Publicado: octubre 11, 2025, 10:04 am
El concepto se hizo famoso a principios de este año, a partir de una recomendación del epidemiólogo estadounidense Derya Unutmaz. “No te mueras en los próximos diez años”, sostuvo durante una entrevista que se hizo viral. La idea detrás de esta recomendación es que los avances en el área de la salud están acelerando tanto que en una década llegaremos a lo que se denomina la “velocidad de escape de la longevidad”, con procesos de reversión del envejecimiento ya aprobados por agencias regulatorias.
“La idea no gira tanto sobre el concepto de estirar la edad actual (lifespan) y vivir mucho tiempo siendo viejo, sino de revertirla (reverse aging), es decir volver a ser más jóvenes genética y físicamente (healthspan)”, explica a LA NACION Tomás García, un argentino de 33 años que vive en San Francisco y dirige el área de comportamiento Verify, una empresa de IA de Salud de Alphabet (Google). “Es importante resignificar la idea de longevidad con los avances de la inteligencia artificial. Tiene muchas consecuencias personales, morales y colectivas. Por ejemplo, cómo los países diseñan sus esquemas de contención social y demográfica o cómo se transforman las relaciones humanas. El impacto será gigante”.
“Oro blanco”: el alimento milenario que ayuda a restaurar la flora intestinal
García nació en Bahía Blanca, y es muy amigo de los basquetbolistas de la Generación Dorada, especialmente de Juan Ignacio “Pepe” Sánchez. Estudió Estadísticas en Columbia y hoy, en la Costa Oeste de los EE.UU., probablemente sea el argentino con mente brillante mejor ubicado para observar en primera fila el “choque de meteoritos” que se está dando en tres avenidas de cambio que se cruzan: la tecnológica, la de la explosión de la agenda del bienestar y la de estudios de comportamiento, que se desplegaron este siglo en buena medida gracias a los aportes del psicólogo y Nobel de Economía Daniel Kahneman.
Un “Google Moonshot” es un término utilizado por esta empresa para describir proyectos ambiciosos y disruptivos que buscan resolver un problema global utilizando tecnología. El concepto se inspira en el proyecto Apolo 11 que llevó al hombre a la luna, un objetivo que en su momento parecía inalcanzable. Verily es una empresa de IA de Alphabet que surgió como un “moonshot” dentro de Google X (el laboratorio de innovación de Alphabet) en 2015. La misión de Verily es combinar una profunda experiencia clínica, regulatoria y tecnológica para proporcionar a sus clientes soluciones centradas en el paciente que hagan que la atención médica sea más personal y precisa.
–¿En qué verticales de la medicina estás viendo más avances?
-Hay un eje predictivo y de diagnóstico muy fuerte. Avances que permiten detección de enfermedades tempranas, nuevos tratamientos, desarrollo de vacunas. Eso se mueve rápido. El otro área importante es la de la precisión de la salud, donde se avanza cada vez más en la integración de los datos del paciente. El sistema de salud está muy fragmentado y la información es dispersa. Todavía no hay buenas plataformas que integren todo tu mapa de la salud, incluyendo tu historial médico, el de tu familia, etc., por lo tanto es difícil “contar la historia” de un paciente y generar esquemas de bienestar a futuro. Creo que la inteligencia artificial puede integrar estos puntos rápido y formar historias clínicas más unificadas, que ayuden a los especialistas de la salud a tomar mejores decisiones.
–¿En cuánto tiempo se forma un hábito de bienestar?
-El mito de que un hábito se forma en 21 días es popular, pero el estudio es de hace muchos años y tiene matices. La evidencia muestra que el camino del hábito es más irregular. Hay otro estudio, que a mí me gusta más, de Phillipa Lally , del University College London, que siguió a 96 voluntarios durante 12 semanas mientras intentaban formar un nuevo hábito. La conclusión principal fue que el tiempo promedio para que un comportamiento se volviera automático fue de 66 días. Pero lo más importante no es este número, sino que la variabilidad en la muestra fue enorme. El tiempo real para cada individuo fluctuó desde un mínimo de 18 días hasta un máximo de 254 días. Lo que sí es importante destacar es que para que un hábito exista tiene que haber frecuencia, es decir repetición constante del comportamiento, y automaticidad, que es la rapidez con la que respondemos a un estímulo del contexto para ejecutar la acción.
-¿Y cómo se forma un hábito, desde la tecnología de la salud?
