Publicado: abril 21, 2025, 2:08 pm
Ha querido la providencia, el destino o las circunstancias que el papa Francisco haya muerto en uno de los momentos de nuestra historia reciente en los que más nos hacía falta un hombre al frente de la Iglesia Católica con el espíritu dialogante y abierto que caracterizaba a Jorge Mario Bergoglio.
Su Papado ha sido, en el mejor sentido de la palabra, el de un hombre político, el de una persona con plena conciencia del papel de la institución católica en el concierto de las naciones y el de un dirigente con una visión muy clara de hacia dónde tenía que caminar la Iglesia Católica para seguir siendo tan relevante y útil como en estos últimos dos mil años.
Me atrevo a decir que fue el papa que mejor supo ver en los últimos tiempos que la Iglesia debía abrirse y el que mejor entendió la diversidad y la complejidad del mundo. Y, también, el que mejor comprendió, en esta nueva era de la sociedad de la información en tiempo real, que la Iglesia debía actualizar sus mensajes, reconocer errores y alejarse de algunos posicionamientos desfasados.
Algunos han querido caracterizar su Papado como el de un hombre progresista que se contraponía al perfil conservador de su antecesor. Tal vez haya sido así, no lo sé, pero, en cualquier caso, me quedo con que fue un hombre que supo acercarse a tanta gente que ya no se sentía representada por la Iglesia y que supo ponerse del lado de quienes más sufrían.
Los hombres y las mujeres pasan y las instituciones quedan. Por eso, en estos tiempos de incertidumbre y ansiedad en el orden mundial, quizás lo que toque es desearle al nuevo papa que tenga la misma visión integradora y abierta de su predecesor. La necesitamos.