Publicado: diciembre 13, 2025, 1:44 am
Apple, Microsoft, Amazon, Alphabet (Google), Tesla, Nvidia… y ahora Ferrovial. La empresa fundada en 1952 por Rafael del Pino y Moreno en un ático del centro de Madrid con una naturaleza puramente ferroviaria se convierte, más de setenta años después, en la primera empresa del Ibex 35 en entrar en el Nasdaq 100, tras afianzarse entre las grandes referencias de la infraestructura mundial de la mano del hijo de su fundador, Rafael del Pino Calvo-Sotelo.
Ferrovial formará parte del Nasdaq-100 tras la reconstitución anual del índice anunciada este viernes a cierre de mercado, que entrará en vigor antes de la apertura del mercado el próximo lunes. La compañía se incorpora al selectivo tecnológico junto a Alnylam Pharmaceuticals, Insmed, Monolithic Power Systems, Seagate Technology Holdings y Western Digital, en favor de las salidas de Biogen, CDW Corporation, GlobalFoundries, Lululemon Athletica, ON Semiconductor y The Trade Desk.
Con su entrada al índice, formado en su mayoría por compañías tecnológicas, Ferrovial se expone a uno de los mayores escaparates del mundo para los fondos de inversión, sólo superado en Estados Unidos por el S&P 500, conformado en su totalidad por valores locales. Su inclusión, además, incrementará de forma automática la demanda de sus acciones, al ser incorporadas a carteras y fondos que toman como referencia este selectivo, lo que se traducirá en un salto sustancial de liquidez y consolidará su estrategia de posicionamiento en su principal mercado.
Su candidatura, de hecho, ya figuraba entre las favoritas en las quinielas de los grandes equipos de analistas. JP Morgan, por su parte, mantiene a Ferrovial como su «primera opción» en infraestructuras y recuerda que la compañía figura en su lista de seguimiento desde septiembre por la solidez de sus autopistas norteamericanas, con un «poder de fijación de precios sin parangón» y catalizadores clave en 2026 como la apertura de la nueva Terminal 1 del JFK. Deutsche Bank coincide en el potencial de la acción si logra avances en su cartera de carriles gestionados en Estados Unidos, aún no incorporados en sus estimaciones.
La compañía completa así el hito que lleva persiguiendo desde que el pasado 2023 decidiese trasladar su sede social a Países Bajos, no sin antes suscitar reticencias en La Moncloa, para cotizar de forma simultánea en Ámsterdam y el mercado español en aras de facilitar su deseado salto a la Bolsa de Nueva York, donde se estrenó el 9 de mayo de 2024. Culminado ese salto, la empresa que dirige Ignacio Madridejos nunca escondió su ambición por formar parte del selectivo índice, que concentra las 100 empresas con mayor volumen de negociación que cotizan en el mercado Nasdaq -a excepción de firmas financieras-.
Aunque para ello, el grupo tuviese que asumir el ruto de apuntarse a una carrera de fondo en la que la evolución de sus acciones definiría sus opciones de hacerse con una de las escasas plazas que quedan libres en las revisiones anuales que realiza el índice cuando se asoma el final del año. Sopladas las velas de su primer aniversario, la acción respondía, con cerca de un 25% más de valor, pero la negociación de sus títulos en Wall Street se limitaba a un 5% de todas las acciones que intercambiaba en su triple cotización.
Sin embargo, en los últimos meses, el negocio del grupo de infraestructuras ha empezado a obtener el protagonismo deseado entre los inversores estadounidenses; hasta el punto de que, desde el último verano, el volumen de transacciones en Estados Unidos ya está por encima del operado en España y su valor supera los 57 dólares por acción frente a los 40 dólares por título en los que despidió su primera sesión.
A ello ha contribuido, en primer lugar, la apuesta que la multinacional neerlandesa mantiene sobre el mercado norteamericano. Allí fía una tercera parte de las ventas, que alcanzaron los 5.420 millones de euros a cierre del tercer trimestre, y compromete el 92% de sus inversiones hasta 2027, con proyectos como la nueva Terminal 1 del aeropuerto JFK de Nueva York, o autopistas como la 407 ETR, en Toronto (Canadá), el mayor activo concesional del mundo, o la I-66 en Virginia.
