Publicado: septiembre 26, 2025, 6:00 am
El escenario es un teatro de la avenida Corrientes. Mientras el público ingresa, en la sala hay luz y música. De repente, se corta la música y se apaga la luz. Se vuelve a prender y entra “Chichita”.
“Buenas noches. Hace como 20 años que mi hijo, Hernán, vive de hablar de mí. Llenó libros y teatros contando mis cosas. Algunas son verdad. Otras, digamos que las adornó un poquito para que el cuento fuera más divertido. Está bien, hizo su negocio. La cuestión es que una se cansa de que le escriban el libreto. Así que esta noche, el personaje se rebeló y se comió al autor. Señoras, señores, les voy a contar mi vida, sin intermediarios. Prepárense, porque la versión original, sin cortes y sin censura, es siempre la mejor. Voy a hablar de todos mis hombres. Que fueron muchos. El primero, mi padre”.
Tras una vida entera como personaje secundario en la literatura de su hijo, “Chichita” Casciari decidió que era su momento de subir al escenario para contar el relato más importante: el de su propia vida, una obra que se puede definir como un viaje humorístico y conmovedor a través de los hombres que influyeron en su destino.
“Como Hernán siempre habla mal de mí en sus espectáculos, yo quería que la gente supiera cómo era realmente mi vida. Por eso se me ocurrió hacer un unipersonal para contar desde el principio cómo fue mi vida, porque a mis 78 años ya hice todo un camino y está bueno poder contarlo. Lo consulté con él y con Florencia (su otra hija que terminó siendo la productora de la obra) y me siento muy bien, me siento suelta arriba del escenario, representándome a mí misma”, cuenta Chichita a LA NACIÓN
Capítulo 1: “Enseguida se le iba la mano”
El recorrido de su unipersonal arranca con un padre complicado, de quien aprendió a tener más miedo que respeto. “Enseguida se le iba la mano, era muy violento con nosotros, con mi mamá, pero tenía una faceta muy buena: era muy trabajador y nunca nos faltó nada. íbamos al mejor colegio, al mejor club, teníamos departamento en Mar del Plata y la casa en Capilla del Monte. Yo creo, a esta altura de mi vida, que la forma de querer educarnos, que en esa época se usaba mucho también, era siendo estricto. Creo que era la forma de querernos”, confiesa. “Chichita” disfruta mucho haciendo esta obra: “Yo he tenido una vida muy linda, soy una persona muy agradecida a la vida que he tenido y me defino a mí misma como una persona con mucho ímpetu, mucha fuerza y voluntad de trabajo. Soy generosa, alegre y chinchuda cuando me pongo mal y las cosas no salen como a mí me gustan”.
Capítulo 2: “Era muy introvertido”
A Roberto, su primer marido, lo define como un salvador, un hombre bueno, pero “conformista” con quien construyó una familia y sobrevivió a las crisis económicas vendiendo desde flores de papel hasta tartas caseras.
“Si se quedaba sin trabajo, Roberto se deprimía, pero no buscaba otro. Era una persona muy buena conmigo, excelente marido y excelente padre, pero tenía un carácter muy especial, era muy introvertido”.
El público estalla en carcajadas cuando, sin ningún tapujo, la protagonista se refiere a la vida sexual que disfrutó con el padre de sus hijos. “Hay un juego en el matrimonio, para que pueda durar, que es muy importante. A veces, una se quiere imponer en algo y no es así. Una tiene que aflojar y dejar que gane el otro, utilizando la comunicación. Con Roberto, por ejemplo, yo no tenía mucha comunicación, la comunicación nuestra era sexual, ahí si nos recontra-entendíamos”.
Cuando “Chichita” y Roberto parecía que habían superado algunas dificultades con sus hijos que habían quedado en el pasado, una tarde regresó a su casa y se encontró con una imagen que hasta el día de hoy no logra borrar de su cabeza. Lo encontró muerto en el sillón del comedor. Tenía apenas 64 años y dejaba una esposa y dos hijos.
“El proceso de viudez lo viví muy mal, con mucha desesperación, sin saber qué hacer, a dónde ir, porque él era mi faro. Aparentemente, parecía yo ser la que manejaba todo, pero no, no era así. Yo era la más pispireta, pero el que manejaba todo era él: con la mirada, con los silencios, a veces con las ausencias”.
