La medicina estética vive un auténtico boom en España , y esto ha provocado un aumento considerable de las malas praxis, en parte también por la influencia de las redes sociales. La SEME (Sociedad Española de Medicina Estética) denuncia que el 65% de los procedimientos son realizados por profesionales no cualificados , y que el 20% se hacen en centros de belleza no regulados, peluquerías e incluso domicilios. Con el fin de alertar sobre el peligro de someterse a un tratamiento de medicina estética en un centro no autorizado y de la importancia de informarse bien previamente, la SEME ha lanzado una campaña divulgativa a través del site Tu cara ya no me suena . En esta web se ofrece información clara y concisa para que cualquier persona aprenda a identificar los mecanismos habituales de la mala praxis en medicina estética. La apariencia física ha adquirido en los últimos años un gran protagonismo a todas las edades. Todos, hombres y mujeres, queremos vernos mejor, más guapos y más jóvenes. De hecho, según un estudio de percepción independiente impulsado por la SEME, un 47% de la población se ha sometido a una técnica médico estética en alguna ocasión. El problema es que muchas personas no son conscientes de que pincharse bótox , ponerse ácido hialurónico o realizarse una radiofrecuencia de alta intensidad son procedimientos médico estéticos y no estéticos. Todos los tratamientos médico estéticos los debe realizar un médico en una clínica autorizada (dispositivo U48, la licencia que identifica que es un centro autorizado) porque, como explica el doctor Sergio Fernández Mesa , vicepresidente segundo de la SEME, «se trata de un acto médico, es decir, requiere un estudio previo, abrir una historia clínica del paciente, igual que si vas al cardiólogo. Por ejemplo, si voy a hacer un aumento de labios , necesito conocer los antecedentes familiares, por si hay problemas de inmunidad o de herpes labial, porque pueden surgir contraindicaciones y hay que hacer un seguimiento más estrecho del paciente. Cualquier acto médico tiene riesgos asociados, en la medicina estética los hay, por eso hay que ir a una clínica». Las redes sociales son, en parte, responsables, de la banalización de la medicina estética. Por una parte, se incita a seguir modas y tendencias, como los ‘foxy eyes’ o los labios rusos, que dan como resultado caras idénticas. Por otra parte, perfiles no médicos se convierten en referencia sobre medicina estética para sus seguidores. El doctor Juan Antonio López López-Pitalúa , presidente de la SEME, señala que «muchos de estos contenidos dibujan procedimientos médicos como sencillos e inocuos pero, en manos equivocadas, ponen en jaque la seguridad del paciente». Sorprende que según el estudio de la SEME, el 20% de los tratamientos de medicina estética se hagan en peluquerías, centros de belleza o incluso domicilios particulares . Pero la doctora Petra Vega , tesorera de la Sociedad Española de Medicina Estética, ha revelado que aún hay sitios más rocambolescos: « en cruceros, en trastiendas y el caso más grave que está judicializado, en los lavabos de las cafeterías . Este último ha ocurrido en diversos puntos de España». El perfil de pacientes que acuden a lugares así, según la doctora, es muy dispar, pero en general son «personas con bajos recursos o aquellas que presentan un perfil adictivo, que sienten el impulso de hacerse tratamientos que un médico les niega». Según los doctores, hasta un 15 % de las primeras visitas registradas en la SEME son de pacientes que llegan con efectos adversos , que son el resultado de procesos realizados en centros no autorizados. Además, hay otro problema sobre el que alertan: el uso de productos no autorizados , que llegan a través del mercado negro. Las ofertas son una señal de alerta, porque según la doctora Petra Vega «cuando bajan los precios puede ser porque se ponga menos cantidad o porque el producto venga del mercado negro». Y este es precisamente otro de los riesgos de la medicina estética, no todas las toxinas botulínicas o los ácidos hiluarónicos son iguales, en España existe un mercado negro de estos productos, que puede comprometer la salud de los pacientes. «Es necesario conocer la trazabilidad de lo que inyectamos, ya que si no se ha conservado a una temperatura correcta, puede haber riesgos. El paciente debe saber qué le han puesto», advierte el doctor Fernández Mesa. Finalmente, el doctor Fernández Mesa también ha hecho hincapié en la necesidad de « respetar los tiempos de cada producto , en caso contrario, puede haber también un riesgo para la salud, igual que pasa con cualquier medicamento si se toma más de lo pautado».