Publicado: abril 30, 2025, 10:13 pm
Sonia Arias nació hace 38 años en la misma casa, en las afueras de Añatuya, que hoy comparte con su madre y sus dos hijos, en donde entonces se amontonaban 10 hermanos. De todos ellos fue la única que terminó la escuela secundaria y, aunque quería ser profesora de historia, tuvo la oportunidad de aprender a coser en la en la asociación civil Haciendo Camino y ahora no solo es la profesora, sino que también creó su propio emprendimiento. Además, tiene un nuevo sueño: armar su propio taller y dar trabajo a otras mujeres vulnerables como ella.
“Vengo de una familia muy humilde, donde mi mamá Arminda se hizo cargo de los 10 hermanos cuando mi papá José falleció. Nos crió sola, mientras trabajaba todos los días en las cosechas, a veces con mis hermanos que ya habían cumplido 13 años. Ella me ha inculcado la importancia del trabajo. Yo soy la menor de las mujeres y vivo con ella y mis hijos Tomás Vega, de 6 años, y Maia Solange Arias, de 14”, cuenta Sonia desde el taller de costura de Haciendo Camino en Añatuya, a unos 190 kilómetros de la ciudad de Santiago del Estero.
“No tuve una infancia fácil porque era complicado para mi mamá hacerse cargo sola de tantos hijos, pero todos fuimos a la escuela primaria y yo fui la única que logró egresar de la secundaria. Me hubiese gustado ser profesora de Historia, pero para eso tenía que ir a estudiar Santiago, lo cual era económicamente imposible. Entonces viajé a Buenos Aires para buscar empleo y, después de trabajar como empleada doméstica en casas de familia unos dos años, me volví ya con mi hija”, continúa el relato con pocas palabras, siempre las justas.
Con voz suave y pausada, relata que sus hermanos varones ayudaron a mejorar la casita de material en el barrio de Villa María, en las afueras de Añatuya y cerca de la ruta, que tiene cocina, comedor y tres habitaciones. En una duerme su madre, en otra su hija adolescente y en la tercera ella con su pequeño hijo. “Somos pocos y la casa ya nos ha quedado grande, por eso en mi pieza tengo el taller con una antigua máquina a pedal familiar y otra overlock semi industrial”, dice.
Como su mamá, ella también está sola y en su motito primero lleva a Tomás a la primaria, luego acompaña a Maia Solange a la secundaria y por último atraviesa la ciudad para llegar a su trabajo en Haciendo Camino.
La oportunidad
“A Haciendo Camino he llegado porque estaba trabajando en un taller textil donde me capacitaron, pero que estuvo solo un año en la ciudad. Allí me he encontrado con gente muy buena, que me ayudó mucho. Empecé colocando etiquetas y luego manejando máquinas digitales. Pero ha cerrado y entonces muchas chicas y mamás que ya estaban en la fundación nos invitaron a las demás a formar un grupo de trabajo. He venido y hace ocho años que sigo con ellas”, cuenta con mucha alegría.
En el Taller de Costura del Programa Oficios les enseñan a coser y les prestan las máquinas para trabajar. Así fue como Sonia empezó a crecer y sumar logros profesionalmente. “Aprendimos con la profesora Griselda lo básico, como hacer prendas, neceseres y bolsos, hasta que ella se retiró y llegó Ivana. Cuando ella tomó licencia, me ofrecieron ser la profe de dos grupos con mamás nuevas. Las clases que dicto me ayudan a seguir aprendiendo, porque enseñar no solo beneficia a quienes aprenden, sino también a quienes enseñamos. Es una oportunidad única”, relata orgullosa.
En el taller de Haciendo Camino no solamente acompañan a mujeres en situación vulnerable en su formación, sino que también les comparten pedidos que les generan ingresos, por lo general de sets materos y otros encargos artesanales a los cuales les estampan los logos. Allí producen manteles, portacosméticos, neceseres, cartucheras, remeras, camisas y delicados pañuelos bordados, que la asociación exportó a Europa.
“En los horarios donde no hay clases, aprovechamos las máquinas de costura para hacer nuestras producciones”, dice Sonia, que gracias a su esfuerzo y dedicación creó su propio emprendimiento, “Toque de Ángel”, que recién está comenzando con neceseres y sets materos que vende a través de Facebook.
“Mi sueño es tener mi propio taller como corresponde, en un espacio que no sea mi pieza, para trabajar bien y brindarles oportunidades a otras mamás. De a poco, ojalá algún día pueda ayudar como me ayudaron a mí. Para mis hijos quiero lo mejor y por eso, así como mi mamá me inculcó el trabajo, siento que hago lo mismo”, concluye Sonia, con muchas esperanzas.
Una ayuda para los más vulnerables
Mientras Catalina Hornos estudiaba psicopedagogía en la Universidad Católica Argentina, viajó como voluntaria para brindar Orientación Vocacional a chicas de quinto año de una escuela de Añatuya. Regresó conmovida tanto por las carencias económicas de muchas familias como por la falta de salud, educación, cloacas, agua potable, comida e incluso de un futuro mejor para ellas. Una vez graduada, se mudó por seis años a la ciudad santiagueña, donde en 2006 nació Haciendo Camino.
“El objetivo es romper el círculo de la pobreza que se repite de generación en generación, realizando acciones que brindan soluciones a largo plazo en lugar de poner parches, a través de distintos programas para madres de familias vulnerables. Uno de ellos es Oficios, que ofrece espacios de aprendizaje y trabajo en grupo en costura, tejido, telar, sublimación, gastronomía, huerta, carpintería, peluquería y cestería, pero también brinda capacitación en emprendedurismo y educación financiera, para que las mujeres puedan empoderarse, trabajar y así cambiar su realidad y la de sus hijos”, explica Catalina Hornos, fundadora y directora de la asociación civil Haciendo Caminos.
Allí trabajan casi 200 personas, de las cuales muchas fueron primero beneficiarias, a las que se suman más de 100 colaboradoras. Cuentan con 14 Centros de Desarrollo Infantil y Fortalecimiento Familiar, con equipos interdisciplinarios en diferentes localidades de Santiago del Estero y Chaco, desde donde su ayuda se viene extendiendo a lo largo de los años a 20 mil familias también en 22 comunidades rurales cercanas.
Las cifras demuestran el éxito del programa Oficios: de las más de 3.500 mujeres que completaron los cursos, el 83 % ya recibió remuneraciones por sus producciones y casi el 25 por ciento consiguió un trabajo relacionado con lo estudiado. Sonia Arias es una de ellas, alejada de su pasado de vulnerabilidad y en un gran camino como emprendedora.
Cómo ayudar:
- La Fundación Haciendo Camino atiende consultas en el teléfono 11-5199-6482 y el mail info@haciendocamino.org.ar, vende productos realizados en sus talleres en una tienda online y recibe donaciones en su sitio web.