Fue en 1845, cuando el Congreso decidió que las elecciones se llevarían a cabo el primer martes después del primer lunes de noviembre. Este vez las elecciones estadounidenses que se celebran cada cuatro años caerán el martes, 5 de noviembre. Y esta cita con las urnas se está mostrando más reñida que nunca, con datos muy igualados y la incertidumbre sobre los votantes indecisos. No obstante, también hay un periodo de «voto anticipado» en los centros electorales para facilitar que se ejerza ese derecho antes del día fijado. Antes de elegir una fecha única, inicialmente cada estado podía tenía la opción de votar en el periodo comprendido entre octubre y diciembre. En el siglo XIX los ciudadanos eran principalmente agricultores y tenían que viajar a sus respectivos colegios electorales. Un recorrido de días que al ser un martes no interfería con las actividades religiosas del domingo ni con el mercado agrícola del miércoles. Y noviembre coincide con el final de las cosechas, lo que significaba más tiempo libre para los votantes. Los ciudadanos participan en las elecciones presidenciales en los centros de votación o por correo, pero el ganador no es el candidato que más votos populares recibe, sino que se trata de una elección indirecta a través de lo que se denomina el Colegio Electoral. En este órgano cada uno de los 50 estados tiene un número de electores igual al de miembros con los que cuenta en el Congreso (Cámara de Representantes y Senado), a los que se añaden tres de Washington DC. California es el estado con más electores. Tras la votación popular, se hace el recuento de papeletas por estado . En 48 de ellos y en Washington DC el candidato que alcanza el mayor número de votos se lleva todos los electores que corresponden a ese estado. Solo Nebraska y Maine se rigen por un sistema diferente para distribuir sus miembros del Colegio Electoral: en Nebraska, dos de sus cinco electores se los lleva el vencedor en el estado y los otros tres el que gane en otros tantos distritos; en Maine, dos de los cuatro que tiene son para el ganador en el estado y los otros dos se otorgan por distritos. El ganador final de las elecciones presidenciales es aquel candidato que obtiene más de la mitad del total de votos electorales . Pero puede suceder, como ocurrió en 2016 en las elecciones de Clinton contra Trump, que el ganador de las elecciones tenga más votos electorales, pero menos votos ciudadanos. Aunque en la noche electoral, con el recuento del voto popular, se suele conocer ya quién va a ser el presidente, oficialmente no se proclama un vencedor hasta que los electores se reúnen y votan en sus respectivos estados a mediados de diciembre.