Publicado: octubre 5, 2025, 6:04 pm
Después de un lustro de haber quedado sin funciones o de tener que adaptarse a instalaciones que terminaron modificando sus objetivos originales, dos instituciones de la ciudad de Buenos Aires están a punto de unir sus historias: el emblemático Palacio Ceci de Villa Devoto y la Escuela-Taller de Patrimonio, del casco histórico porteño. La confluencia está en pleno proceso de preparación y apunta a concretarse en 2026.
Según pudo saber LA NACION de fuentes oficiales, la Escuela-Taller de Patrimonio llevará sus clases teóricas y seminarios al Palacio Ceci, que a su vez atraviesa el último tramo de una restauración centrada en la puesta en valor de las instalaciones y una adecuación tecnológica. Se podría decir que estaban destinadas a reunirse en un esfuerzo por preservar y mantener la identidad arquitectónica de la ciudad.
El Palacio Ceci, ubicado en Lincoln al 4300, data de principios del siglo XX y se utilizó hasta hace cinco años como sede de una escuela para personas con discapacidad auditiva, mientras que la Escuela-Taller de Patrimonio funciona actualmente en unas oficinas de la calle Alsina, tras ser desplazada de su edificio original de la avenida Paseo Colón en 2021, cuando el gobierno porteño demolió instalaciones para facilitar la traza del Metrobus del Bajo.
Sus alumnos aprenden el oficio de la restauración con talleres y cursos gratuitos que van desde la ornamentación de fachadas a la luthería, pasando por la albañilería, la yesería, el muralismo, el vitraux y la renovación de mobiliario. Se los puede ver trabajando ahora en la Torre Monumental de Retiro o en el Cementerio de la Chacarita.
La escuela
La escuela fue fundada en 2000 como una institución educativa especializada en artes y oficios. Tiene entre sus principales objetivos la capacitación en técnicas artesanales para su aplicación en el campo de la conservación y restauración de bienes de valor patrimonial, como así también la promoción en el cuidado ciudadano de la historia material e inmaterial de la Capital.
Durante dos décadas, la función de la escuela estuvo enfocada los trabajos de restauración y mantenimiento del casco histórico porteño. De hecho, su nombre original era Escuela Taller del Casco Histórico. Pero ese perfil cambió tiempo atrás cuando los docentes y alumnos debieron dejar la sede histórica de Paseo Colón y Brasil.
Aquella locación, del estilo industrial, ofrecía espacios amplios para el trabajo diario de los talleres. No obstante, pese a la defensa de la comunidad educativa fue demolido por orden del gobierno porteño. El destino de la Escuela Taller fue un edificio en Alsina al 900, donde les resultó difícil adaptar el dictado de las clases que, principalmente, demandan de grandes maquinarias o incluyen actividades que generan polvillo y ruidos.
Por ello, la cuadrícula de taller se redujo y muchos docentes optaron por llevar los proyectos concretos de conservación patrimonial a distintos sitios de intervención directa. De este modo, hoy trabajan en la Torre Monumental de Retiro, donde se restauraron vitrales y fachadas; o el cementerio de la Chacarita, escenario de prácticas de ornamentación artística.
Consultados por LA NACION por la nueva etapa, alumnos y docentes señalaron que aún no fueron informados oficialmente, sino que es un “rumor” que comenzó a circular en las últimas semanas. Dijeron, a su vez, que preferirían un traslado a una sede que tenga las características del inmueble anterior de Paseo Colón, con amplios salones, y no un Palacio que fue recientemente restaurado.
A diferencia de lo que ocurre con en la Escuela-Taller de Patrimonio, en el Palacio Ceci de Devoto ya tomaron conocimiento de la decisión de la gestión porteña para que el emblemático sitio se convierta en el centro de dictado de clases teóricas y seminarios orientados a la conservación y la preservación patrimonial.
La intención del Ministerio de Cultura porteño es garantizarle un futuro activo con actividades abiertas a la comunidad y, al mismo tiempo, ampliar la proyección de la institución dedicada a la capacitación hacia los barrios de la ciudad y lograr así un incremento de la matrícula actual. Y que todo ello ocurra en una joya arquitectónica emblemática como escenario.
Transformaciones
El edificio del Palacio Ceci fue testigo de múltiples transformaciones a lo largo de más de un siglo: residencia familiar, instituto educativo, hogar de la comunidad de personas con discapacidad auditiva, y, en los últimos años, objeto de debate entre proyectos de desarrollo inmobiliario, propuestas culturales y planes de puesta en valor.
Con 1150 metros cuadrados de superficie cubierta, es una de las construcciones más representativas de Devoto. Fue construido en 1913 por Alfredo Ceci, un inmigrante italiano que se instaló en Buenos Aires a comienzos del siglo XX. La familia lo habitó apenas unos años: en la década del treinta, la propiedad pasó al Estado nacional y se transformó en residencia del profesor Bartolomé Ayrolo. Tras su fallecimiento, allí funcionó el Instituto de Sordos de la Argentina, que alojó a niños y jóvenes con discapacidad auditiva.
Con el tiempo, pasó a la órbita de la Ciudad y se integró como parte de la Escuela de Educación Especial 28 Bartolomé Ayrolo. Sin embargo, su estructura centenaria evidenciaba un deterioro creciente, producto de años de escaso mantenimiento. En 2021, el gobierno porteño decidió cerrar el palacio y encarar un proceso de restauración integral, lo que despertó expectativas, pero también tensiones.
En paralelo, comenzaron a circular versiones que hablaban de un nuevo destino para el inmueble: se convertiría en el espacio central del denominado Distrito del Vino, un proyecto que buscaba potenciar a Devoto como polo vitivinícola y turístico. Esa idea finalmente naufragó, dejando al Palacio en una especie de limbo. Mientras, los vecinos plantearon la posibilidad que sea un centro cultural y la comunidad del Ayrolo, un museo.
La restauración
La obra de puesta en valor fue adjudicada en 2023 a la empresa HIT Construcciones. El plazo previsto para terminar con los trabajos era a fin de este mes, pero los encargados estimaron que se extenderán, al menos, hasta diciembre. Se trata de un trabajo artesanal y detallista a una de las joyas arquitectónicas de principios del siglo XX en Buenos Aires.
Los equipos de los más de 50 expertos que pasaron por el palacio durante todo el proceso trabajaron en la puesta en valor de las fachadas, la impermeabilización de las cubiertas y balcones y en la restauración de los salones interiores interviniendo en los suelos de marquetería, boiserie de madera, empapelados, terminaciones símil piedra y estucados. También se incorporó un nuevo ascensor externo.
Según contaron los expertos a cargo, el subsuelo donde estaba el área de servicios, una vez finalizado servirá como espacio de conferencias; la planta baja con los emblemáticos salones Dorado, Verde y Rojo quedarán como lugares para eventos y exhibiciones; mientras que el primer piso que antiguamente se destinaba a las habitaciones familiares será para el dictado de clases; y finalmente la última planta con salida a la terraza y el acceso a la cúpula.
Con motivo de la función que tendrá desde 2026, los encargados de la obra llevaron adelante trabajos adicionales en las últimas semanas vinculados a la adaptación del piso superior, sobre todo, en un lugar destinado al dictado de talleres. Fue así que, según precisaron a LA NACION, encararon tareas complementarias tendientes a dotar de conectividad de wifi en la primera planta y sumar corrientes débiles de electricidad.