Deborah García, química: "Ni desodorante ni antitranspirante… la solución contra el sudor está en el antiodorante" - Argentina
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Deborah García, química: «Ni desodorante ni antitranspirante… la solución contra el sudor está en el antiodorante»

Publicado: noviembre 21, 2025, 4:00 pm

La microbiota es la comunidad de microorganismos como bacterias, virus, hongos, etc. que habitan en nuestro cuerpo, especialmente en el intestino, la piel y el tracto genitourinario. La mayoría de esos microorganismos son beneficiosos y esenciales para la salud, y la composición de la microbiota es única para cada persona. ¿Qué pasa cuando esas bacterias necesarias para el equilibrio y la protección se descomponen?

En este contexto, la química y divulgadora científica, además de asesora para Noodor, Deborah García, explica que «los microbios de la piel se alimentan del sudor, descomponiéndolo en sustancias volátiles que producen el mal olor«. Esa es la relación entre la microbiota corporal y el sudor, para cuya resolución satisfactoria entran en escena los llamados antiodorantes. ¿En qué consisten?

Así actúan el microbioma cutáneo y el sudor a través de la piel

El sudor es la secreción de las glándulas sudoríparas (ecrinas y apocrinas) que permite eliminar sustancias de desecho por la piel y es necesario para regular la temperatura corporal. En su composición, el sudor está formado por una mezcla inodora de agua (99%), sales minerales y sebo (compuestos orgánicos como ácidos grasos y aminas).

Por su parte, y para establecer la relación del sudor con la microbiota, de la que tanto escuchamos hablar hoy en día, la experta añade que «la microbiota es tan importante que estamos formados por mitad de células humanas, mitad microbios. Cada ser humano tiene una microbiota diferente, es algo así como una huella dactilar. Todas las personas tenemos un patrón común, pero con múltiples y sutiles diferencias que nos hacen únicos».

Así pues, cuando se produce una alteración en esta comunidad de microorganismos, evolucionando unas especies más que otras, se genera un desequilibrio o disbiosis que aumenta el mal olor del sudor. Ahí tenemos la relación entre esos microbios, su descomposición y el sudor corporal. Pero es que, además, «la base de la microbiota se establece en el momento de nacer y va evolucionando a lo largo de la vida».

Estas son las formas de combatir el sudor, desde el siglo XIX

Ya en la antigüedad se usaban aceites perfumados, incienso o baños con diferentes hierbas para disimular los olores corporales que provocaba el sudor a través de los poros. Fue en 1888 cuando se creó la fórmula de desodorante a base de óxido de zinc. Después, en la primera década del siglo XX se lanzó el primer antitranspirante con sales de aluminio para bloquear las glándulas y, aunque era efectivo, a veces generaba irritación. Más tarde, el desodorante en formato aerosol revolucionó el mercado en los años 60, aunque a continuación se cuestionó por su impacto ambiental en la capa de ozono.

Como añade Deborah García, «en la actualidad, las modas sobre disruptores endocrinos y sus posibles efectos adversos en la salud han puesto en entredicho algunas fórmulas de desodorantes convencionales». ¿Qué son los disruptores endocrinos exactamente? «Un disruptor endocrino es una sustancia que es capaz de interferir en nuestro sistema endocrino de dos formas: imitando la actuación de nuestras hormonas o evitando que nuestras hormonas cumplan su función

Según la experta, «todas las sustancias son tóxicas en exceso, incluso el agua». Sin embargo, «todas las sustancias que se usan en cosméticos están hiperreguladas y, si hubiera alguna mínima duda de que son nocivas, no se podrían usar. Por lo que, ni las sales de aluminio ni la acumulación de sustancias cosméticas se consideran peligrosas por sí mismas».

Diferencia entre desodorante, antitranspirante y antiodorante

En cuanto a los diferentes preparados disponibles en el mercado para combatir los efectos (en especial el mal olor) del sudor en la piel de las axilas, los tres más importantes son los desodorantes, los antitranspirantes y los antiodorantes. Entre ellos, sus formulaciones y sus objetivos son muy diferentes. «Muchos de los productos que utilizamos para ‘protegernos’ del mal olor están diseñados más para enmascarar que para solucionar, y en el camino pueden alterar el equilibrio natural de la piel».

En primer lugar, el desodorante «actúa sobre el olor, con perfumes y agentes antimicrobianos que lo camuflan y reducen las bacterias que provocan el olor. Un antitranspirante, por su parte, bloquea la transpiración mediante sales de aluminio u otros compuestos que cierran temporalmente los conductos sudoríparos, reduciendo la humedad que necesitan las bacterias para proliferar. El problema es que ambas soluciones, aunque efectivas a corto plazo, pueden tener efectos secundarios: irritación, sequedad, y desequilibrio del microbioma»

Entonces, entran en escena los antiodorantes, que presentan un cambio de paradigma y que tienen la capacidad de trabajar directamente sobre la causa del mal olor sin impedir que la piel transpire: «regulan la microbiota axilar para evitar que las bacterias se reproduzcan en exceso, respetando así el proceso natural de sudoración y manteniendo la piel en equilibrio. Además, actúan sobre la causa del mal olor neutralizándolo, sin frenar el proceso natural y necesario de sudoración (algo que sí hacen los antitranspirantes)».

Eliminar el sudor protegiendo el microbioma saludable de la piel

Desde Noodor, del laboratorio de cosmética Armonía, explican que el antiodorante creado por ellos consigue reducir la población de las principales bacterias identificadas como responsables del mal olor corporal. «Este cambio crea un nuevo microbioma donde se desarrollan otras bacterias necesarias para el equilibrio y protección de la piel, provocando a su vez el retraso de aquellas bacterias y sus derivados orgánicos metabolizados responsables del mal olor persistente».

En la fórmula del antiodorante natural del que hablan, se encuentra óxido de zinc, de efectos antimicrobianos; microplata que ya se utilizaba en la antigua Grecia como antiséptico para desinfectar agua y alimentos y que hoy neutraliza las bacterias del mal olor; y aceites vegetales que facilitan la aplicación del producto y cuidan las axilas.

A la larga, el uso continuado de antiodorantes con estas características «puede prevenir la disbiosis causante del mal olor y mantener el microbioma saludable y en equilibrio, que es lo deseable para que el mal olor del sudor no campe a sus anchas».

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