El camino que lleva al fin de la utopía libertaria - Argentina
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El camino que lleva al fin de la utopía libertaria

Publicado: octubre 19, 2025, 6:02 am

Javier Milei salta del vértigo a la ensoñación. En una misma charla advierte sobre el peligro que significa votar contra su gobierno la semana que viene y promete que la Argentina será el país más rico del mundo de acá a unos años. Donald Trump coincide en lo primero. Si creyera también lo segundo es posible que jamás hubiera aprobado el auxilio financiero que salvó del desastre a su discípulo del Cono Sur.

“No es un país tan grande. No va a hacer gran diferencia para nosotros”, dijo Trump el martes, con desdén natural, cuando teorizó sobre un posible fracaso del rescate argentino. “Puede fallar”, concedió. Milei lo oía en silencio, convertido en un espectador de su propia bilateral en la Casa Blanca.

Su visita a Washington resultó una fenomenal terapia para el ego, pero marcó también un momento de revelación en el que quedó palmariamente en evidencia lo que está en juego en las elecciones legislativas del domingo que viene. Las fuerzas que se pusieron en marcha para asistirlo le exigen ganar, articular una alianza política reformista y establecer un gobierno capaz de gestionar los cambios que de ella deriven.

Milei debe reconstruir desde una posición apremiante y bajo vigilancia exterior la coalición que tenía servida hace un año y que él se encargó de dinamitar a fuerza de insultos y promesas incumplidas.

El desprecio a aquellas manos que corrían a ofrecérsele después de su triunfo de 2023 respondía a una lógica idealista: solo aceptaba en el calor del nuevo poder a aquellos que abrazaban la utopía libertaria. Milei se percibía como un profeta que venía a liberar a la Argentina de las restricciones que la política impuso a los mecanismos del mercado. Su misión última consistía en la abolición del Estado para desatar de una vez la potencia de la iniciativa privada. Aquellos aliados circunstanciales eran responsables de la ruina precedente. Desde los “degenerados fiscales” que gobiernan las provincias hasta los “tibios” y “pelotudos de las formas” del Pro, el partido que fundó Mauricio Macri. Todos “kukas”, ratas o cómplices, afectados por “parásitos mentales”.

Alcanzó el superávit fiscal y promovió un gran número de desregulaciones (mayor que la que su equipo parece capaz de gestionar). Pero a contramano del dogma, mantuvo la intervención del Estado sobre un mercado principal: el monetario. La férrea decisión de sostener un dólar barato y acelerar así la baja de la inflación -el gran motor de su popularidad- lo fue metiendo en la trampa de la que hoy pugna por salir. Hizo, a su manera, lo que todos los gobiernos anteriores: admitir inconsistencias en apariencia pasajeras para mejorar su desempeño electoral, con la esperanza de que después, sí, con apoyo popular garantizado, podría hacer al fin “lo correcto”.

Milei habló sobre su vínculo con Mauricio Macri

La nafta -en forma de dólares- se le agotó antes de tiempo.

El proyecto consensual al que ahora se aferra implica el fin del sueño libertario y la apuesta a una etapa de cambios moderados. Con medidas promercado, pero también con obra pública. En la que la motosierra como símbolo de un ajuste sin sensibilidad se reemplace por una discusión peso por peso con los gobernadores que impulsaron las leyes de emergencia en discapacidad, el aumento a los jubilados y el reparto automático de fondos de asistencia a las provincias.

Rompecabezas interno

La transformación existencial que esto implica para Milei se agrava ante la necesidad de reordenar su equipo, afectado a niveles extremos por el desgaste de internas que nacieron durante los días en que se declaraba al frente del “mejor gobierno de la historia”. Cuando el jueves sugirió que el asesor Santiago Caputo podría incorporarse con un cargo formal al Gabinete, la tensión interna se aceleró.

Los potenciales aliados miran el espectáculo sin saber siquiera quién será el que los convoque a negociar. Un eventual empoderamiento de Caputo dejaría heridos (o directamente fuera) a Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, y a su protegido Lisandro Catalán, ministro del Interior. Los primos Menem, escuderos de Karina Milei, también se abroquelan para resistir. Los casilleros vacantes de Seguridad y Defensa asoman como tesoros en disputa. El canciller Gerardo Werthein aparece apuntado por la mira caputista, afilada por sus contactos informales en la Washington trumpista.

