde la altura y tiene un humor único.

-Conocés a Yasmina Reza.

La vi un montón de veces, con Ricardo (Darín) estuvimos comiendo en Argentina y en España. Es una persona muy interesante para dialogar, porque, además, es actriz.

Germán Palacios fue parte de la versión original de ART, junto con Oscar Martínez y el propio Ricardo Darín. Varios años después, Palacios y Darín dirigieron la puesta protagonizada por Pablo Echarri, Mike Amigorena y Fernán Mirás que se vio hasta no hace mucho tiempo atrás. “Yasmina (Reza) te habla de igual a igual”.

Germán Palacios junto a la dramaturga Yasmina Reza y el elenco de ART integrado por Pablo Echarri, Mike Amigorena y Fernán Mirás

-¿Por qué te interesó El hombre inesperado?

-Al leerla me conmovió, tiene humor, poesía, profundidad y toca temas fundamentales. Sentí que casi era una obligación hacer esta obra. Estamos hablando de la autora contemporánea viva más importante de este momento.

-Reza plantea temas universales.

-Y con diversos niveles de interpretación. Te ofrece una cebolla, podés quedarte en una capa más superficial o ir profundizando. Es una autora que escribe casi sin didascalias, con lo cual la hace de difícil decodificación, pero hay algo que nos sucedió, a partir de habitar su mundo, que es lo que está en el cuerpo, que ella no especifica en el texto.

-La ausencia de didascalias, ¿permite una mayor libertad creativa del actor?

-Pero también te puede confundir y hacer que no sepas qué rumbo tomar. Es tan libre como intérpretes y lectores. Por eso las obras de Yasmina (Reza) han tomado rumbos insospechados, es un gran riesgo.

En agosto de 2021, Germán Palacios y Ricardo Darín, excompañeros de elenco de ART, decidieron dirigir la pieza que conocían en profundidad. Para ellos, ya no había laberintos ocultos en el material. “Con Ricardo (Darín) tenemos mucho amor por esa obra, somos apasionados, es algo genético. Compartir la dirección fue algo muy lindo, somos muy complementarios, lo cual es muy bueno”.

-No es sencillo dirigir a cuatro manos, lo experimentaste con Ricardo Darín y ahora con Inés Estévez.

-Hay que tener mucho conocimiento del otro, acuerdos básicos. De lo contrario, se choca. A Bach no le podés cambiar una nota, a Yasmina (Reza) tampoco. Como director, uno reniega un poco cuando el intérprete no hace estrictamente lo que vos creés haberle transmitido. Ese es un capítulo aparte.

-¿Renegaste mucho dirigiendo ART?

-Es aprendizaje. Es como el DT sentado en el banco, aparece la impotencia y hay que charlarlo con la almohada.

-La dirección de ART, ¿no te encendió el deseo de volver a protagonizarla?

-Siempre me sumaría a hacerla o a volverla a codirigirla.

-¿Por qué decidiste volver a codirigir un material?

-Es una gran experiencia, te sentís menos solos, podés compartir pareceres con la otra persona, hay una búsqueda en común. En este caso, además, con Inés (Estévez) también compartimos la aventura de subirnos al escenario, así que será una experiencia hermosa y de mucho crecimiento para ambos.

Para agendar

El hombre inesperado. Funciones: viernes y sábados a las 21. Sala: Maipo (Esmeralda 443).

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