Publicado: febrero 25, 2025, 5:00 am
Los viajes alrededor del mundo inspiraron a una joven pareja a proyectar su futuro: tener un lugar donde recibir huéspedes y sentirse a gusto. “Cuando nos pusimos de novios comenzamos a viajar. Llegamos a recorrer más de 40 países y conocimos más de 100 ciudades de todo el mundo, y siempre fantaseamos con tener un lindo hotel para recibir gente”, comienza Érica Gatica, de profesión psicóloga, quien junto a su pareja, Adolfo Rodríguez, lleva adelante un proyecto hotelero: Casa Bora.
Cuando tuvieron su primer auto comenzaron a recorrer pueblos; y se enamoraron de San Antonio de Areco. “Era el lugar al que siempre volvíamos, y cuando pudimos nos compramos una casita para venir los fines de semana”, cuentan. Pero la pandemia precipitó algo en la que venían fantaseando: dejar la ciudad de Buenos Aires y comenzar una nueva vida en Areco.
Un sueño hecho realidad
Érica dejó su profesión de psicóloga y comenzó a dar clases de yoga. Adolfo, siguió con su profesión pero a un ritmo más pausado. El pueblo los había atrapado y llegó una nueva decisión que marcaría un nuevo rumbo en sus vidas: vendieron la casa que tenían en Villa Crespo para construir un hotel tal cual lo habían soñado.
“Areco nos dio la posibilidad de hacer lo que nos gusta y de ir por una nuevo estilo de vida, sin prisas”, dice Adolfo. “Este pueblo tiene un encanto especial: las calles son pintorescas, mucha arboleda, hay museos, espacios de arte, buena gastronomía, se arman peñas” -enumera Érica y explica qué los cautivó- “a pesar de que es cuna de la tradición, es un pueblo en constante movimiento; hay mucha gente que se anima a emprender y siempre surge ver algo nuevo”.
Espacios inspiradores
Casa Bora se ubica en una calle residencial dentro del casco histórico, por lo que se puede recorrer la ciudad a pie. Los ambientes son espaciosos y cuentan con detalles de exclusividad. Los huéspedes encuentran en este hotel un clima intimista. Son sólo cuatro habitaciones que fueron construidas con la distancia necesaria para mantener privacidad y confort acústico. Todas cuentan con frigobar, wine bar y café Nespresso de cortesía. Dos de ellas tienen minipiscina (outdoor/ indoor).
“La construcción fue pensada en conjunto con una arquitecta de San Antonio de Areco (Gabriela Viñales ) partiendo de la idea de que todos los ambientes sean bien amplios”, cuentan. Al hotel se entra por un pequeño recibidor que conduce a al patio central donde yace una fuente revestida en piedra blanca tipo Mar del Plata, y a lo que los anfitriones llaman “el corazón del hotel” pues es el lugar de conexión con todos los ambientes. También dispone de un espacio desayunador, balcones y un jardín en el fondo con reposeras y ducha.
El hotel tiene formas, colores, texturas y detalles que transmiten calma y que, además, remiten a otros lugares del mundo como Marruecos, los países árabes. “La idea de los arcos para las aberturas principales del patio, fue bastante compleja al momento de ejecutar pero lo pusimos resolver”, desliza la pareja quienes se enfocaron en una paleta de colores neutros, texturas de elementos naturales y espacios despojados para transmitir serenidad.
Durante la edificación del hotel, que demoró un año y medio, Érica estudió Diseño de Interiores. “Era algo que tenía pendiente. Siempre me gustó la deco y aproveché este momento para formarme y aplicar ese aprendizaje en nuestro proyecto”, dice la joven. “Mientras transcurría la construcción fueron surgiendo ideas que nos remontaban a los hoteles en los que estuvimos, de cada lugar tomamos cosas para crear el ambiente ideal de Casa Bora porque siempre fuimos en ese norte: un hotel exclusivo, íntimo y novedoso para una localidad como Areco”, agrega.
Anfitriones de lujo
Quienes llegan a Casa Bora “son mayoritariamente parejas en plan de descanso o para celebrar algún aniversario, aunque también hemos recibido a amigas, madre e hija, y familia. Es un hotel para adultos; los espacios están diseñados para encontrar la calma”, aseguran.
Érica y Adolfo están pendientes de todos los detalles para que los huéspedes puedan disfrutar de la estadía a puro relax. Ellos reciben a los huéspedes, los llevan de recorrido por las áreas comunes, y hasta les ofrecen una guía gastronómica de Areco elaborada por ellos mismos para que puedan tener una deliciosa estadía en el pueblo.
“Siempre pensamos a Casa Bora como un ‘hotel boutique’ pues el tener pocas habitaciones nos da lugar a que podamos atender nosotros mismos a los huéspedes”, aseguran.
Todas las mañanas están dispuestos a servir el desayuno en vajilla de diseño, con una selección de cosas ricas como medialunas, pan casero con quesos y mermeladas, cuadraditos dulces, granola, yogur, entre otras opciones que van variando; incluso en fechas patrias tienen planeado servir pasta frola o alguna preparación tradicional. “Me divierte ir variando y ofrecerles a los huéspedes productos locales”, dice Érica a lo que Adolfo apunta: “para beber ofrecemos un café de Costa Rica que nos había gustado mucho cuando visitamos ese país, y también una selección de té en hebras que te lleva de viaje a Marruecos y a India”.
Por otro lado, la pareja es una apasionada de los vinos y se dieron el lujo de hacer su vino propio. “En un viaje a Mendoza nos encantó la experiencia que tuvimos en una bodega y decidimos diseñar con el enólogo un par de vinos para Casa Bora”, cuenta Adolfo con orgullo. Tienen un blanco Chardonnay y un blend de tintas Syrah-Malbec que los huéspedes pueden degustar en la intimidad de su habitación, en el patio o bien para que puedan llevarse de recuerdo, una manera de extender la experiencia.
El espíritu inquieto de la pareja los motiva a seguir incorporando nuevas propuestas. “Soy profe de yoga y hay planes de ampliar los servicios en Casa Bora y ofrecer clases de yoga para los huéspedes, así como servicios de masajes para satisfacer la demanda de los huéspedes que buscan relax. Y también hemos comenzado con los eventos que son abiertos a la comunidad”, explica Érica. “Hace muy poquito reunimos a una veintena de personas para presentar nuestros vinos con una degustación guiada, y muy pronto habrá cenas en el patio con cocineros de distintas partes del mundo que vendrán a ofrecer sus preparaciones acá, lo que será algo diferente para lo que sucede habitualmente en Areco”, revelan.
Casa Bora Domingo Faustino Sarmiento 175, San Antonio de Areco.
Desde $175.000 la doble los fines de semana.