Publicado: diciembre 1, 2025, 12:58 am
TEGUCIGALPA.-Honduras cerró hoy sus 19.167 juntas receptoras de votos en una jornada cívica y democrática marcada por la gran afluencia a las urnas.
Las largas colas se mezclaron con las argucias del oficialismo izquierdista para mantenerse en el poder y con los ecos de la enorme irrupción de Donald Trump en un país que tiene a su principal recurso económico (las remesas de entre un millón y medio y dos millones de emigrantes) en Estados Unidos.
Tantos ingredientes electorales provocaron que Moscú, a casi 11.000 kilómetros de distancia de la capital Tegucigalpa, interviniera a través de uno de sus portavoces oficiales para protestar por las maniobras del mandatario estadounidense. Lo nunca visto para el pequeño país centroamericano, bajo los ojos del mundo en las elecciones que no sólo determinarán la nueva presidencia, también elegirán a 128 diputados y 298 alcaldes.

Los tres candidatos desoyeron todo el día la ley electoral para proclamarse ganadores con sus respectivas encuestas a pie de urna, sabedores de lo que estaba en juego tanto dentro como fuera del país.
El liberal Salvador Nasralla no dudó en cantar victoria, empujado por los vientos de cambio que se respiraron durante todo el día en el país. “Que nadie decida por nosotros: lo que se gana en las urnas debe respetarse en todo el país”, aseguró firme el popular periodista, de 72 años.
En los datos no publicados de varios medios de comunicación también aparecía Nasralla a la cabeza de los votos, con más de 10 puntos de ventaja sobre sus rivales. Desde el principio de la campaña, el outsider liberal quiso situarse entre medias de los nacionalistas marcados por la condena por narcotráfico del expresidente Juan Orlando Hernández, ahora indultado por Trump, y del oficialismo, tan próximo a las dictaduras de Venezuela y Cuba.
Las apuestas en Polymarket también se dispararon a su favor, por encima del 60%, una vez cerradas las urnas.

En las filas nacionalistas, su abanderado, Nasry Asfura, también contaba con una encuesta que le daba ganador. Empujado por la euforia, abrazaba al candidato municipal de Tegucigalpa, la ciudad que capitaneó durante años y desde la que hizo famoso su apodo, “Papi a la orden”. Y a la vez se congratulaba del apoyo concedido desde Washington a sus aspiraciones.
“No voy a salir diciendo incoherencias o darme por ganador, pero sí le puedo decir a todo un partido que hemos trabajado fuertemente. Sabemos nuestros números, sabemos y tenemos nuestra estructura”, defendió Asfura desde el comando nacionalista.
En el lado gubernamental también se pasaron el día dándose por ganadores, incluso con supuestas encuestas que aportaban los colaboradores que acompañaban a la presidenta Xiomara Castro y al exmandatario Mel Zelaya, su marido.

“Rixi Moncada será presidenta con el 38,06% de los votos”, aseguró tras el cierre de urnas el Partido Libertad y Refundación (LIBRE). “La refundación de Honduras va adelanto”, clamó la supuesta “heredera” de Xiomara.
Las largas colas olían a cambio, según los expertos. “Hubo una campaña fuerte en el país para que los ciudadanos fueran a votar y cambiaran el rumbo del país. La gente quiere un cambio. Yo hice fila para votar durante tres horas, jamás había pasado antes”, confirmó a LA NACIÓN el analista Kenneth Madrid.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) insistió a lo largo del día que la votación era alta, casi tres millones de electores cuando todavía faltaban por cerrar las mayorías de las mesas. “Son cifras exitosas, muy superiores a las primarias y muy superiores a las elecciones de 2021”, aseguró Cossette López, miembro del CNE, cuando todavía no se conocía el nivel oficial de participación.
“Hay que hacer el cambio porque Dios no quiere que sigamos en lo mismo”, reflexionó sin estridencias María Valencia, sentada en las gradas de la Villa Olímpica de Tegucigalpa y sorprendida por la intensa afluencia de votantes en sus mesas electorales.
Mientras aprovechaba para vender algunas delicias locales, como panes de coco o plátano, la emprendedora garífuna se expresaba a este diario con profunda sabiduría popular: “Los gobiernos que llegan son sólo para minorías y nada para el pueblo. Queremos el cambio”.

A Valencia le sorprendió la presencia de periodistas extranjeros. Quién le iba decir a los hondureños que estarían bajo la mirada del mundo cuando en las últimas tres legislaturas han sufrido a un primer gobierno vinculado con cárteles del narcotráfico y a segundo marcado por la corrupción y por el intento de reproducir las políticas y los manejos del chavismo.
Para oscurecer aún más el desarrollo de la jornada, el oficialismo adelantó que no reconocería los resultados preliminares que avance el CNE a primera hora de la noche.
Como si tuvieran una bola de cristal en la que apareciera su derrota. El problema es que lo mismo ha repetido el obediente general Roosevelt Hernández, jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, quien estuvo presente, junto a otro miembro de la familia Zelaya, en el megafraude orquestado el año pasado por Nicolás Maduro.

Los Zelaya y el chavismo son estrechos aliados, de hecho en los últimos días han incorporado a su campaña a influencers venezolanos o a sueldo del Palacio de Miraflores.
“En sus manos está dirigir la constitucionalidad por la senda democrática”, espetó a Roosvelt la consejera presidenta del CNE, Ana Paola Hall, ante los movimientos previos de los militares. En una filtración publicada por el diario El Heraldo, el general aconsejó a sus hombres que no intervinieran en el caso de que los colectivos de LIBRE atacaran los centros electorales.
La mala copia catracha de los paramilitares chavistas asomó por algunos centros electorales, pero la determinación ciudadana parecía más firme que sus métodos violentos.
