Publicado: agosto 9, 2025, 6:01 pm
Autor y director: Juanse Rausch. Intérpretes: Maiamar Abrodos, Lucía Adúriz Bravo, Manuel di Francesco, Emiliano Figueredo, Tomás Wicz. Vestuario: Sandra Ligabue, Patricia Mizraji, Uriel Cistaro. Escenografía:Uriel Cistaro. Iluminación: Facundo David. Música: Gabriel Illanes. Sala: Galpón de Guevara (Guevara 326). Funciones: martes 20.30. Duración: 80 minutos. Nuestra opinión: muy buena.
Una sirena del Río de la Plata que aparece misteriosa para enfrentar todos los paradigmas de la ciencia, una vidente que a comienzos del siglo XX anticipa el paisaje de la Buenos Aires del nuevo milenio, una mujer paloma atravesada por el lenguaje de las aves. El género fantástico no es la negación de lo real, sino una forma metafórica de explorar la existencia humana. Saraos uranistas, el espectáculo que desde el año pasado agota localidades en distintas salas independientes porteñas, es un viaje a un mundo de fantasía y con un gran anclaje histórico para contar la identidad travesti y homosexual, con toda la música, la poesía y la belleza que un grupo de amigas absurdas y mágicas son capaces de expresar.
Escrita y dirigida por Juanse Rausch, la historia parte de un hecho histórico y documental: “Saraos uranistas” fue la forma en que el sistema médico y policial higienista de principios del siglo XX en Argentina llamó a las fiestas nocturnas donde se reunían las maricas y travestis de la época. Estos encuentros, que despertaban el pánico moral de la sociedad porteña del 1900, fueron capturados y detallados tanto en archivos de psiquiatría como en notas periodísticas del momento, con el foco en lo depravado, lo torcido y lo desviado del asunto. Es en este contexto, este autor (que ya retrató el mundo de la persecución a las minorías a través de otra figura histórica: Paco Jamandreu, en Paquito, la cabeza contra el suelo) imagina un encuentro en uno de estos saraos entre un grupo de amigas travestis y Francisco De Veyga, un médico de la policía federal que se propone hacer una investigación de campo para escribir la “Guía definitiva para reconocer homosexuales acá y en la China”.
De esta forma, la trama oscila entre los planteos de los médicos, que con un estilo de actuación entre la máscara y algunos aires tangueros, escriben en pizarrones una lista de arbitrariedades insólitas para identificar a homosexuales y las auténticas travestis, que en un cabaret transformista, construyen un mundo mágico y sensible.
Elenco de lujo
Saraos uranistas cuenta con un dream team actoral: Maiamar Abrodos, Lucía Adúriz Bravo, Manuel di Francesco, Emiliano Figueredo y Tomás Wicz arman y desarman personajes, canciones y juegos. Cada intérprete tiene su “solo” musical, con relatos y universos particulares, pero con un punto en común: el cuerpo, expuesto en el centro de la escena como un lienzo sobre el que es posible pintar. “Somos lo que somos pero también aquello que podemos ser. Todo está en el cuerpo”, dicen los personajes y, así, ponen en palabras algo que desarrollan durante todo el espectáculo. La posibilidad de imaginar, de inventarse otra vida.
Las historias cargadas de magia, fantasía y muchísimo humor se cuentan al ritmo del piano de Gabriel Illanes, que convierte este cabaret transformista en un espacio revolucionario, en el que siempre hay música apasionada, vertiginosa o suave. Además de las actuaciones tomadas por el cuerpo, el humor y el delirio, hay que destacar la calidad vocal de todos los artistas, que con sus voces construyen el gran valor emocional que tiene este espectáculo.
Para terminar de armar este universo onírico, que contrasta con la rigidez y vulgaridad de los médicos higienistas que van a la caza de homosexuales, es fundamental un gran despliegue de vestuario, pelucas y maquillaje, cargado de purpurina, plumas, tules. Lo mismo sucede con la escenografía rococó, de manteles bordados, lámparas cálidas y mesitas de madera. Hay momentos conmovedores de las historias personales, como un solo del personaje de Tomas Wicz, que cuenta cómo se enamora siempre de quienes la desprecian y se queda mirando, con dulzura, una luz que captura una cortina de humo suspendida en el aire.
Entre las travestis que se animan a desear e imaginar otra vida y la represión, estas imágenes del pasado que los artistas recrean con tanta poesía no dejan de tener una lectura política para el presente, respecto a cómo un grupo de personas a comienzos del siglo XX o ahora, deciden defender sus derechos, reescribir los manuales, hacer su propia historia. Y todo lo hacen sin dejar de cantar.