Publicado: agosto 28, 2025, 6:00 am
El fotógrafo Maxi Jonas realizó el primer registro en video y fotografías de las orcas de Península Valdés alimentándose de una cría de ballena franca austral. El hecho inédito ocurrió muy cerca de Puerto Madryn el último viernes 1° de agosto en la playa Las Canteras del Área Natural Protegida de El Doradillo, una zona donde nunca antes se había registrado la presencia de orcas.
El evento tiene conmocionados a los fanáticos y a toda la comunidad científica ya que aporta mucho valor acerca del comportamiento de estos animales. Al grupo de orcas las habían visto merodear una semana antes en la lobería de Punta Loma hacia el sur de la ciudad, pero ese día fue especial: regresaron a la lobería, y se las registró realizando varamientos para cazar lobos marinos en una playa donde no suelen varar.
Como todas las mañanas, Maxi Jonas había salido bien temprano a hacer fotos de las ballenas en el Golfo Nuevo, pero recibió un llamado inusual de uno de los operadores de buceo que hacen snorkel con los lobos marinos. “¿Dónde estás? Dejá de pavear que están las orcas hace una hora atacando lobos marinos”, dice que le avisaron. Entonces se activó. “Fue salir corriendo, agarrar el dron, la cámara y empezar a llamar gente para tratar de establecer algún tipo de red, y avisar a los veedores que iba a volar el dron sobre el área protegida con mi permiso”, cuenta.
Cuando estaba llegando a playa Paraná, cerca de la lobería, vio a lo lejos desde la costa salir las orcas a toda velocidad rumbo a la ciudad de Madryn, y decidió pegar la vuelta. “Fue una locura, iba manejando cual cazador de tornados en Estados Unidos, esos que persiguen las tormentas”, recuerda.
Como hace 16 años, Maxi cubre la temporada de orcas en la Punta Norte de la península Valdés -donde más típicamente se ven orcas y donde realizan sus técnicas de caza de lobos marinos-, saben que por lo general las orcas van patrullando las costas en busca de alimento, pero hay que tener mucha paciencia para verlas. “Las orcas navegan muy rápido y no son tan sencillas de divisar de lejos como la ballena franca que se queda quieta, pero su chorro de respiración es un chorro directo hacia arriba, mientras el de la ballena tiene la respiración en forma de V”, cuenta.
Los botes que acompañaban la trayectoria de las orcas lo ayudaron a ubicarlas. Y, sorprendentemente, estaban encarando hacia el Doradillo- 14 kilómetros al norte de Madryn- donde hay mucha presencia de ballena franca. Hacia allá fue Maxi también, aceleradísimo. “Mi intuición fuerte fue que se iban al Doradillo porque ahí hay tantas ballenas, tantas madres con cría”, cuenta. Parece que esa mañana habían contado 144 ballenas en el área.
En el Doradillo es común observar ballenas francas australes con sus pequeñas crías directamente desde la costa durante la temporada de reproducción y amamantamiento, que va de mediados de junio a principios de diciembre. Ha sido clasificada como la playa número 51 entre las mejores del mundo según el prestigioso “Premio Playa Dorada 2024” de BeachAtlas. Este reconocimiento subraya no solo su belleza escénica, sino también la experiencia que ofrece a los visitantes por su accesibilidad para la observación y la preservación del ecosistema costero patagónico.
Pero, al llegar al Doradillo, le avisaron desde Madryn que las orcas se encontraban frente a la ciudad corriendo delfines. Después de un rato de espera, decidió volver. Maxi -que colabora con la organización Península Valdés Orca Research-, y un grupo de entusiastas, estaban todos en la búsqueda de las orcas e iban emocionados de acá para allá. Las orcas estaban alborotando todas las costas del golfo. “Sabemos que son 30 las orcas residentes que viven en todo el área de Península Valdés y se dividen en grupos familiares. Tenemos un catálogo de identificación, sabemos quién es la madre de quien, cuál hermana o prima de cuál… se les conoce todo el linaje y sus características”, cuenta. Aclara que la única forma que se tiene de saber algo acerca de ellas es registrándolas para completar el catálogo de foto identificación.
