Publicado: septiembre 5, 2025, 12:53 pm
La selección española de baloncesto cayó eliminada en la fase de grupos del Eurobasket, cosechando con ello el peor resultado de su historia en el torneo y confirmándose las malas sensaciones que se venían barruntando desde hace años, solo silenciadas por el título de campeones continentales que defendían desde el 2022.
Aquel título certificado en Berlín fue considerado una de las grandes obras de Sergio Scariolo por lo inesperado del mismo y se convirtió en la única alegría para una selección que en las cuatro competiciones restantes desde el 2020 no ha subido del sexto puesto y que en esta ocasión no le ha dado para más a pesar de que no ha faltado su competitividad habitual.
No hay duda de que los integrantes de ‘La familia’ lo han dejado una vez más todo en la pista, algo que les ha permitido agrandarse ante rivales como Italia o Grecia y plantarles cara hasta el final. Pero en ambos casos el equipo demostró carencias en los momentos decisivos que le impidieron llevarse los partidos y a la postre clasificarse para octavos de final del Eurobasket.
Sin embargo sería injusto culpar a España de su hundimiento por no imponerse a uno de esos dos rivales, los últimos de la fase de grupos, pues los problemas se venían arrastrando ya desde la fase de clasificación, en la que entregaron tres de sus seis partidos y pudieron meterse en problemas de haber perdido un partido en Eslovaquia en el que sufrieron más de lo previsto.
No sin apuros los españoles lograron el objetivo de estar en el torneo, pero antes de la lista anunció su retirada del equipo nacional un pilar en épocas recientes como Sergio Llull. Además, en el momento de pronunciar la nómina de integrantes de la preselección se desveló que no estarían ni Usman Garuba ni Álex Abrines, quien días después anunció que abandonaba la práctica del baloncesto.
A sus ausencias se sumaron posteriormente las de Alberto Abalde, Eli John Ndiaye, Alberto Díaz y Lorenzo Brown. Especialmente sensibles fueron estas últimas, pues obligaron a convocar a los jóvenes Sergio De Larrea y Mario Saint-Supéry como bases. Paradójicamente su rendimiento y evolución asumiendo esa responsabilidad ha sido una de las pocas noticias positivas en el Eurobasket.
El caos derivado de tanto movimiento acabó pasando factura en la preparación. España jugó hasta seis partidos y ganó solo uno, ante la República Checa. Los cinco restantes; uno contra Portugal y dos contra Francia y Alemania, se saldaron con derrota. El balance generó cierta preocupación que se confirmó al saltar por primera vez al parqué de Limasol, sede del grupo C.
En un choque donde España estuvo irreconocible y en que Scariolo consideró que sus jugadores estuvieron «tiernos» y fueron un poco «pardillos» se vieron superados por el poderío físico de Georgia, que capturó quince rebotes más que ellos y acabó ganando por catorce. No ayudaron tampoco los triples, firmando un discreto 7 de 32 en ese apartado.
Muchos de los defectos se corrigieron frente a Bosnia-Herzegovina en el que se consideraba un partido clave ante el que estaba llamado a ser el rival directo por colarse en los octavos de final. Ese día ‘La familia’ ofreció su mejor versión, igualando su récord de triples en un partido del Eurobasket con quince y ganando de veintiuno. Ese triunfo, unido al previsible ante Chipre por 44 puntos de margen parecía poner al plantel en la buena senda.
De hecho en las dos últimas jornadas España tuvo hasta cuatro opciones de clasificarse. Así, en la cuarta fecha lo hubiera hecho con una derrota de Bosnia-Herzegovina, que sorprendió ganando a Grecia, o imponiéndose ella misma a Italia en un duelo donde perdió por 67-63. Y en la quinta y última del mismo modo, cayendo los bosnios o superando a Grecia. Todas ellas se fueron al limbo.
En el caso de las dos que dependieron de ellos mismos, además, de forma muy amarga, ya que pese a considerarse transalpinos y helenos rivales muy potentes, los españoles tuvieron opciones hasta el final, momento en el que les penalizaron fallos puntuales como malas decisiones y, sobre todo, los tiros libres.
Tal es así que los españoles se marchan a casa como el participante con el peor porcentaje en este tipo de lanzamientos en todo el torneo con un 60% y pasajes para el olvido como los cinco fallados en los últimos 13 segundos del choque ante los griegos. Un triste epílogo para un campeón que nunca pudo lucir como tal.