Karina y Javier Milei, este sábado, en campaña en Santiago del Estero junto a sus candidatos

El Presidente parece el único en condiciones de armar un rompecabezas que parece pensado para la ineficiencia.

Pero su energía está depositada en recorrer el país como candidato en común de unas listas en general pobladas de nombres sin atractivo electoral. En el camino tiene como rivales a la mayoría de aquellos que necesita seducir para la etapa que viene.

De los 24 gobernadores del país, 19 enfrentan a La Libertad Avanza (LLA) en las urnas. Todos ellos esperan ganar en su provincia para sentarse a negociar desde una posición de fuerza. “No va a haber una coalición automática como la que vende Milei. Ahora los que nos necesitan son ellos”, dice uno de los integrantes de Provincias Unidas, una alianza multipartidaria que surgió por la necesidad defensiva de un grupo de gobernadores afectados por el ajuste y la hostilidad de la Casa Rosada.

Los gobernadores de Provincias Unidas, junto a Schiaretti, en el estadio de Obras Sanitarias

Macri, cuyo partido compite junto a LLA en la mayoría de los distritos, puso condiciones para un acuerdo. Reclamó un llamado al diálogo “con humildad y honestidad” y planteó que la discusión del presupuesto debe ser la que oriente el rumbo de la gobernabilidad. Santiago Caputo le respondió con una melodía de los tiempos mejores: “Argentina necesita una nueva mayoría reformista que empuje en el Congreso los cambios de fondo que el presidente Milei lidera”.

Santiago Caputo, ¿nuevo rol?

Los dirigentes que escuchan los cantos de sirena de la Casa Rosada esperan conocer antes que nada un número que se develará el domingo 26: qué porcentaje de apoyo social retienen Milei y su programa después de estos meses turbulentos. Los incentivos para acercarse a hablar dependen mucho de cuánto se acerque al 40%, el umbral que permite imaginar a un gobierno en zona hipotética de reelección. A partir de 35%, el Gobierno tiene buenas opciones de ser la fuerza más votada en el país y recrear las expectativas reformistas. Por debajo de esa cifra entra en zona de oscuridad.

Los exégetas de Trump

Trump lo entendió. Tal vez no supo en algún momento si su amigo Milei tenía por delante unas elecciones presidenciales o unas legislativas, pero captó el sentido de la urgencia: lo fueron a buscar para tomar medidas excepcionales porque se trataba de una definición de vida o muerte. “Si pierde nos vamos”, dijo en la Casa Blanca el martes y puso a temblar a la comitiva argentina. El viejo Donald nunca dejó de sentirse el presentador de El Aprendiz.

Donald Trump: «Si el Presidente pierde, no seremos generosos con la Argentina»

La reacción del Gobierno se pareció al pánico. Primero ensayó la infantil exégesis del discurso de un hombre que habla sin frenos inhibitorios. Ministros y el propio Presidente hicieron fila para aclarar que Trump hablaba de 2027 y no del domingo próximo. Un mensaje en redes sociales del líder norteamericano los dejó pedaleando en el aire. “Espero que el pueblo argentino comprenda su excelente labor y que la apoye durante las próximas elecciones intermedias para que podamos seguir ayudándolo a alcanzar el increíble potencial de Argentina”, escribió. ¿Qué pasa si el pueblo no lo apoya, entonces?

Milei acusó de operadora malintencionada a la periodista del canal TN que consultó a Trump sobre las elecciones. “¿El apoyo de Estados Unidos a Argentina depende del resultado de las próximas elecciones legislativas y la habilidad del gobierno de pasar reformas de larga duración en el Congreso?”, había sido la pregunta, en la que no aparece un solo adjetivo. El menosprecio al periodismo profesional sobrevive en el nuevo Milei consensual.