Es posible reconocer a las orcas y sus parentescos gracias a las manchas que tienen en el post-ocular y por las marcas que tienen abajo de la montura de la aleta dorsal. “Las vas viendo crecer: muchas de las orcas que hoy vemos se vieron de juveniles y ahora son, por ejemplo, una orca macho con una aleta gigante, entonces uno empieza a generar empatía, a tener conocimiento de su comportamiento e inteligencia, son increíbles”, continúa.
Un momento emotivo
No fue frente a Madryn donde las filmó. Lo hizo más tarde en el Doradillo. “Cuando volvimos al Doradillo había una cantidad de ballenas francas con un comportamiento que nunca había visto: estaban muy sacadas, respiraban fuerte, le pegaban al agua, se juntaban y estaban todas amontonadas contra la costa, fue increíble”, dice. Cuenta que se veían las aletas de las orcas que las rondaban, pero que no podían ver bien desde la costa. Hasta que con el dron divisó tres que se acercaban a las madres con crías, y las comenzaron a observar detrás de la pantalla junto a la guardafauna y los curiosos que comenzaron a reunirse a su alrededor.
“Después vemos que a unos 700 metros de la costa había muchas aves- que suelen picotear los restos de lo que cazan las orcas-; entonces llevé el dron ahí y me encontré con un espectáculo dantesco que están estudiando los científicos porque nunca había sido registrado”, dice. Explica que se sabía que probablemente se comieran las crías de ballena franca pero que nunca se había visto, solo se había observado orcas atacando otras especies de ballenas, “pero no la franca austral, que es nuestra ballena”.
“Vimos alucinados cómo las ballenas francas se empezaron a organizar, por decirlo de alguna manera, porque se juntaron unos quince individuos que pusieron sus cabezas juntas como armando una gran bola de francas e iban golpeando las colas mientras se acercaban a donde estaban las orcas para recuperar a la cría, que ya estaba destrozada”, relata otra vez emocionado. Cuando lo logran, la cargan en el lomo de la madre, aunque las orcas vuelven a recuperar lo que habían cazado y se lo llevan. “Pero las ballenas estuvieron todo el tiempo tratando de recuperarlo”, dice Maxi.
Una vez que la orcas finalmente se retiraron, se acercó la que creen era la madre a inspeccionar todo el cuerpo, y lo rodeó una y otra vez muy suavemente. “El comportamiento de las francas me dejó mudo”, confiesa admirado.
Como hay mucha información en esos videos, Maxi aún no publicó el material fílmico en sus redes ya que lo están viendo, cuadro por cuadro, los científicos con los que trabaja en el Península Valdés Orca Research, junto con el Instituto de Conservación de Ballenas, quienes también las registraron después en otra playa, navegando y saltando sobre las ballenas con sus crías.
Amor por las ballenas
Para cerrar, el fotógrafo cuenta que tiene un ritual diario en época de ballenas: sentarse en la arena al amanecer a ver qué le regala el mar, que a esa hora mágica de luz es todos los días distinto. Nació en Buenos Aires, pero a los cuatro años ya estaba en Trelew con su familia, y ya hace 22 que vive en Puerto Madryn. Allí le agarró la locura por las ballenas cuando vivía en un edificio a quince cuadras del mar y de noche se escuchaban los soplidos de las ballenas y cómo golpeaban las colas en el agua. Se convirtió en un apasionado de las ballenas y empezó a mirarlas de otra manera: arrancó con una foto de la cola de ballena por temporada y pronto descubrió que “es un mamífero que se relaciona, que tiene sus crías, que se mira, se tocan… toda una locura”. Dice que todo esto lo pone al alcance de mucha gente a través de sus fotografías y videos, contenido que se viraliza rápido. “Soy su agente de prensa, que le cuenta a la gente común qué es una ballena”, ríe.
Junto a otros fanáticos locales de este cetáceo coincide en que nunca vieron tantos ejemplares como se está viendo esta temporada, incluso en la bahía frente a la ciudad. “Nuestra ballena ha ido recuperando tan bien su población desde que se dejó de cazar y se la comenzó a proteger que cada año tenemos más animales y más cerca”, dice, y explica que cuando se las cazaba era la presa perfecta por ser muy amigable, porque no se escapaba de las embarcaciones, y porque cuando se las mataba, flotaban. “Fue muy castigada, pero por suerte ahora hay mucha conciencia de lo grandioso que es este animal y se lo disfruta de otra manera”, concluye.