Publicado: diciembre 18, 2025, 1:07 pm
El misterioso asesinato de Mario Pineida estremeció este miércoles la ciudad de Guayaquil, en donde el estupor ante la trágica noticia de a poco le da paso a la investigación. Todo ocurrió en medio de un clima espeso, de esos que presagian la tormenta. No sólo por el calor húmedo que suele envolver a la ciudad ecuatoriana, sino por la tensión interna que sacudía al club Barcelona, una institución acostumbrada al ruido, pero no a este tipo de situaciones extremas.
El plantel profesional había hecho público su reclamo por salarios atrasados. Y el presidente, Antonio Álvarez, respondió con un comunicado incendiario, cargado de reproches, amenazas y una revelación inquietante: uno de sus futbolistas, dijo, había pedido seguridad privada por amenazas de muerte.
Horas más tarde, la advertencia dejó de ser una frase incómoda en redes sociales para transformarse en una tragedia irreversible.
A las 15.53 de este miércoles, según el registro del sistema de emergencias ECU-911, dos hombres a bordo de motocicletas se detuvieron frente a una carnicería ubicada sobre la avenida Isidro Ayora, en el sector de Sauces 6. No hubo forcejeo ni intento de robo. Los atacantes bajaron, apuntaron y dispararon. Una ráfaga seca, directa y precisa. El pánico se expandió en segundos entre comerciantes y clientes que buscaron refugio detrás de heladeras, mostradores y persianas a medio bajar.
Entre las personas alcanzadas por los disparos estaba Mario Pineida Martínez, defensor de Barcelona, exseleccionado ecuatoriano, 33 años. Lo acompañaban su madre, Letty Martínez, y una mujer, Gisella Fernández, de 39 años y nacionalidad peruana, que inicialmente se dijo que era su esposa.

Pineida, vestido con bermudas de jogging gris y una remera negra, cayó en el lugar, sin posibilidad de auxilio, al igual que Fernández. La madre del futbolista recibió un impacto superficial en la cabeza y sobrevivió: quedó fuera de peligro, aunque marcada para siempre por la escena.
En medio del drama, y con tres que supuestamente habían quedado huérfanos, grande fue la sorpresa cuando se conoció el posteo de otra mujer: “Ante los comentarios e imágenes que indican que la esposa de Mario Pineida también fue asesinada, aclaro de manera respetuosa y contundente que esa información es completamente falsa. La esposa soy yo, Ana Aguilar, madre de sus tres hijos, y me encuentro con vida. Lamentamos profundamente el fallecimiento de mi esposo, Mario Pineida, un hecho que nos llena de dolor como familia. En este momento tan difícil, pedimos respeto por nuestro duelo, por mi integridad y especialmente por la de nuestros tres hijos, quienes también están siendo afectados por la situación y esta pérdida tan grande. Solicito encarecidamente que no se sigan difundiendo rumores, imágenes o comentarios falsos que aumentan el sufrimiento de nuestra familia. Agradezco la comprensión, el respeto y la solidaridad ante esta situación tan dolorosa”.

Ante esta publicación, varios medios ecuatorianos determinaron que Gisella Fernández, la mujer fallecida junto a Pineida, era la pareja actual del futbolista.
La policía confirmó rápidamente que se trató de un ataque dirigido. No hubo señales de robo, ni intercambio previo. Dos motos, dos atacantes, disparos certeros y una huida veloz. El coronel Edison Palacios lo resumió con crudeza a los cronistas: “Todo indica que fue un atentado directo”.
En cuestión de minutos, los grupos de WhatsApp del fútbol ecuatoriano estallaron; luego, las redes sociales, las redacciones de los medios y los vestuarios. Barcelona confirmó el fallecimiento con un comunicado breve y dolido. “Un hecho ocurrido tras un atentado en su contra”, escribió el club, como si esas palabras pudieran ordenar el caos.
La conmoción se amplificó por el contexto. Horas antes, Antonio Álvarez había denunciado públicamente la falta de profesionalismo de parte del plantel, había expuesto intimidades y había deslizado, casi al pasar, que uno de sus jugadores estaba amenazado y contaba con custodia privada pagada por él mismo. Con el correr de la tarde, se supo que Pineida no era ese futbolista (la seguridad correspondía a Dixon Arroyo), pero el daño ya estaba hecho: el crimen quedó inevitablemente atado a un clima de violencia, desprotección y desgaste institucional.

“Son pocos los líderes negativos, y ahora que han roto códigos, ya se han dicho mentiras, me toca salir a contar verdades, y romperlos también, porque esta pequeña minoría es la misma que se pasa comportando durante todo un año de forma negativa y no protegen el cuidado invisible del deportista y pasan de joda en joda, con mujeres y de farra en farra, mientras jugamos Copa Libertadores (…) Eso que dicen que es amor por los colores es pura boca, el amor que tienen es por el color verde, la plata, y hablo de la minoría que maneja ese comunicado, no de todos, son 7”.
Mario Pineida no era un nombre más. Había construido una carrera sólida, de largo aliento. Surgido en Independiente del Valle, fue campeón con Barcelona en 2016 y 2020, y campeón de la Copa Ecuador con El Nacional en 2024, Lateral izquierdo con un gran despliegue, pasó por Fluminense y formba parte de la selección mayor. En Barcelona disputó 224 encuentros, fue capitán en 2025 y un referente del vestuario. Un jugador respetado, reconocido por su constancia y profesionalismo.
¡Todos presentes!
Jugadores de #BSC 🟡⚫️ se encuentran en el lugar donde sucedió el incidente de Mario Pineida. https://t.co/5YLaYmWN6K pic.twitter.com/Z6kSGAXbNO
— Juan Francisco Rueda (@juanfranrueda_) December 17, 2025
La investigación de este crimen misterioso quedó en manos de unidades especializadas. Hasta el momento, no hay detenidos ni un móvil confirmado. Las autoridades hablan de reconstruir la secuencia, de analizar cámaras, de escuchar testigos. Este jueves se acercaron al lugar delos hechos los compañeros de Pineida, apesadumbrados con la noticia y todos juntos.
Afuera, en cambio, el fútbol ecuatoriano sigue consternado, atravesado por comunicados, condolencias y una pregunta que nadie logra responder del todo: ¿cómo se llega a que un futbolista profesional, en plena luz del día, termine asesinado a balazos mientras compra carne con su familia?