-Cuando se diseñan intervenciones o productos que promueven la formación de hábitos, hay que tener en cuenta dos cosas: la mecánica o “loop” del hábito y la calidad de la motivación. Para que la mecánica del hábito funcione, tenemos que ofrecer un estímulo que invite a la acción, seguido de una recompensa. Es decir, la próxima vez que el teléfono vibre con la notificación (estímulo), la persona va a sentir ganas de caminar (acción) para obtener esa sensación linda de cansancio y relajación al final (recompensa). La heurística es rápida, y con el tiempo se automatiza. Pero es fundamental que ese sentimiento de cansancio y de bienestar después de caminar sea algo que la persona esté buscando. El error en muchos productos o plataformas de bienestar es pensar que sólo importa la cantidad de la motivación (cuánto queremos hacer algo), sin analizar si estamos listos para hacerlo, que otras cosas compiten por nuestra atención y si efectivamente hacer eso nos interesa.
-¿Y porque esto es importante?
-Porque si tocás la tecla de motivación errónea, las personas se escapan antes de que el hábito se forme. El mercado de las aplicaciones de bienestar en Estados Unidos es de 500 mil millones de dólares, pero el 70% de los usuarios dejan de usar esas apps en menos de 3 meses, sobre todo porque reportan poca motivación.
-¿Qué errores comunes se cometen?
-Un error común es pensar esquemas de recompensas e incentivos basados en puntos, rachas o inclusive dinero sirven para retener usuarios en el largo plazo. Estos elementos son muy buenos para activar la motivación inicial y se ve en aplicaciones que funcionan muy bien para la formación de hábitos como Duolingo o Finch, por ejemplo. Pero cuando el usuario ya lleva un tiempo en el producto y cambia de motivación extrínseca (lo hago por que alguien me da algo) a intrínseca (lo hago porque me gusta) ya no buscan puntos, tokens o dinero. De hecho es peligroso seguir ofreciendo esto.
-¿Qué hábitos priorizás vos personalmente en tu agenda de bienestar?
-Hace varios años empecé a prestarle más atención y tiempo a mi bienestar personal. La meditación, las pausas intencionales, como dormimos, aprender a respirar, etc. Fui y vine muchas veces con rutinas, dietas. Con el tiempo aprendí que no hay soluciones mágicas y que el sistema parasimpático funciona cuando pasan muchas cosas a la vez, cuando descansamos mejor, cuando conectamos con gente que queremos, nos alimentamos mejor. Pero no hay una sola cosa. Eso sí, si tengo que elegir algo que mantuve y que recomiendo no dejar nunca, es el hábito de meditar al menos 20-30 minutos todos los días. Te ayuda a tomar distancia de las narrativas que creamos, a ser más humilde, más compasivo y a manejar las “velocidades internas”.
-¿Qué te parece que sobreestimamos y qué subestimamos en el campo del bienestar?
-Sobreestimado… no sé … quizás un poco el exceso de información. El “saber” de bienestar. Hay veces que creemos que empaparnos de todos los podcast y recetas de salud son lo mejor para entender lo que hay que hacer. Eso puede ser un poco traicionero, reduce la espontaneidad y muchas veces aumenta la auto exigencia. Subestimado, hay mil cosas. Te diría que para mí la más pronunciada es la fe. Creo que hay algo muy lindo e íntimo en la relación con un poder superior para luchar contra la incertidumbre. Quizás no es una religión, y quizás es el universo, o una persona que queremos que ya no está, pero la idea de aferrarse a algo da un sentido muy fuerte a veces.
-¿Qué sesgo es el más dañino para el bienestar?
-Hay muchos… el exceso de confianza es de los más difíciles de navegar. Las personas no somos muy buenas estimando probabilidades reales y creemos que las cosas le pasan más al resto que a nosotros. Pero hay algo que en el ámbito de salud pasa mucho que se llama “peak-end rule”. Es una un atajo mental que tomamos para simplificar los procesos de la memoria. Muestra que las personas no suelen recordar toda la trayectoria de una experiencia sino dos cosas, los momentos más intensos , y el final. Entender este sesgo es importante para diseñar intervenciones de salud, podés estratégicamente alocar aspectos más placenteros en momentos estratégicos en las series de tiempo, para que el resultado final o el promedio mental que las personas tienen de la experiencia sea positivo.
-¿Qué herramientas de IA son más eficaces para mejorar hábitos?
-Hay que buscar dos cosas: herramientas que nos ayuden no sólo cuando estamos en la app sino también en el mundo real. Gran parte del proceso de formación de hábitos pasa en la vida real, no en la pantalla del celular. La otra clave son apps que aumenten nuestro sentido de auto-responsabilidad, a las personas no nos gusta traicionarnos a nosotros mismos: elementos que te ayuden a comprometerte y que te mantengan fiel a tu promesa inicial son fundamentales para mantener hábitos. Y detrás de las metas de salud o bienestar siempre hay otro “gran por qué”, que es lo que verdaderamente moviliza a la acción. Lo que motiva en última instancia es mucho más humano y terrenal que lo que cualquier base de datos de engagement te pueda mostrar. Las apps que vean eso, siempre tienen más llegada.