El acero es un elemento esencial del mundo en que vivimos; es un material fundamental para la construcción, las infraestructuras y también para la transición ecológica. Tan importante es esta aleación de hierro y carbono que cuando su precio varía en exceso la economía mundial se constipa. En estos momentos, el acero atraviesa una tormenta perfecta que ha generado una crisis que puede tener enormes consecuencias.
De un lado, China, donde la producción sigue a la baja por circunstancias de su mercado interior. Es un asunto trascendental porque el país asiático es con diferencia el mayor productor de acero del mundo. Además, en Estados Unidos intentan defender la «americanidad» de una de sus acerías más importantes. Y mientras, en Europa cada vez produce menos acero (depende más de otros), pero a la vez quiere descarbonizarse.
China es el mayor productor de acero del mundo y ha dado la voz de alarma. La prolongada recesión inmobiliaria en aquel país no da señales de terminar, mientras que la actividad de las fábricas sigue a la baja. Dada la importancia del acero chino, su crisis tiene el potencial de extenderse por todo el mundo y sumir al sector en una recesión más profunda, informaba Bloomberg el pasado agosto.
Las condiciones en el sector siderúrgico chino son como un «duro invierno» que será «más largo, más frío y más difícil de soportar de lo que esperábamos», dijo el presidente de China Baowu Steel Group Corp., Hu Wangming. Sólo esta empresa produce alrededor del 7% del acero mundial y su máximo responsable avisa de una crisis peor que las de 2008 y 2015.
El gigante asiático produce más acero que el resto del mundo. Entre enero y agosto de este año, China representó más del 55% de la producción mundial. Esa crisis del sector inmobiliario ha llevado a las empresas chinas a exportar cada vez más al resto del mundo. Eso, a su vez, supone precios con los que es imposible competir. La semana pasada, el Parlamento Europeo debatió el asunto y casi todos los grupos criticaron las políticas de China, que al subvencionar su acero perjudica a la siderurgia europea.
ArcelorMittal, segunda mayor compañía siderúrgica del mundo, considera «agresivo» el aumento de las exportaciones de China. Pero la empresa asegura que la actual crisis del acero no va a afectar a su negocio en España. Con sede central en Luxemburgo, ArcelorMittal posee plantas en Avilés (Asturias), Gijón (Asturias), Sagunto (Valencia), Pedrola (Zaragoza), Etxebarri (Vizcaya), Lesaka (Navarra), Sestao (Vizcaya), Olaberria (Guipúzcoa), Vergara (Guipúzcoa) y Zumárraga (Guipúzcoa).
EE UU defiende su acero de Opas
En Estados Unidos, el problema es United States Steel (US Steel), una de las grandes productoras de acero del mundo. Sus acciones se desplomaron este año ante la posibilidad de que fuera comprada por Nippon Steel, la mayor empresa productora de acero de Japón. Muestra de la importancia del acero, el presidente Joe Biden, movió ficha y, en el fin de su mandato, ha querido vetar la compra de la operación.
A la espera de la aprobación reglamentaria y de los accionistas, US Steel sería adquirida por Nippon Steel por 14.100 millones de dólares. El acuerdo, anunciado a mediados de diciembre de 2023, mantendría el nombre y la sede en Pittsburgh. Pero en realidad, la opa amistosa japonesa ofrece 55 dólares por título, un 87% por encima de la cotización actual.
La decisión está ahora en manos del Comité de Inversiones Extranjeras en Estados Unidos (CFIUS), dependiente del Departamento del Tesoro, que puede parar la adquisición o dejarla sobre la mesa del despacho oval. En todo caso, el asunto ha enturbiado las relaciones entre EE UU y Japón.
Decidirá Harris o Trump
A finales de septiembre, Nippon Steel volvió a solicitar al CFIUS la revisión de su proyecto de adquisición de US Steel. La Casa Blanca ha extendido la revisión de la compra, lo que retrasa la decisión hasta después de las elecciones del 5 de noviembre. Será el ganador, Harris o Trump, quien tenga la última palabra.
Biden ha frenado una hipotética compra de US Steel y, de igual modo, los candidatos presidenciales se han mostrado partidarios de la empresa siga siendo norteamericana. Pero las declaraciones no pagan facturas y en la caja de la compañía no hay un dólar.
De modo que US Steel no descarta cerrar fábricas, lo que afectaría enormemente al mercado laboral estadounidense. La siderúrgica da empleo directo a 85.000 personas. Sus factorías producen acero laminado plano, acero tubular y mineral de hierro.
Europa o cómo producir acero limpio
Es vital, se diría que estratégica, pero la producción industrial de acero en Europa ha disminuido un 20% en los últimos 10 años, pasando de un superávit comercial a un déficit comercial de unos 10 millones de toneladas, según datos de la Comisión Europea.
Ahora mismo, «Europa es sólo un 7% de la producción mundial del acero», explicaba la pasada semana en el Parlamento Europeo la comisaria Helena Dalli. La responsable invitó a «revertir la tendencia», lo que requiere de «más inversiones en nuevos proyectos de acero limpio para que Europa vuelva a ser competitiva en el paisaje del acero en los próximos años».
No es fácil. Los fabricantes europeos de acero se ven presionados por Bruselas y su impulso verde para que se descarbonicen, pero producir acero limpio «podría empeorar su ya raquítica posición competitiva mundial», asegura en enero Financial Times. En principio, el arancel ambiental, el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono, se va desplegando poco a poco y en los próximos años incrementará sus restricciones a productos de fuera de la UE.
Las acerías europeas saben que tendrán que pagar el coste total de las emisiones de dióxido de carbono de aquí a 2034. Eso podría añadir 200 euros al coste de cada tonelada métrica de acero producida en altos hornos, casi un 30% del precio actual, explica el diario económico.
La industria siderúrgica es responsable de una media del 7% al 9% de las emisiones totales de CO2 generadas por la quema de combustibles fósiles. Se estima que la demanda de acero crecerá hasta un 30% para 2050.