La presión de Trump irradió también hacia el secretario del Tesoro, Scott Bessent, que pareció darse cuenta enseguida de que condicionar la ayuda al resultado electoral iba a sacudir los mercados. Pero pesó en él la sabia vocación de no desairar al jefe: “Volver a las políticas fallidas del peronismo provocaría un replanteo de la postura estadounidense”, afirmó.

Bessent juega una apuesta personal en la Argentina que le está valiendo críticas profesionales y denuncias políticas en su país. Por momentos sufre la perplejidad de un general imperial ante la resistencia de una tribu indómita. El viernes vio cómo las cotizaciones seguían subiendo después de que anunció una nueva intervención del Tesoro de Estados Unidos, ahora con operaciones de contado con liquidación.

Sus tuits, que eran un cañón, parecen una pistola de agua a medida que acelera la hora de votar. Milei corrió a agradecerle por los pesos que compró y los dólares que volcó al mercado local. Reenvió el mensaje del secretario trumpista con un agregado: “MAGA!”, el acrónimo que en inglés significa “hagamos América (o Argentina) grande otra vez”. ¿Gesto de gratitud o ironía? Seguramente lo primero. Para lo segundo mejor podría haber escrito: “Vendé campeón, no te lo pierdas”.

Bessent por el momento sostiene la teoría de Milei de que el programa económico argentino es el correcto, pero sufre un ataque político de sus opositores peronistas que provocó una crisis de liquidez. Sin embargo, a través del Fondo Monetario Internacional (FMI), empiezan a llegar los consejos de una reformulación después de las elecciones. Kristalina Georgieva ya advierte en público que Argentina necesita una política consistente de acumulación de reservas. ¿Podría hacerlo a este tipo de cambio que ni el Tesoro de Estados Unidos puede sostener?

El “riesgo kuka”

La idea de que la acción del kirchnerismo desestabilizó el programa económico choca con la evidencia de que los diputados y senadores de Unión por la Patria actuaron siempre igual desde que Milei gobierna. Los votos que dieron vuelta el Congreso desde mediados de este año son, principalmente, los que digitan los gobernadores a los que la Casa Rosada ahora quiere seducir.

Cristina Kirchner salió al balcón a saludar a los militantes que se movilizaron a la casa donde está detenida el 17 de octubre

Si la inestabilidad financiera respondiera exclusivamente al miedo a un nuevo regreso kirchnerista, Milei tiene un problema extra. Todo indica que la lista tutelada por Cristina Kirchner, Axel Kicillof y Sergio Massa volverá a ganar en la provincia de Buenos Aires el domingo 26. Y que el peronismo nacional será competitivo, como primera o segunda fuerza nacional. La apuesta de “ponerle el último clavo al cajón del kirchnerismo” fracasó. Los muertos que vos matáis serán una presencia inevitable en el camino al 2027.

A Milei las palabras de Trump lo ponen ante el desafío de mostrar a toda costa un éxito electoral. Lo revela su última respuesta a la pregunta sobre qué entiende él por ganar: dijo que garantizarse el tercio de bloqueo en la Cámara de Diputados con legisladores propios y aliados. Es casi como decretar la victoria de antemano, ya que incluso con un mal resultado estará en el umbral de los 86 diputados necesarios si se cuentan allí a los libertarios, los que sobrevivan del Pro y algunos colaboradores habituales. ¿Le comprará el mercado esa lectura?

La carta que Milei le llevó enmarcada a Trump

El tercio es una herramienta defensiva que le ha servido a lo largo de este tiempo a Milei para sostener el veto de leyes opositoras que van contra su plan fiscal. La agenda de reformas incluidas en el compromiso con los acreedores requiere volver a un ímpetu ofensivo similar al que exhibió cuando ganó la presidencia, en minoría parlamentaria pero impulsado por la fuerza del 55% en el balotaje contra Massa.

Un Milei que cuenta bancas en lugar de votos da un pasito más hacia “la casta” que denuncia.

Acaso la transición hacia la normalidad política no le deje muchas opciones. El experimento de una nación libertaria quedará para otro momento. Las urgencias -y el jefe Donald- lo obligan a hacer rápido el duelo por la oportunidad perdida y rogar que lo esperen con una tabula rasa los habitantes del sistema que vino a destruir.

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