Publicado: octubre 31, 2025, 5:00 am
Rodrigo y Florencia se conocieron en el colegio, tenían 12 años cuando en una clase en el laboratorio tenían que rendir un exámen y Florencia lo ayudó a Rodrigo diciendo el nombre de algunos elementos. Solo esas palabras bastaron para que él se enamorara a primera vista. Siempre confió en su corazón aunque más tarde los hechos mostraran lo contrario.
Un amor adolescente
Un adolescente enamorado es magia pura, y así andaba Rodrigo intentando conquistar a su compañera. Lo intentó por medio del área que mejor manejaba: la música. Cantar, tocar la guitarra y el piano, ¡qué mejor que las canciones de Sin Bandera para intentar el flechazo del amor!. Pero Florencia no quería saber nada, le parecía que eran muy chicos y en su cabeza no planificaba estar de novia hasta por lo menos los 15 años. Pero ya conocemos al amor, una cosa es lo que dice la cabeza y otra lo que palpita el corazón. Tras muchas canciones y varias salidas se enamoró.

Se pusieron de novios en la escalera de un shopping en diciembre del año 2003, fue una salida típica de la edad con el grupo de amigos. El primer beso tuvo que esperar varios meses más, llegó en abril del año siguiente en la escalera de la casa de Rodrigo cuando los dos solos se pusieron a coquetear con la posibilidad de besarse y Rodrigo dio el primer paso del famoso “pico” adolescente.
Comenzaron los celos, las peleas y diferencias
En los años de edad escolar las salidas incluían ir a tomar un helado, que Rodrigo la buscara por sus clases de tenis e ir juntos al parque, además de verse todos los días en el colegio.
A medida que crecían también lo hacía su amor: comenzaron a sumar salidas al boliche y buscar momentos para estar solos sin los amigos. Pasaban largas horas hablando por teléfono fijo, iban juntos a recitales, pasaban todo el fin de semana juntos, y con el avance de la relación también llegaron los celos, las diferencias y las peleas. Pero no, no fue este el motivo que los separó, porque el amor que sentían el uno por el otro era más fuerte.
“Sufrí mucho pero lo entendí”

Terminaron su noviazgo, con mucho dolor, cuando estaban por cumplir 21 años. Rodrigo se fue durante un mes de viaje con un amigo y al volver tenía ganas de casarse pero este sentimiento que al principio era emocionante, lo llenó de pavor.
El miedo lo hizo darse cuenta de que si pasaba el resto de su vida con Florencia cabía la posibilidad de entrar en algún momento en crisis por no haber vivido una vida de soltero, con salidas entre amigos y no tener otra experiencia. Estaba convencido de que no tener esas vivencias lo harían un mal esposo y padre.
“Así que, alegando que me amaba, y con la certeza de que si yo era realmente el amor de su vida, en el futuro, volveríamos a estar juntos, nos separamos. Yo sufrí mucho pero lo entendí”, recuerda Florencia.
Y así, cada uno comenzó su propio camino.
El lugar y la hora indicada
Con amigos en común y tantos años compartidos lo cierto es que Rodrigo y Florencia no perdieron el contacto al cien por ciento. Solo dos veces pasaron un año entero sin comunicación y fue cuando Rodrigo estuvo en pareja y luego cuando Florencia también lo estuvo. Pero por fuera de eso seguían en contacto para saludarse en los cumpleaños, en situaciones delicadas como el fallecimiento de la abuela de Florencia, en las enfermedades de sus padres, e incluso tuvieron algunas discusiones.
Pero cada uno rehízo su vida, Florencia se compró una casa y Rodrigo se fue a vivir a otra provincia..
A veces hace falta que estemos en el lugar y el horario indicado para que las cosas sucedan. Un día, Florencia salió de rendir un examen en la universidad y se encontró con Rodrigo, que fue a buscar su título. El día del acto de colación no había podido asistir, así que Florencia lo acompañó ese día emocionante y se quedaron charlando un rato. Los dos estaban de novios en ese momento, pero los corazones volvieron a latir como adolescentes, la flecha de cupido seguía intacta.
“Pensé que le había bajado el azúcar”
Algunos meses después Florencia salió a cenar con su amiga, y de nuevo, por casualidad, Rodrigo estaba en el mismo restaurante con un amigo. ¿Qué mejor que compartir la mesa los cuatro?

Luego de aquella cena pasaron pocas semanas para que Florencia dejara a su novio, y al mes y medio Rodrigo la invitó a salir con la seguridad de saber que estaban destinados a vivir felices para toda la vida. Tenían 28 años, no demoraron en volver a tener una relación, al mes los invitaron a un casamiento pero les pareció muy rápido presentarse ante conocidos en pareja, sin embargo tres meses después se fueron a vivir juntos a la casa de Florencia.
Comenzaron a hablar de casamiento, esta vez sin miedo y con la confianza de saber que era lo que querían. Rodrigo encargó un anillo de compromiso con el oro de un anillo que le regaló a Florencia a sus 16 años más los aros de la abuela de Florencia, que tenían una piedra, y los hizo fusionar.
Realizaron su primer viaje juntos a Cancún y en una cena show Rodrigo pensó que era el momento perfecto para la propuesta, pero los organizadores los sentaron en la misma mesa que otra pareja que no hacía más que pelearse.

Rodrigo no tomaría aquella situación como una señal y salieron a caminar por aquel lugar paradisíaco de la mano. “Empezó a decirme muchas cosas hermosas, que yo era el amor de su vida, que él no podía imaginar la vida de otra manera, me abrazó fuerte, temblaba, yo pensé que le había bajado el azúcar e iba a desmayarse”, recuerda Florencia. Pero Rodrigo le mostró el anillo e hizo la pregunta esperada: “¿Te querés casar conmigo?”
Aceptó, lloraron juntos de la emoción, sacaron una foto que enviaron a su familia y comenzaron a planificar el gran día. La pandemia les modificó los planes y tuvieron que esperar dos años para concretarlo pero en el 2022 finalmente se casaron y dos años después nació su hija.
 
			
 
            
      
   
  
  
		 
		 
		 
		 
		