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Acoso al inmigrante

Publicado: febrero 7, 2025, 3:02 am

Encerrar inmigrantes en Guantánamo. Aquella base norteamericana insertada en territorio cubano se ganó el descrédito a pulso por sus violaciones flagrantes de los derechos humanos. Allí llevaron a los sospechosos de los ataques del 11-S, convirtiéndola en un icono de torturas y abusos en un limbo legal. Tres veces intentó Obama cerrarla y tres veces se lo impidió la mayoría republicana en el Congreso. Ahora el inefable Donald Trump pretende encarcelar allí nada menos que a 30.000 inmigrantes, según su equipo, «a los más malos». La iniciativa «debería horrorizarnos a todos», afirman los grupos de defensa legal. Nadie sabe, probablemente ni el propio Trump, cómo piensan meter en esa base a 30.000 seres humanos.

El centro de detención de inmigrantes, que funcionó hasta 2001, nunca albergó más de 800 personas y para convertir aquello en un gigantesco campo de concentración habría que desmontar la base militar. Lo más probable es que sea una fantasmada más del nuevo presidente norteamericano, pero da idea de hasta dónde puede llegar su inquina al inmigrante. En la campaña prometió la deportación de más de 11 millones de indocumentados, a los que ha demonizado como si todos fueran delincuentes y terroristas, para lo que ahora cuenta también con las cárceles terribles del salvadoreño Bukele.

Su bravata racista y xenófoba presenta no pocas dificultades de cumplimiento. Primero que en los Estados Unidos hay jueces decentes dispuestos a pararle los pies con la ley en la mano, pero además no dispone de policías ni logística suficiente para sacar del país al 6% de la población trabajadora y, además, en el hipotético caso que lo lograra, el zarpazo que le daría a la economía de la nación y a la inflación sería brutal.

En la agricultura USA casi la mitad de la mano de obra es inmigrante. También más del 15% de los trabajadores de la construcción. Ningún gobernante por imbécil que sea puede permitirse semejante parón. Son aspectos que debió advertir el eurodiputado del PP Esteban González Pons cuando definió en un reciente artículo a Donald Trump como «macho alfa de una manada de gorilas», comentario que le afearon los miembros de su partido más dispuestos a rendir pleitesía a cualquier inquilino de la Casa Blanca aunque agite maracas o muestre rasgos autoritarios.

Ese disparatado modelo de Trump contra la inmigración es el referente a importar por las organizaciones de extrema derecha europea. Desde la UE ya se advierten algunos gestos de complacencia hacia los ultras recrudeciendo las políticas migratorias con muros, controles en las fronteras interiores y centros de deportación externos. No es el caso de España, pero lo de «más muros y menos moros» del partido de Abascal trata de anidar en las mentes menos formadas e irreflexivas del país.

La xenofobia rampante desprecia datos tan abrumadores como que el 13% de nuestra mano de obra es inmigrante y que su aportación ha supuesto cerca de la mitad del crecimiento económico experimentado desde la covid. Al igual que en los Estados Unidos aquí la mitad de los peones agrícolas son extranjeros y en la construcción pasan del 30%. Son dos sectores que tienen dificultades para contratar mano de obra y lo mismo ocurre en la hostelería, nuestra mina de oro, donde la mayoría de los nuevos empleados son extranjeros. Con todo es el servicio doméstico el que más inmigrantes absorbe, seis de cada diez empleados. Son gente que suma en crecimiento económico, en empleo y que paga sus impuestos, un aporte ya imprescindible a la riqueza nacional. Acosar al inmigrante que viene a ganarse la vida, como tantos españoles lo hicieron en los años duros, además de indecente es estúpido.

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