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Rebeca Stones cuenta su incómoda visita a un centro de aguas termales en Marruecos: «Me chocó muchísimo»

Publicado: diciembre 15, 2025, 4:58 pm

Aunque sea una de las experiencias más enriquecedoras para muchos, viajar al extranjero no siempre resulta tan fácil como lo pintan. Y más aún si se desconocen ciertos aspectos de las tradiciones o costumbres del país en cuestión, ya que, en ocasiones, esto puede dar lugar a choques culturales para los que no siempre estamos preparados.

Prueba de ello es lo que vivió recientemente Rebeca Stones durante su viaje a Marruecos. Allí, la influencer y escritora se animó a probar un hammam, el tradicional baño de vapor árabe o turco, como parte de una actividad en grupo. «Me dijeron que era una especie de spa. Pensaba en el típico ritual en el que te exfolian la piel, te hacen un masaje con aceites y tal e iba muy contenta», empezó diciendo la gallego.

Sin embargo, lejos de la idea preconcebida que tenía, la joven de 25 años pronto descubrió que la experiencia distaba bastante del resto de centros de aguas termales que había visitado. Al llegar, cuenta, separaron al grupo por sexos, y de la entrada los llevaron a una sala donde les ofrecieron ponerse un tanga de papel, similar al de centros de depilación.

«Nos daba un poco de vergüenza quedarnos desnudas. Era un poco incómodo», confesaba Rebeca, quien, finalmente, prefirió utilizar un bikini que había traído consigo. Fue entonces cuando les llevaron a una de las saunas de vapor, en las que le pidieron que se recostaran en los bancos. «Ese mármol estaba calentísimo. Salí con todo el cuerpo rojo de lo caliente que estaba», aseguró.

Lo más impactante de su experiencia llegó cuando le tocó el turno al masajista. Y es que, según explicó, no solo la dejó completamente desnuda, sino que procedió a exfoliarle la piel con gran intensidad pasando por todas las partes de su cuerpo. «Sentía que se me estaba yendo la primera capa de piel», apuntó.

«A mí esto me chocó muchísimo porque en otros masajes que me he dado siempre habían tenido mucho cuidado de no tocar ciertas cosas, pero a mí me tocaron todo», agregó Stones, destacando la parte interior de sus nalgas y sus pechos, entre algunas de esas zonas más inusuales.

Después de este intenso tratamiento de exfoliación, que vivió con sus dos acompañantes al lado, los trabajadores del centro termal se dedicaron a verter cubos de agua sobre ella para, acto seguido, limpiarle el cuerpo. «Y luego me lavaron la cabeza como hacía mi madre de pequeña», indicó Rebeca, aclarando que, más allá de lo anecdótico, no busca burlarse o cuestionar las razones detrás del hammam. «Son vivencias».

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