Publicado: marzo 25, 2025, 3:02 am
Nos ha sobrepasado esta guerra de la que apenas sabemos nada. Pero ¿cuál de ellas? La de Ucrania o la de Gaza. Parece difícil verlas a la vez, parece que hay que elegir una y hacer como si la otra no existiera. Como si fueran conflictos sin relación. ¿Cuál es más importante? ¿Cuál nos cae más cerca? ¿Cuál nos afecta más? Cálculos difíciles que cada país y cada persona puede hacer, a veces de forma inconsciente, varias veces al día.
Europa no suele mencionarlas juntas. Quizá no quiere verlas a la vez, aunque ocurren a la vez… y cerca.
Desde el punto de vista europeo, si es que existe, el frente de Ucrania se suele presentar como más existencial. Nos toca más cerca. Nos la jugamos más. Habría pues que darle prioridad. La guerra de Oriente Medio suena como más lejos, y divide más, o también divide. Además, es una guerra bíblica, intermitente, aunque ahora ha escalado, tiene más frentes. Cada cual quiere desterrar al otro: arrojar al mar a los israelitas, expulsar a los palestinos.
Pero tampoco está tan lejos. En la era de los vuelos baratos la distancia no es tan relevante. La invasión de Ucrania es una cuestión crucial para Europa. Sobre la guerra de Oriente Medio no hay nada de eso, nadie dice que sea una crisis existencial para Europa. ¿Lo es? Cuando implosionó Siria (también, como siempre, ahí estaba Rusia) los refugiados huyeron hacia Europa: Merkel acogió a un millón de sirios. Si Trump consigue expulsar a los palestinos de Gaza y hacer un resort tal como dijo, ¿a dónde irían esos desdichados, si es que sobreviven?
¿Cambian las guerras si las contemplamos juntas? ¿Es posible, quizá ver o sentir el impacto conjunto de ambas guerras en Europa, en cada persona, en el mundo?
Hay que ver si existe Europa, o la Unión Europea, como algo coherente, consistente, capaz de respuesta común. La UE se ha de reunir para decidir cada cosa, cada acción u omisión. Esta geometría atomizada del poder llega siempre, cuando llega, con retraso, y confunde a la propia ciudadanía de este ente raro, inédito y siempre provisional. Europa es una obra en marcha, obra abierta (se hace y se deshace: en 2016 se fue de la UE el Reino Unido). En eso se parece a la vida de cualquiera, incluso Elon Musk está sometido a las circunstancias, a las farmacéuticas, a los demás, al destino y el azar.
Europa es un ente raro e inédito en el mundo actual, que funciona con otros modelos, naciones, países… Ese mundo también ha dado un vuelco de 360º, lo está dando, estamos en medio, o quizá al principio, de un trompo total. Trump es por ahora el último agente provocador, o el más visible, de esta gran disrupción global. Poco a poco, a toda velocidad, nos vamos haciendo a la idea de sus locuras. Sus exabruptos y sus acciones nos abducen, colonizan nuestro tiempo mental.
Aparte de las guerras olvidadas, que están siempre presentes a poco que se quiera verlas, hay dos frentes calientes, al rojo vivo. El de Gaza, que se amplía a un gran gajo de Oriente Medio, en el que Israel ha vuelto a atacar y Estados Unidos embiste a los hutíes en Yemen, da ultimátum a Irán y se reaviva el frente de Líbano. Es una guerra milenaria que ambos bandos aspiran a ganar por exterminio o destierro del rival. La otra guerra es la invasión de Ucrania, a la que Trump quiere poner fin a toda prisa. Ha atornillado a Zelenski, que ha cedido, pero Putin regatea; el objetivo inicial, la paz el primer día (del mandato de Trump) se ha redimensionado: se negocia una tregua de un mes… ¡en Riad!
Ambas guerras están vinculadas por algo más que las líneas de tiempo. La razón sugiere tratarlas por separado, por partes, pero hay algo inasible que las une. Entre las dos rodean a Europa. Son una especie de asedio, una tentativa, una pulsión de achicar al origen, ya muy antiguo, de Occidente.
Europa ha invadido y colonizado al resto del mundo durante siglos y después, tras masacrarse a sí misma, ha optado, con fallos y retrocesos, por los derechos humanos y la democracia.
Si pudiéramos enfocar estas dos guerras como una pinza o una tenaza Europa sería más consciente de la gravedad de la situación y tal vez esta urgencia ayudaría a que reaccionara antes y mejor. Si es que hay tiempo.
Si a la tenaza añadimos el ímpetu expansionista que declara Trump para apoderarse de Groenlandia (Dinamarca), el asedio es triple y la urgencia inaplazable.