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A más de un mes del feroz temporal: Bahía Blanca aún recibe donaciones, mientras espera la ayuda estatal

Publicado: abril 8, 2025, 10:12 pm

BAHÍA BLANCA.- De sombrero estilo cowboy, chaleco de cuero y una sonrisa de oreja a oreja, el chofer de un camión con acoplado que llegaba cargado a tope desde un distrito del noroeste bonaerense golpeó la puerta de una pequeña parroquia, preparado para recibir un saludo de bienvenida y algunos brazos fuertes que lo ayuden descargar. “Gracias, ya tenemos demasiado”, escuchó desde el otro lado de la puerta entreabierta de un templo atestado en sus flacas comodidades por una pirámide de bidones con agua mineral, cajas con cientos de botellas con lavandina que se apilaban hasta casi tres metros de altura, pilas de colchones usados y nuevos que se entregaban como pan caliente y una montaña de ropa como para vestir a todo el barrio durante varias temporadas.

Así de inmenso fue este tsunami de solidaridad que creció rápido y sin pausas cuando la emergencia era extrema, entre tanta agua que tardaba en irse y toneladas de un barro pegajoso que costó retirar. Aquella ola de corazones sensibles y anónimos hace unos días que comenzó a atender otras necesidades, tan o más urgentes. Así se empezaron a ver las primeras distribuciones de electrodomésticos de línea blanca y mobiliario esencial que llegaba en este caso vía ONG, algo más organizado y donaciones de dinero que sumaron miles de millones de pesos con aportes desde todo el país e incluso desde el exterior.

Gran parte de los que han perdido casi todo y no se rinden permanecen a flote gracias a esta contagiada voluntad de tender una mano que llegó tras este brutal temporal. En lo material, como se ha visto en tantas campañas convocadas por instituciones, pero por sobre todo en lo humano. Eso de arremangarse, hundir los pies y ayudar a otro a rescatar lo que se pueda, tirar lo que no sirve o acomodar lo que se salvó fue obra repetida.

La respuesta estatal

Ese motor de solidaridad que se agilizó y aceleró a fondo, alimentado por aportes a granel de particulares anónimos y que todavía hoy y a diario dicen presente con constantes envíos, contrasta con la respuesta a la fecha del Estado. En las primeras horas de crisis izó banderas con promesas de pronta asistencia y, cuando ha transcurrido más de un mes desde la inundación, casi no ha dicho presente de manera directa en los bolsillos de esta comunidad.

“Estamos cansados de llenar planillas por un subsidio, de presentar papeles para un crédito, de esperar en un teléfono a que te atiendan y de páginas web que se saturan mientras la ayuda oficial no aparece”, dice a LA NACIÓN un comerciante de la calle Córdoba, de esos que perdieron todo. Pero todo, todo: mercadería e instalaciones de su negocio, su casa por otro lado, su auto que quedó bajo agua a tres cuadras de donde lo había dejado estacionado aquel 7 de marzo. “Qué banco me va a prestar si hoy me toca empezar de cero y con deudas”, afirmó.

Esos casos, con mayor o menor gravedad, se multiplican por miles. Se sufre por la casa dañada, otros por el comercio o la pyme dañada o, como aquel, el combo completo que multiplica el trastorno y complica más el mínimo intento de recuperación.

El puente de la calle Don Bosco que cruza el arroyo Maldonado sigue sin poder ser utilizado

En horas posteriores a la inundación pasaron por Bahía Blanca el gobernador Axel Kicillof y el presidente Javier Milei, como funcionarios de mayor rango. Gran parte de los recursos que anunciaron y desde ambos estamentos llegaron al municipio y están destinados a la recomposición básica de una ciudad que parece dinamitada, con sus puentes destrozados o inutilizados, pavimentos que cedieron o se agrietaron y canales por acomodar, entre varias urgencias. La Bahía Blanca que reclama reconstrucción por ahora apenas se emparcha.

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, acaba de pasar este lunes por Bahía Blanca para ratificar la ayuda directa que llegará a los vecinos. Su director de Apoyo Federal a Emergencias, Santiago Hardie, la acompañó y confirmó unos 25.000 inscriptos hasta este martes para recibir fondos frescos destinados a recomposición de hogares, con dos o tres millones de pesos por familia, según la gravedad de daño sufrido. Dijo a radio La Brújula 24 que ahora queda determinar a quién le corresponde y a quién no. Y sumó como novedad que el Estado nacional también ayudará a comerciantes y empresas damnificadas, con una partida de unos 26.000 millones de pesos. En este caso la modalidad de desembolso aún no se determinó.

