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Publicado: febrero 3, 2025, 11:09 am

Imaginamos una hélice de cuatro aspas bastante anchas, dos en vertical y dos en horizontal. O una flor de cuatro pétalos en forma de cruz. Los pétalos son bastante anchos de manera que cada uno roza o intersecta con los contiguos. La figura también podría ser un ocho cruzado por su cintura con el signo del infinito. O una flor de cuatro pétalos. En el centro ponemos una figurita humana. La idea es comparar la escala humana con dos ámbitos o dimensiones que forman parte de ella. La vertical representa el espacio: la hoja o aspa superior es el cosmos y la inferior son las partículas subatómicas. En el eje horizontal está el tiempo: a la izquierda, en el extremo más alejado de la hoja o aspa, estaría el punto del big bang, 13.800 millones de años. En la otra punta, si llegara hasta el final sería el enfriamiento y la ausencia de vida, el fin del mundo previsto. Todo esto según las hipótesis de la ciencia actual.

Esta gráfica de la flor o el ventilador no guarda las proporciones entre magnitudes más o menos aceptadas, pero coloca al ser humano –la vida en la tierra– en el centro de la imagen. La figurita del centro podría ser el hombre de Vitruvio (aunque convertido en mujer o mixto, según el péndulo y la época) dibujado por Leonardo da Vinci y vindicado por Carlos López-Otín en su último y maravilloso libro La levedad de las libélulas, en el que apunta la idea de que Leonardo se inspiró en las gráciles alas de este insecto para añadir dos brazos y dos piernas al hombre de Vitruvio, inscrito en un círculo y un cuadrado. La intención de situar al ser humano en el centro de estas aspas o pétalos es que la especie esté, como en tiempos pretéritos, en el centro, al menos durante el tiempo/espacio que vive una libélula: una especie de ilusorio “Usted está aquí”, un plano imaginario para elevar la mirada.

El pétalo o burbuja superior –el universo–, mide 93.000 millones de años luz: esta magnitud corresponde a la estimación actual del universo visible, pero seguramente será más vasto o incluso infinito. En general, sabiendo tanto no sabemos casi nada, así que la distorsión de los pétalos es un mal menor. El mapa no muestra la energía oscura ni la materia oscura.

El pétalo o burbuja inferior, que representa el universo subatómico, dominio de la física cuántica, es tan pequeño que no podemos verlo, pero su poder es muy grande, ya que define la materia, propicia el microondas, el GPS o la resonancia magnética y al romper un átomo de uranio sale una bomba nuclear. Las características de este submundo –indeterminación, entrelazamiento, dualidad– cogobiernan el universo y, según la ciencia, su intervención en el primer momento del big bang fue determinante para que estemos aquí.

La burbuja o pétalo o aspa de la izquierda muestra el big bang y el tiempo –la flecha del tiempo– transcurrido hasta hoy.

La burbuja de la derecha vitruviana es el futuro y, dado que las proporciones son arbitrarias, podemos eludir la simetría y suponer que llega hasta el fin del mundo o, ya puestos, más allá. El fin del mundo se entiende como la entropía total, cuando no se mueve ni un quark y todo está frío y quieto: no hay prisa.

La ciencia postula que el universo es plano, lo que dejaría el espacio superior más próximo a un pétalo de una flor o al aspa de un ventilador en la analogía, pero que si se prefiere un espacio abombado o incluso esférico, se puede representar con una burbuja o un balón.

Aparte de mostrar la situación actual, millón de años arriba o abajo, el mapa admite o sugiere otros desequilibrios propios de la vida. Así, el espacio y el tiempo, tanto en el globo del pasado como en el del futuro, se pueden solapar en la zona de intersección, como en el área común de la teoría de conjuntos, reflejando en parte el espacio-tiempo de la Relatividad de Einstein (el espacio-tiempo se curva con la gravedad, etc). A estos efectos es más fiel al original el mapa con las aspas abombadas, o sea, burbuja, pelota o pétalo, según el volumen elegido.

El mapa puede ayudar a esquivar inquietudes cotidianas como el miedo a la muerte, al precio de la fruta y el alquiler, etc. El mapa invita a cambiar el estrés, ya individual, ya global o el maridaje de ambos, por la contemplación del universo, el espacio, el tiempo y sus flirts. Ante el súbito cortisol se invocan estos globos, pétalos, aspas o burbujas y los prodigios que les dan vida y se obtiene una inmediata paz. Con este esquema en el móvil usted se puede sentir el centro de la creación, ya sea divina, determinista, producto del azar y la necesidad o la que cada cual –cada quark– decida. Dada la presión de la realidad viene bien esta inocente evasión. ¡El universo es gratis!

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