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Canadá gana a EE.UU., y a Trump, la batalla del hockey sobre hielo en la prórroga

Publicado: febrero 21, 2025, 5:05 am

Era mucho más que un partido. Canadá y EE.UU. se enfrentaron en Boston este jueves por la noche -madrugada del viernes en España- en la final del Torneo 4 Naciones de hockey sobre hielo, con el ambiente cargado por las tensiones políticas entre ambos países y por la bronca del último duelo. Y con la final calentada durante el día por el presidente de EE.UU., Donald Trump. Pero el multimillonario neoyorquino se fue a dormir con el gusto amargo de la derrota: en un partido de emoción máxima, la moneda cayó del lado canadiense en la prórroga (3-2). Este Torneo 4 Naciones es una competición de nuevo cuño, ideada por la liga profesional de hockey de Norteamérica, la NHL, para sustituir al tradicional Partido de las Estrellas. Visto el resultado, que ha acabado con el partido que más atención ha despertado en este deporte en los últimos años, ha sido una idea magnífica. Además de EE.UU. y Canadá, participaron Suecia y Finlandia. Los vecinos de Norteamérica se enfrentaron en un partido de la fase previa el pasado fin de semana en casa de los canadienses, en Montreal. Allí se desató el escándalo. El hockey es el deporte nacional de Canadá, un orgullo patrio. El público canadiense abucheó y silbó el himno estadounidense antes del partido, en medio de tensiones entre dos países amigos. Desde su victoria en las elecciones presidenciales del pasado noviembre, Trump ha repetido que busca la anexión de Canadá. De forma recurrente, califica al país como el «51º estado de EE.UU.». Pocos días después de llegar a la Casa Blanca, impuso aranceles del 25% a todas las exportaciones canadienses que van a EE.UU. La economía de Canadá depende en mucho de la primera potencia mundial y esa decisión amenazaba con empujar al país a la recesión. Trump suspendió los aranceles justo antes de que entraran en vigor a cambio de concesiones en el reforzamiento de la frontera. Pero el episodio disparó el sentimiento antiamericano en Canadá, con toda la clase política canadiense unida contra las agresiones de Trump. El enfrentamiento se trasladó a la pista. Apenas había tocado la pastilla el hielo y ya había comenzado una pelea entre el canadiense Brandon Hagel y el estadounidense Matthew Tkachuk. Otras dos peleas se desataron antes de que se cumplieran los primeros nueve segundos del partido. Quitarse los guantes y liarse a mamporros no es algo extraño en hockey sobre hielo. Pero aquí parecía algo diferente, había un componente patriótico evidente. «Lo hice por la bandera, no por las cámaras», dijo Hagel después del partido. «No me gustó y eso es lo único que podía hacer», replicó Tkachuk sobre la bronca contra su himno. Fue un partido a tumba abierta, en el que EE.UU. se impuso 3-1. El destino quiso que Canadá y EE.UU. volvieran a verse las caras en la final. El partido cobró una atención propia de una final de Juegos Olímpicos. Con la Super Bowl ya celebrada, la NBA en un momento poco interesante de la temporada y el béisbol todavía sin haber comenzado, la final del 4 Naciones era el acontecimiento deportivo de la semana, algo muy poco habitual para el hockey. La final era en Boston. El equipo estadounidense invitó a Trump a que presenciara el partido, en un mes en el que el presidente de EE.UU. se ha dado baños de masas en la Super Bowl y en las 500 millas de Daytona. Trump no acudió, pero no dejó de echar combustible al partido. Por la mañana del jueves, anunció en su red social que llamaría por teléfono al equipo para «empujarles a la victoria esta noche frente a Canadá, que, con impuestos mucho más bajos y mucha más seguridad, será algún día, quizá pronto, nuestro querido y muy importante estado 51º». Para más recochineo, invitó a ver el partido al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, del que a veces se ha mofado llamándole «gobernador». «¡Traed el torneo a casa!», gritó Trump por teléfono a los jugadores estadounidenses. Pero no dio resultado. Era inevitable que se repitiera la tensión. Los estadounidenses abuchearon el himno del vecino. La intérprete canadiense cambió uno de los versos de la letra como respuesta a las amenazas expansionistas de Trump. Cuando lo que sonó fue el choque de los palos y de los golpes cuerpo a cuerpo, el partido fue memorable. Se adelantó Canadá y empató EE.UU. Amagaron con remontada los locales, que se pusieron 2-1. Los canadienses forzaron el empate, casi se llevan la victoria en el último segundo del tercer y último tiempo y todos se fueron a la prórroga. La tensión se cortaba con cuchillo en el tiempo añadido, con oportunidades claras para EE.UU. y paradas antológicas del portero canadiense, el cuestionado Jordan Binnington. Al fin, Connor McDavid, considerado el mejor del deporte en estos momentos, coló la pastilla en la portería rival y Canadá levantó la copa. «No os podéis llevar nuestro país y no os podéis llevar nuestro deporte», escribió Trudeau en redes sociales. Varias horas después del partido, Trump no había comentado nada sobre el resultado. Sobre el hielo, los canadienses cantaron su himno en territorio estadounidense, con una letra cargada de un orgullo especial: «Dios mantenga a nuestra tierra gloriosa y libre / Oh, Canadá, estamos en guardia por ti».

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