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Por qué la Generación Z protesta ondeando la bandera pirata del manga 'One Piece': se vio en Nepal, Perú… y ahora en Marruecos

Publicado: octubre 5, 2025, 6:53 am

La ola mundial de protestas de la Generación Z ha llegado a Marruecos. La juventud se ha echado a la calle allí por varias razones, pero sobre todo, por el persistente problema de la corrupción. En ese saco se incluyen las prioridades de gasto del Estado. Los jóvenes rechazan que se vayan a construir estadios para el Mundial de 2030 en lugar de nuevos hospitales.

El jueves el número de fallecidos en las manifestaciones de la juventud marroquí, algunas seguidas de actos de violencia, aumentó a tres, mientras que otras 354 personas, entre ellas 326 agentes de seguridad, resultaron heridas en las últimas 24 horas.

En sus movilizaciones, los jóvenes marroquíes han ondeado la bandera pirata de One Piece. Pero no solo ellos. Esta enseña se ha convertido en el emblema global de la resistencia de la Generación Z. Además de en Marruecos, la hemos visto en las manifestaciones de los Z de Nepal, Serbia, Madagascar, Filipinas, Paraguay o Perú.

¿De dónde sale esta bandera?

Es una bandera pirata puesta al día, actualizada: una calavera de dibujos animados con sombrero de paja. ¿De dónde sale esta enseña? De un comic. One Piece es un manga japonés muy popular en medio mundo y suya la bandera de los piratas del sombrero de paja. Escrito e ilustrado por Eiichiro Oda, comenzó a publicarse en Japón en julio de 1997.

Desde entonces, One Piece ha vendido más de 516 millones de copias en todo el mundo. Fue el manga más vendido de manera consecutiva en Japón desde el año 2007 hasta 2018. Por todo ello es el manga que más ganancias ha reportado a su autor, ostentando el récord Guinness como el manga con mayor cantidad de copias publicadas de la misma obra de cómic realizado por un único autor en todo el mundo.

Las viñetas de Oda narran las aventuras de Monkey D. Luffy y su tripulación, los Piratas de Sombrero de Paja. Recorren el mar para encontrar el legendario tesoro «One Piece» y así convertirse en el Rey de los Piratas. Luffy, protagonista principal, es capaz de estirarse como la goma gracias a los poderes adquiridos tras ingerir una Fruta del Diablo.

Sus protagonistas luchan por su libertad, desafiando al corrupto Gobierno del mundo. Ahí reside su identificación con la causa de la Generación Z que se ha echado a la calle. Contra la corrupción y para demandar un futuro digno como el que han tenido sus mayores.

«Para los fans, la bandera de One Piece no es una decoración casual, sino un emblema de desafío y perseverancia. La capacidad de Luffy para superar sus límites físicos tras consumir una fruta mágica se convirtió en una poderosa metáfora de resiliencia, mientras que su inquebrantable búsqueda de la libertad contra adversidades imposibles resuena entre los jóvenes que se desenvuelven en entornos políticos marcados por la corrupción, la desigualdad y el exceso autoritario», escribe en The Conversation la profesora Nuurrianti Jalli, de la Universidad de Oklahoma.

Ambigua y popular

La bandera Jolly Roger de One Piece empezó a verse en manifestaciones propalestinas en 2023. Se ondeó luego en Indonesia, en la protesta de ,Palestina Libre’, y en Nueva York durante otra movilización similar.

Fue en agosto de este año, y de nuevo en Indonesia, donde la bandera cobró verdadero sentido político. Allí, los manifestantes la abrazaron para expresar su frustración con las políticas gubernamentales y el creciente descontento por la corrupción y la desigualdad.

Es lo mismo que luego pasó en Nepal. En septiembre, vimos la ‘One Piece’ en Katmandú, la capital nepalí, ya como símbolo de la rebeldía Z. Luego, ha aparecido en protestas en Serbia, Madagascar, Filipinas, Paraguay, Perú y ahora en Marruecos. En Francia ha ondeado en varias movilizaciones contra el genocidio israelí en Gaza.

Ni de izquierdas ni de derechas, el uso de esta bandera pirata del siglo XXI no requiere ideología ni afiliación a un partido. Es eficaz por ambigua y al ser parte de la cultura popular, es difícil que los gobiernos la repriman sin parecer autoritarios.

«Un meme, un gesto o una bandera pueden transmitir significado instantáneamente a través de las diferencias lingüísticas, religiosas o geográficas. Esta forma de conexión se basa en códigos culturales reconocibles que permiten a los jóvenes identificarse entre sí incluso cuando sus sistemas políticos difieren», explica Jalli.

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