Publicado: octubre 23, 2025, 6:13 pm
Gabriel dice que no pudo resistirse, que no pudo evitarlo, que fue más fuerte que él, todas frases que suelen colmar los nervios de aquellos que en cuestiones de amores y lealtades, suelen afirmar que todo, siempre, se trata de una decisión.
Pero él no solo dice que no pudo evitarlo, sino que hasta suele afirmar que se trató de `magia´, tal como en la película Sintonía de amor. Un halo invisible, algo profundo que no precisa de palabras, tan solo de un roce de manos para comprenderlo todo.
Una mañana con Facebook y un café humeante
Todo comenzó cierta mañana, con su taza de café negro humeante, solo, sin nada, ni siquiera azúcar: “porque para dulce está la vida”. Facebook era la red social en auge y, aunque muchos no quisieran admitirlo, se solía utilizar como una aplicación de citas encubierta. Tan encubierto como su perfil, donde mantenía su compromiso amoroso alejado de la vidriera y de las mujeres con las que solía coquetear a distancia.
“¿Por qué me comporté así?. Bueno, podría empezar por decir que estaba aburrido, o que siempre me gustó el juego de seducción, o que las cosas con mi mujer estaban muy pero muy mal. Y todos sabemos de lo que hablo cuando digo muy mal: la intimidad se había extinguido. No fue su culpa, mi interés también se fue apagando y esa desconexión explotaba en un sinfín de discusiones”.
Y ahí estaba Gabriel esa mañana, cuando apareció ella, Solange, una colombiana de sangre caliente y un sentido del humor que supo transmitir desde el primer día. Él le hizo un comentario sobre los cocos en una foto donde se la veía a ella en una playa paradisíaca, Solange captó el doble sentido y pronto pasaron a una conversación por privado. Poco más de un mes bastó para que ella se transformara en su novia virtual, él en Buenos Aires, ella en Colombia, ambos con sus secretos, aunque el más oscuro era el de Gabriel, que vivía en pareja hacía ocho años.
El gesto inesperado, la advertencia y la magia: “Sus amigas le dijeron que era muy mala idea empezar una relación conmigo”
¿Pero dónde está la magia si los protagonistas no se pueden tocar? La locura definitiva, dice Gabriel, llegó después. Fue otra mañana, con otro café humeante entre sus manos, que el hombre argentino le transmitió la noticia: tengo pasaje para viajar el mes entrante.
En Solange, como en toda persona que inicia una relación virtual, convivieron la felicidad y el miedo. ¿Y si todo era una ilusión? Pero decidió confiar en que ¡por fin! le tocaba vivir a ella una historia de amor de cuento.
Ninguno de los dos olvidará el día en que Gabriel atravesó la puerta de arribos. Como adolescentes, estaban poseídos por esas mariposas que creían que habían dejado perdidas en un viejo arcón abandonado. Solange había estado casada, no muchos años, pero los suficientes para que en ella quedaran las cicatrices, el escepticismo y una cuota de desconfianza.
“Sus amigas le dijeron que era muy mala idea empezar una relación conmigo, que sin darse cuenta estaba cayendo en los mismos patrones”, asegura Gabriel hoy. “Con el diario del lunes, diría que no estaban tan equivocadas. Ella estaba muy nerviosa por conocernos cara a cara, de alguna manera, una relación virtual la protegía de reales daños. Aparte, pequeño detalle, ella no sabía que yo estaba en pareja y que convivía”.
Pero aquel día del aeropuerto, entre la ignorancia y la adrenalina, sucedió algo inesperado para los dos: se tocaron por primera vez. Sus manos primero se rozaron, luego se fundieron en un abrazo y, en él, se sintieron invencibles: “Por eso insisto: fue magia”.
Remendar la estafa: “Entendí que realmente era la mujer de mi vida”
Para Gabriel, lo que comenzó como un juego de seducción y una pócima contra el aburrimiento y esa soledad que sentía en pareja, se transformó en lo que él llama también `lo irresistible´. Jamás había sentido antes lo que sintió ese día en el aeropuerto. Jamás sintió lo que llegó después: horas en la cima del mundo. Amaneceres en el punto más dulce del amor.
Pero como nadie puede permanecer en la cima para siempre, al cuarto día Gabriel tuvo que confesar que tenía novia, y como todos, le juró a Solange que iba a ponerle fin a esa relación que hacía tiempo había muerto.
“El viaje a Colombia fue por diez días, de los cuales tres se trataron de reconquistarla”, recuerda con una sonrisa. “Yo la entiendo, se puso muy mal, se sintió estafada. Y yo vivía muy confundido en esos tiempos, antes de conocerla a ella. Fue recién el día que nos vimos cara a cara y cuando sentí esa magia que puede existir en el amor, que entendí que realmente era la mujer de mi vida”.
La única decisión inevitable
Gabriel la reconquistó y lo que siguió fue `lo inevitable´. Regresó a la Argentina y, a partir de entonces, ya nada fue igual: “No pude soportar más de una semana sin decirle a mi ex que lo nuestro no iba más y que se terminaba”.
Las cosas entre el hombre y su antigua novia no terminaron bien. A pesar de que hacía mucho había dejado de tener sentido continuar, los resentimientos emergieron y el camino hacia la felicidad plena fue un tanto empinado.
A los dos meses, Solange llegó a la Argentina para vivir con Gabriel definitivamente. Al año, ya estaban casados. “Mi forma de proceder en el pasado puede que sea cuestionable.. Pero esto último fue una decisión inevitable”.
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