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Dejó atrás el bullying, abrazó la resiliencia y hoy transforma colectivos en casas sobre ruedas junto a su papá

Publicado: diciembre 3, 2025, 5:00 am

Las crisis suelen poner a prueba los cimientos de cada vida. Algunos se repliegan, otros se quiebran, y unos pocos eligen resistir con creatividad. En esos meses inciertos de encierro durante la pandemia de COVID, cuando el mundo entero parecía congelado, Aylú Lescano encontró en lo inesperado una puerta hacia lo nuevo. Junto a su papá, con quien la vida siempre le había tendido un puente silencioso, decidió transformar la incertidumbre en un motor. Literalmente.

El proyecto comenzó en el fondo de su casa, con un micro de larga distancia que había quedado detenido. Mientras muchos contaban los días en calendarios tachados, ellos se sumergían en herramientas, maderas y planos improvisados. Cada tornillo que ajustaban era también una forma de ceñir la mirada sobre el futuro. Era el nacimiento de un emprendimiento que se animaba a darle segunda vida a vehículos pesados para convertirlos en casas sobre ruedas.

El inicio de todo fue un micro en estado de abandono

“Era nuestro primer trabajo juntos y el primer trabajo pago para él”

“No fabriqué mi primer motorhome hasta que no llegó la pandemia en la Argentina. El primer Gigi Motorhome lo realizamos con papá en plena cuarentena, era nuestro primer trabajo juntos y el primer trabajo pago para él”, recuerda Aylú. “Yo justo me había recibido y no encontraba trabajo justamente por la cuarentena, así que me sumé en la fabricación de este motorhome para un amigo de la familia. Me fui enamorando del proceso, las herramientas y la construcción”.

Hija y padre, un proyecto en conjunto

Ese tránsito de lo académico a lo manual no fue sencillo. Pasó de escribir horas frente a un escritorio a pasar días enteros en el taller, de teorías literarias a caladoras y destornilladores. “Los primeros meses no fueron fáciles. Había pasado del mundo de las letras al mundo de los oficios, de lo teórico a lo práctico. De estar sentada en un escritorio a estar todo el día parada haciendo mano de obra.

Al principio terminaba muy cansada porque estaba desacostumbrada, pero me gustaba estar aprendiendo algo nuevo todos los días, y más junto a mi papá”.

La pandemia entusiasmó a padre e hija para comenzar este proyecto

El aislamiento, para muchos sinónimo de soledad, fue para ellos la oportunidad de trabajar codo a codo. Entre lijas y sierras eléctricas, Aylú descubrió que lo aprendido en la infancia —resistir frente al bullying, mantenerse firme frente al rechazo— ahora era un capital invaluable. Aprendió a usar herramientas, se frustró, volvió a empezar. Se animó a mostrar cada paso en redes sociales y, con ello, encontró también un público dispuesto a acompañar el proceso.

El primer motorhome terminado fue una suerte de declaración: era posible reinventarse incluso en medio del silencio de las calles vacías. Era viable transformar la adversidad en un viaje hacia otra manera de vivir.

Una infancia entre rutas y silencios

La historia de Aylú no puede contarse sin volver atrás, hasta esos años de infancia en los que la vida la puso a prueba de manera temprana. Nació en una familia de emprendedores, marcada por la cultura del esfuerzo. Sus padres trabajaban largas jornadas, y durante sus primeros años vivió con su abuela, hasta que la muerte de ella dejó un vacío difícil de llenar. “Fue una infancia tranquila y bastante normal hasta entonces -señala-, cuando yo tenía 6 ó 7 años. Mis padres son emprendedores y me criaron con la cultura del esfuerzo: desde muy, muy chiquita, siempre me llevaron a trabajar a sus comercios. Vi en primera persona los altibajos de emprender y el sacrificio que ellos realizaban todos los días”, La escuela tampoco fue refugio: sufrió bullying constante tanto en primaria como en secundaria, jornadas eternas de doble escolaridad que la obligaban a pasar casi todo el día en un entorno hostil. “Mi adolescencia fue un poco complicada, me sentí muy sola después de la muerte de mi abuela y estaba en un ambiente que no me hacía para nada feliz”, explica.

Las dificultades vividas en la escuela la ayudaron a sostener sus deseos al crecer

En medio de esa adversidad, hubo un respiro luminoso. Su padre, ingenioso y aventurero, decidió construir el primer motorhome familiar. “Por entonces mi papá fabricó el primer motorhome para viajar en familia -relata-. Juntos, con mis padres y mis hermanos, viajamos a Chile, Bolivia, Perú, Uruguay y recorrimos toda la Argentina. Comprábamos un imán por cada lugar que visitábamos y llenamos toda la heladera de nuestra casa rodante con ellos”.