Los primeros cuatro meses tras la muerte de Roberto fueron muy difíciles de asimilar para “Chichita”. Ella utiliza la palabra “terror” porque, cuenta, se sintió muy sola. Sin embargo, con el tiempo se fue dando cuenta de que tenía que agradecer todo lo que había vivido. Y eso la hizo levantar, un poco, su autoestima.
Capítulo 3: “Era una persona que me podía proteger”
“Chichita” conoció a Raúl porque era el suegro del mejor amigo de su hijo y un día se vieron, por primera vez, en Luján. Él tenía 25 años más. Viudo como ella, compartían lindas charlas, paseos y caminatas que la hacían muy feliz. “Me aferré mucho a él porque me di cuenta de que era una persona que me podía proteger, que era lo que yo necesitaba en ese momento, y fue un milagro, un milagro romántico. Me fui a vivir a la quinta con él y me casé”, dice. Y agrega: “El matrimonio duró muy poco, cuatro años. El primer año fue feo porque yo lloraba mucho (por el fallecimiento de su primer esposo), pero él me protegió, me dio consejos, me enseñó. Yo aprendí a hacer una vida ochentosa con él, estaba feliz de vivir en su quinta grande con muchas flores y plantas como a mí me gustaban. Un día se enfermó de cáncer y lo cuidé mejor que una enfermera: lo mimé, lo atendí, fui su enfermera, su dama de compañía, me tomaba la mano”.
Capítulo 4: “Tenía un humor fantástico”
Su tercer matrimonio vino de la mano de Florencia, ya que era muy amiga de una hija de Carlos. “Era un señor, muy buena persona, excelente. Al principio, no me gustaba porque era demasiado serio y a mí siempre me gustaron las personas con humor, pero cuando lo empecé a conocer tenía un humor fantástico.
Con Carlos, cuenta, pasaron ocho años “maravillosos” que incluyeron muchos viajes que disfrutaron juntos. Cada tanto, se pone a mirar algunas de las fotos de esas aventuras que la hacen recordar los buenos días que vivieron juntos.
“Nos sentábamos juntos a tomar mate, salíamos a comer. Estábamos siempre juntos. Carlos era una persona excelente. La tercera viudez la enfrenté de otra manera, distinta, porque él se fue físicamente de esta casa donde yo vivo, pero él está conmigo. Yo charlo con él a la noche y duermo abrazada a su almohada”, se emociona.
Capítulo 5: “Quería un compañero de vida y no lo encontraba”
Tras la muerte de Carlos, Chichita comenzó a incursionar en algunas páginas de citas para adultos mayores. Y si bien conoció a varios hombres por Internet, no fueron las mejores experiencias.
“Me encantaba porque yo estaba todas las noches hablando por teléfono con uno, terminaba y empezaba con otro y me acostaba a eso de las tres de la madrugada. A algunos los conocí personalmente, pero conocerlos no es lo mismo que cuando uno está en Internet, es totalmente distinto. Todo era chatarra, nada me gustaba, no era lo que yo quería. La mayoría de los hombres quieren sexo y yo ya no quería saber nada con eso. Lo que quería era un compañero de vida y no lo encontraba”.
Antes de que se apaguen las luces y el volumen de la música comience a escucharse por lo bajo, “Chichita” retorna al escenario para cerrar el espectáculo:
“Mi vida, en realidad, empezó con un portazo. Un ´no´ rotundo de mi papá, que me aseguró que yo nunca, pero nunca, iba a actuar. Y mírenme ahora, casi 80 años después, en un escenario, cumpliendo, por fin, mi sueño. La vida tiene estas ironías. Tarda, te da unas vueltas bárbaras, pero si no aflojas, al final te cumple. La espera valió la pena. Y en el medio, estuve rodeada de amores. Así que si ustedes tienen algún sueño por ahí, medio olvidado en un cajón… Hagan el favor de sacarlo a pasear. ¡Una nunca sabe con qué pajarito te vas a encontrar! Y como yo alenté y cuidé a todos mis hombres, ahora me aliento a mí… (con todo) ¡¡Vamos, ´Chichita´!!”