El subsecretario de Coordinación Económica y Estadística bonaerense, Nicolás Todesca, confirmó este martes que también recibieron 35.000 solicitudes de bahienses para percibir el Aporte Único a Hogares Vulnerables Afectados, que contempla una suma por única vez y no reembolsable de 800.000 pesos por hogar. “En estos momentos nos encontramos en la etapa de procesar la información que culminaría esta semana, para saber quiénes pueden ser o no beneficiarios”, dijo a Radio Provincia.

Desde el Banco Provincia afirmaron que, a pesar de quejas de los vecinos, ya se otorgaron 3200 microcréditos en Bahía Blanca por un monto total de 12.800 millones de pesos más otros 16.000 millones para compra de electrodomésticos vía el sitio Provincia Compras en 36 cuotas sin interés.

El municipio, por su parte, habilitó hasta este lunes la inscripción en un listado para acceder a distintos planes de asistencia. Entre ellos los destinados a recomponer clubes e instituciones civiles a partir de un fondo generado de ingresos de BahíaxBahía, algún aporte de la Cámara de Diputados de la Nación y padrinazgos de empresas privadas.

El arroyo Maldonado, que se desbordó el 7 de marzo pasado

La ayuda después de la inundación

Fernando Blanco tiene una distribuidora de envases descartables y ve cómo sus empleados arrancan los papeles de los vidrios como primera señal de reapertura. “Hoy y como sea”, dice a LA NACIÓN a media tarde, después de cuatro semanas de limpiar un local y depósitos inmensos sobre la calle Sarmiento, donde tuvo 1,60 metros de agua. Abajo quedaron toneladas de mercadería, en su mayoría papel y cartón, y hasta un Chevrolet Impala, su joya de colección que guarda al fondo.

“Cuando se fue el agua dejó a la vista la solidaridad”, describe e insiste que sale adelante por los empleados, por los proveedores que ofrecieron reponerle mercadería sin pedirle un solo peso. Y por los propios bahienses, que aun sufrientes se mostraron fuertes para asistir a otros que estaban peor. Blanco recuerda que vio pasar voluntarios para acomodar y despejar basura de su comercio. “Un día tenía a un equipo de rugby completo, al otro uno de hockey y ni los conocía, fue emocionante”, remarcó.

También reconoce las dificultades y demoras de la ayuda oficial como Guillermo, que tiene un local de ropa en pleno centro y muestra a LA NACIÓN la pantalla de su celular con todos los requisitos que un banco le pone para tener asistencia o un crédito. “Ya soy cliente, saben todo de mis cuentas y siempre me piden más”, se quejó, indignado.

ONG

A la par viaja, a otra velocidad celebrada, la ayuda canalizada por entidades no gubernamentales. Aquel llamado de Emanuel Ginóbili, hijo dilecto de esta ciudad, retumbó fuerte y las donaciones se multiplicaron. La Fundación Sí es una de las que encabezan la gesta de asistir a los bahienses. Durante las últimas semanas está repartiendo heladeras, lavarropas y termotanques. También juegos completos de sillas y mesas, también colchones y camas para reponer, con modelos básicos pero funcionales, lo que el agua se llevó.

Por esa misma ruta de ayuda llegaron la recaudación de un partido del seleccionado argentino de fútbol para asistir al Hospital Interzonal José Penna, el fondo BahíaxBahía que centraliza el municipio, un recital de Ciro y los Persas en el Movistar Arena, otro que acaba de anunciar La Renga y, entre tantos, campañas de influencers varios que también multiplicaron la asistencia efectiva, mientras los vecinos y comerciantes esperan que les llegue el efectivo que comprometió el Estado.

Quizás quien mejor vio y resumió este fenómeno de donaciones, que crecía y se extendía con la misma fuerza de aquella correntada que barrió todo lo que encontró a su paso por la ciudad, fue el obispo local, monseñor Carlos Aspiroz Costa. Con calles todavía encharcadas o tapizadas de lodo arcilloso, cuando se veían llegar los primeros camiones cargados con mercadería y esta comunidad empezaba a sentir la caricia de todo un país, aseguraba que en Bahía Blanca “abunda el agua, pero sobreabunda la solidaridad”.

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