Publicado: mayo 18, 2025, 7:37 pm
Uno de los problemas más comunes a los que se suelen enfrentar los padres de niños de corta edad es cuando son reticentes con la comida. La hora de la comida o la cena puede convertirse en una tortura cuando los pequeños se niegan a consumir los alimentos que tienen en el plato.
Lucy Upton es una dietista pediátrica y autora del libro The Ultimate Guide to Children’s Nutrition, y en declaraciones recogidas por el Mirror, explica qué seis cosas no debemos hacer nunca y qué seis cosas debemos hacer siempre para enfrentarnos a estas situaciones.
No etiquetes al niño
Trata de evitar frases como «no comerá eso porque es muy especial con la comida» cuando puedan oírlo. Los niños pueden tomar conciencia de esto e internalizarlo, y antes de que te des cuenta, puedes tener un niño diciéndote que no come algo porque es especial.
No le insistas demasiado
La comunicación se pasa por alto fácilmente, pero tiene un gran impacto en cómo los niños aprenden sobre la comida y sus experiencias a la hora de comer.
Un estudio que exploró el comportamiento de los padres durante las comidas descubrió que los padres instan a sus hijos a comer una media de 17,5 veces por comida, y en algunos casos llegan a 30 o 40 alusiones a que coma.
Estos estímulos a menudo generan más presión sobre el niño y más dificultades a la hora de comer. Se deben evitar los numerosos lenguajes de la persuasión (convencer, persuadir, alentar o elogiar excesivamente, o cualquier frase o lenguaje utilizado para persuadir o tratar de controlar la alimentación del niño). Los estudios muestran que estos factores, en última instancia, aumentan la probabilidad de que se presenten conductas de alimentación selectiva.
No etiquetes los alimentos
Etiquetar los alimentos como ‘buenos’ o ‘malos’, ‘saludables’ o ‘insanos’, ‘basura’ o ‘malos’) puede llevar a los niños pequeños a creer que si los comen, ellos mismos son ‘buenos’ o ‘malos’.
Los estudios han demostrado que los niños se sienten culpables cuando comen alimentos que les dicen que son ‘malos’. Un lenguaje como este también puede generar confusión, miedo innecesario o actitudes y comportamientos inútiles hacia la comida.
No restrinjas demasiado algunos alimentos
También es importante evitar restringir excesivamente el acceso de tu hijo a alimentos ‘malos’. Las investigaciones muestran que, si bien algunos límites son beneficiosos, las restricciones excesivas pueden conducir a comer en exceso o a actitudes poco saludables hacia esos alimentos a largo plazo.
Puedes establecer límites saludables apropiados para la edad sin recurrir a restricciones excesivas. Por ejemplo, si tu hijo pide una galleta, hazle saber que su próxima merienda será una pieza de fruta, pero que las galletas estarán disponibles otro día.
No niegues el postre si no ha terminado la comida o cena
Si planeas ofrecer helado después de la cena, hazlo independientemente de lo que tu hijo haya comido o no, o de lo que haya ‘logrado’ o no en términos de comportamiento. Las investigaciones muestran que vincular la comida con el comportamiento puede llevar a que los niños mayores o los adultos se ‘recompensen’ o ‘castiguen’ con la comida.
No ‘vendas’ la comida por sus beneficios
No intentes convencer a tu hijo de comer algo porque es ‘saludable’ o ‘bueno para él’. Los niños pequeños no pueden comprender estos conceptos con los matices y el pensamiento crítico necesarios.
Sus cerebros aún no están lo suficientemente desarrollados para este tipo de razonamiento. Los niños también pueden recibir este tipo de lenguaje como presión para comer ese alimento, lo que, para muchos, reducirá su interés en comerlo o disminuirá el disfrute de la comida.
Limita las distracciones
Recurrir a una pantalla evita que tu hijo aprenda sobre la comida: es mucho más difícil prestar atención a los demás o a la comida en la mesa cuando está distraído con una pantalla.
La tele o el móvil disminuye el ritmo de las comidas: muchos padres tienen que darles instrucciones a sus hijos para que coman porque están distraídos. Además, hacen que a los niños les resulte más difícil prestar atención a las señales de hambre y saciedad de sus cuerpos porque el cuerpo está tratando de procesar múltiples estímulos sensoriales.
Que esté cómodo
Concentrarse en una tarea es difícil cuando uno se siente incómodo, y esto es especialmente cierto para los niños a la hora de comer. Si tu hijo se inquieta constantemente, intenta levantarse de la silla, se sienta sobre sus rodillas o se apoya en la mesa, verifica su posición al sentarse. Asegúrate de que tengan espacio personal mientras comen.
Deja que él se sirva
Se trata de que todos comiencen la comida con el plato vacío y todas las opciones para la comida están disponibles en el centro de la mesa. Tu hijo puede elegir qué y cuánto de cada alimento llega a su plato (autoservicio cuando sea posible).
Ten cuidado con los picoteos
Un patrón de comer o picar en exceso puede, por supuesto, alterar la regulación del apetito en los niños pequeños. Los padres de niños que comen mal a menudo aceptan múltiples peticiones de caprichos motivados por la preocupación de que sus hijos no están comiendo lo suficiente.
Si estos caprichos reducen significativamente el apetito por las comidas principales, es posible que tengas que limitarlos.
Mantén la calma
Un entorno estresante no prepara el cuerpo para comer, sino todo lo contrario. Necesitamos estar en un estado calmado y alerta para comer, evitando situaciones que aumenten el estrés o desencadenen nuestra respuesta de lucha o huida.
El estrés reduce nuestro apetito y dificulta que el cerebro esté listo para absorber nueva información, nada de lo cual es ideal a la hora de comer.
En el mundo de tu hijo, el estrés o la presión a la hora de comer pueden llevar al rechazo de alimentos o a una hipervigilancia sobre los alimentos que se le ofrecen.
Utiliza lenguaje colaborativo
Prueba frases como «estamos comiendo» o «podemos poner algunos guisantes en nuestro plato», en lugar de utilizar mucho lenguaje centrado en los niños, que puede aumentar la presión para el niño.