Publicado: diciembre 17, 2025, 9:09 am
Un hallazgo extraordinario en la Cueva del Azufre, situada en la frontera entre Albania y Grecia, reveló la telaraña colonial más grande del mundo, ya que cubre una superficie de más de 100 metros cuadrados. Esta inmensa estructura alberga a más de 100.000 arañas, un fenómeno sin precedentes que desafía el comportamiento conocido de las especies involucradas.
La información fue brindada por el portal Subterranean Biology, quienes llevaron adelante el estudio y lo primero que dejaron en claro fue su ubicación. La cueva, cuyo acceso principal se encuentra en Grecia mientras sus secciones más profundas se adentran en territorio albanés, forma parte del cañón Vromoner. Su nombre, que significa “agua maloliente” en griego, alude a la presencia de un arroyo sulfídico que fluye constantemente a 26 °C, con concentraciones de hasta 14 ppm de sulfuro de hidrógeno en la atmósfera. Este entorno extremo es un ecosistema sulfhídrico quimioautótrofo, lo que significa que la vida se sustenta a partir de la producción primaria in situ de microorganismos oxidantes de azufre, en lugar de la energía solar.
El núcleo de esta colonia está formado por aproximadamente 69.000 individuos de Tegenaria domestica, conocida como la “araña doméstica” o “tejedora de embudos de granero”, y más de 42.000 de Prinerigone vagans, una pequeña araña tejedora de sábanas.
Los científicos de la Sociedad Espeleológica Checa describieron por primera vez esta telaraña en 2022, y estudios posteriores confirmaron su magnitud. Este es el primer caso documentado de formación de una red colonial en estas especies, cuyo comportamiento gregario no había sido observado previamente a tal escala. La extensa red parece ser el resultado de la unión de numerosas redes individuales en forma de embudo, estratégicamente ubicadas para aprovechar los recursos.

La clave para la existencia de esta mega-colonia radica en la abundante fuente de alimento: un denso enjambre de pequeñas moscas quironómidas, identificadas como Tanytarsus albisutus, que prosperan sobre el arroyo sulfídico. Las biopelículas microbianas oxidantes de azufre forman la base de la cadena trófica, transfiriéndose a través de las larvas y adultos de los quironómidos a los niveles tróficos superiores, lo que sustenta a la vasta población de arañas. Los análisis de isótopos estables de carbono y nitrógeno revelaron que la red trófica de la colonia se alimenta de esta producción primaria local.
Un aspecto particularmente asombroso es la coexistencia de Tegenaria domestica y Prinerigone vagans. Normalmente, la primera, una araña depredadora de mayor tamaño, cazaría a la segunda. Sin embargo, en la oscuridad perpetua de la cueva y con una fuente de alimento tan profusa, esta dinámica se altera. Serban Sarbu, uno de los científicos involucrados en la investigación, explicó a CBC: “Encontrar tantas arañas en un mismo punto de una cueva fue la primera sorpresa. Entonces, uno se pregunta: ‘¿Por qué están ahí? ¿Qué es lo que realmente las mantiene vivas?’” La falta de luz y el constante suministro de moscas eliminan la necesidad de las arañas de aventurarse fuera, lo que mantiene la paz entre las especies.
Los estudios morfológicos y moleculares confirmaron la identidad de las dos especies y revelaron que sus poblaciones en la Cueva del Azufre son genéticamente distintas de otras poblaciones. Las redes de haplotipos de T. domestica, K. eremita y P. vagans muestran haplotipos únicos para los individuos de la cueva, aunque relacionados con haplotipos europeos y asiáticos. Además, el análisis preliminar del microbioma de T. domestica mostró una diversidad bacteriana significativamente menor en los individuos de la cueva (índice de Shannon de 0,82) en comparación con los de la superficie (2,99), lo que sugiere un aislamiento genético y fisiológico.

La cueva alberga también otras especies de arañas, como Metellina merianae, Lepthyphantes magnesiae y Kryptonesticus eremita, que ocupan diferentes nichos dentro del ecosistema, alimentándose de pequeños invertebrados como colémbolos. La biología reproductiva de T. domestica en la cueva también presenta particularidades, con nidadas de huevos significativamente más grandes a principios del verano, aunque el tamaño promedio de las puestas es menor que el de sus congéneres de superficie. Mantener una colonia de depredadores de este tamaño requiere un suministro constante de alimentos, una condición que la Cueva del Azufre, con su producción quimioautótrofa, proporciona abundantemente.
