El significado de dejar sal en la puerta de entrada, según el Feng Shui - Argentina
Registro  /  Login

Otro sitio más de Gerente.com


El significado de dejar sal en la puerta de entrada, según el Feng Shui

Publicado: noviembre 22, 2025, 5:02 pm

La escena se repite en distintas casas y, aun así, casi siempre pasa desapercibida: un pequeño plato con sal o un puñado dejado discretamente junto al marco de la puerta. Es un gesto mínimo que despierta curiosidad y que, según el Feng Shui, tiene un propósito específico.

No responde a supersticiones sueltas, sino a una tradición incorporada en varios países, especialmente en culturas asiáticas, donde la sal se considera un filtro capaz de suavizar el ambiente. En esta filosofía china, la entrada del hogar ocupa un lugar central. Allí se define el primer contacto entre la casa y lo que llega del exterior.

La sal, uno de los elementos más usados para equilibrar la energía del hogar

Es el umbral donde se percibe el movimiento del Chi, la energía vital que, según esta práctica, influye en la sensación de equilibrio o tensión dentro de cada espacio. Por eso, la puerta no es un punto cualquiera, sino un corredor simbólico que puede cargarse con lo que entra y lo que se queda.

Para qué sirve el ritual con sal

La sal aparece como un aliado para favorecer un tránsito más armónico. Se le atribuye la capacidad de absorber energía densa y de sostener un ambiente más liviano, especialmente en días cargados o momentos de cambios. En países donde el Feng Shui tiene mayor arraigo, colocarla cerca de la entrada se interpreta como una forma de depurar lo que podría interrumpir la estabilidad emocional o incluso afectar el ánimo de quienes viven allí.

Su función, dentro de este enfoque, es actuar como un “filtro” que retiene lo que no fluye y permite que el Chi continúe su recorrido natural. No promete resolver problemas concretos ni sustituye el orden físico de la casa, pero sí acompaña los procesos cotidianos con una intención clara: reforzar la sensación de protección.

¿Cómo se usa y qué efectos se le atribuyen?

Un gesto simple que, según el Feng Shui, ayuda a bloquear las malas energías

La práctica es sencilla y la recomendación es utilizar sal gruesa o marina por considerar que tiene una influencia más marcada en la limpieza simbólica. Puede dejarse en un recipiente pequeño o incluso detrás de una maceta, siempre sin obstruir el paso. Lo esencial, según esta tradición, es que la entrada permanezca despejada y que el gesto se realice con una intención de renovación.

Pasado un día, o unos pocos, la sal debe retirarse y arrojarse lejos del hogar. Esa acción marca el cierre del proceso, como si se soltara lo capturado durante su permanencia junto a la puerta. En entornos donde se adoptan estas prácticas, se afirma que este ciclo favorece una atmósfera más clara y ayuda a recuperar la estabilidad en momentos de tensión.

Otros usos y simbolismos detrás de este ritual

Este elemento simboliza limpieza y protección en distintas prácticas espirituales

En viviendas nuevas o en negocios que están por iniciar actividad, también se recurre a este recurso. Dejar un plato con sal en el umbral se interpreta como una forma de asegurar prosperidad y evitar que la energía pesada interfiera en los primeros días del lugar. En algunas casas, además, se acostumbra poner un pequeño puñado en la alacena para atraer buena suerte en esta etapa inicial.

El Feng Shui subraya que cada renovación requiere sal nueva, pues la anterior ya cumplió su función. La práctica se mantiene precisamente por su simpleza: no altera la rutina del hogar y, aun así, acompaña procesos importantes como mudanzas, reorganización de espacios o momentos en los que se busca restablecer calma.

Sin convertirse en un talismán ni en una garantía de bienestar, esta tradición milenaria persiste porque aporta un gesto simbólico que muchos consideran reparador. Una pequeña cantidad de sal, colocada en el lugar adecuado, se convierte así en un recordatorio silencioso de que cada casa también necesita filtros para preservar su equilibrio.

*Por María Paula Lozano Moreno

Related Articles