En 2013, BAT (British American Tobacco) lanzó al mercado el primer producto de vapeo, el denominado Vype o Vuse Solo, marcando así el inicio de su comercialización de los “productos sin humo” avalados científicamente por una evaluación de riesgos. Una década después, son varios los productos “sin humo” que hay en el mercado para fumadores adultos y el ritmo de innovación es bastante acelerado, con mejoras y lanzamientos cada año. Las empresas de tabaco avanzan hacia lo que BAT denomina un «Mundo Sin Humos» y estimulan la migración de fumadores adultos a alternativas de potencial riesgo reducido.
Carolina García-Cantón es Senior Manager de Engagement Científico Global en BAT y, tras veinte años en la empresa, conoce bien la ciencia detrás de los productos libres de humo o lo que denominan «nuevas categorías». Es un tema algo incómodo por el problema de salud pública que ha generado el tabaco tradicional y los retos actuales como el acceso y la regulación de alternativas como el váper o las bolsitas de nicotina. A García-Cantón, como científica, le preocupa la confusión sobre estos productos y siente que hay “una barrera emocional en este tipo de debates y de discusiones”.
La combustión del tabaco, lo más perjudicial
Lo que ha permitido reducir el riesgo es la eliminación de la combustión del tabaco. Este proceso es el que desprende los tóxicos que generan las enfermedades relacionadas con el tabaquismo. Esta generación “sin humos” suprime la quema del tabaco, que se efectúa en un cigarro convencional a unos 900ºC mientras que las categorías “sin humo” no superan los 280ºC. Algunos de estos productos funcionan como “un tostador, uno se come la tostada calentada y no la quemada”, ilustra Carolina García-Cantón. Al eliminar la combustión, se reducen los tóxicos entre 90% y un 99% (dependiendo de la categoría). No obstante, estas alternativas al cigarrillo tradicional no están exentas de riesgos y la nicotina, aunque no es una sustancia cancerígena, sí es adictiva.