Incluso en un cumpleaños llevó a todos sus compañeros de clase en el motorhome a un zoológico. En un tiempo en que los viajes sobre ruedas no eran habituales en la Argentina, para ella se volvió una forma natural de habitar el mundo. “En su momento, la vida rodantera no era algo tan usual aquí -rememora-, pero imposible no enamorarse de los motorhomes con lo lindo que es viajar y la posibilidad de crear recuerdos así”.

La adolescencia se mezcló con silencios y soledad, pero también con la certeza de que no iba a ceder a la presión de encajar. “Siempre fui buena alumna y me mantuve fiel a mí -indica-; trataba de ignorar los comentarios de mis compañeros en vez de intentar de encajar. Creo que hoy en día es igual pero en las redes, y creo que el bullying de cierta forma me preparó para el hate habitual de los medios digitales de hoy”. Ese mismo temple sería, años después, el que le permitiría reconvertirse frente al desafío inesperado de la pandemia.

El gato es fiel compañero del trabajo familiar

“Trato de que el hecho de ser mujer en una industria de hombres sea una ventaja”

Gigi Motorhomes nació en un patio, pero creció al ritmo de la confianza y la demanda. Tras el primer micro, llegó un colectivo, luego un furgón. El espacio se volvió insuficiente, y la familia tomó una decisión radical: vender su casa y apostar por un galpón propio en Tigre. “Así pasamos de 200 metros cuadrados a 1000”, recuerda Aylú. Hoy trabajan sobre vehículos de clientes que buscan convertirlos en hogares nómadas: cada uno es artesanal, personalizado, y puede demandar hasta un año de trabajo. “Actualmente, tenemos la agenda cerrada porque estamos trabajando en reconversiones que pactamos previamente mientras que trabajamos en crear una flota para alquiler”, explica.

El camino no estuvo libre de obstáculos. Aylú debió enfrentar machismo y mansplaining en un rubro dominado por hombres. “Ya llevo cinco años ejerciendo este oficio y todavía me quieren enseñar a hacer las cosas por el simple hecho de ser mujer -recalca-. Hay muchísimos estereotipos con respecto al género en el mundo de la construcción”. Pero en vez de ocultar su feminidad, eligió abrazarla. “Trato de que el hecho de ser mujer en una industria que, por lo común, tiene a los hombres como protagonistas, sea una ventaja: sé que es llamativo, y trato de utilizar eso a nuestro favor para potenciar nuestro emprendimiento. Inclusive, exagero: cada vez me hago las uñas más llamativas y siempre utilizo moños en el pelo”.

Además de los encargos personalizados, el negocio se prepara para lanzar una flota propia de vehículos para alquiler. La idea es abrir la experiencia a quienes sueñan con viajar sobre ruedas sin necesidad de comprar o transformar un vehículo.

Sostienen que el futuro será el alquiler de los motorhome

Consejos para el sueño de viajar en Motorhome

Según Aylú, a la hora de seleccionar una casa rodante para alquilar conviene tener en cuenta algunos aspectos clave: “Lo más importante al elegir el vehículo es la cantidad de personas que van a estar viajando -advierte-. Mientras que un furgón generalmente es para dos o tres personas, un micro de larga distancia puede acomodar hasta a ocho. También las distancias que se van a recorrer podrían ser un factor a considerar”.

La cocina

El error más común, explica, es elegir un vehículo demasiado grande sin tener registro profesional ni experiencia en manejar esas dimensiones. “La mayoría de los motorhomes, como los fabricados sobre vehículos como un micro o un colectivo, requieren un registro profesional -puntualiza-. Sin embargo, el error contrario que uno podría cometer es elegir un vehículo demasiado chico que no se acomode a las necesidades de una familia”.

Su negocio está en plena expansión: talleres, cursos online, asesorías, redes sociales que no paran de crecer y proyectos en conjunto con empresas. “Lo principal que se viene es el servicio de alquiler. Ya estamos trabajando el primer producto de la flota sobre un vehículo que antes era un transporte escolar. Va a ser para 4 ó 5 personas y estamos muy emocionados”, adelanta.

En ese recorrido, Aylú siempre vuelve a la misma imagen: aquella niña que miraba por la ventanilla de un motorhome construido por su papá. La vida, de algún modo, le devolvió esa postal. Sólo que ahora ella también es parte de quienes giran la llave del motor y ponen en marcha los sueños

Los detalles del living y cocina

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