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Calle Florida, historia de la arteria más famosa de Buenos Aires a lo largo de los siglos

Publicado: enero 24, 2025, 5:00 am

Florida. La arteria rumorosa de la ciudad que es como un remanso del río de gente afiebrada que corre afanosamente tras el vellocino de oro. Allí brillan las mujeres, y gracias a ellas, la calle ofrece un aspecto que no tiene ninguna otra, quizá, del mundo todo. Para nosotros Florida es parte de la existencia ciudadana, porque ella en sí es esencialmente porteña. Así describían en 1903 a esta calle, cuyo recorrido atraviesa los barrios de San Nicolás y Retiro, desde Rivadavia hasta la Plaza San Martín. Llamada también “orgullo de los porteños”, Florida fue testigo de episodios de la historia y lugar de paseos y encuentros durante varias generaciones.

Florida desde Bartolomé Mitre hacia el sur, en una foto de Harry G. Olds, ca. 1900.

Desde su apertura en el trazado de Juan de Garay con la segunda fundación de Buenos Aires se la conoció como San José (su denominación original), del Correo y del Empedrado, y después de las invasiones inglesas como Baltasar Unquera, nombre de un edecán de Santiago de Liniers, caído en batalla. En 1821 recibió el nombre de La Florida, en recuerdo del triunfo de las tropas criollas en la batalla homónima, en el Alto Perú. Juan Manuel de Rosas lo cambió en 1837 por del Perú, y en 1857 se le restituyó el nombre actual.

Fue una de las primeras calles empedradas, y en 1870 adoquinaron el tramo entre Cangallo y Cuyo (hoy Perón y Sarmiento). Parte del empedrado original se descubrió en 1971 cuando se hicieron los trabajos para convertirla definitivamente en peatonal, y dejaron un “retazo” a la vista, como evocación de aquel pasado, en el cruce con la Diagonal Norte.

Y hasta estuvo alfombrada. En 1970, en una atrevida acción publicitaria, la empresa Meller la cubrió con su producto Tapizmel. Durante 40 días caminaron sobre la alfombra más de 15.000.000 de personas, y la transitaron vehículos. Al retirar el producto, un escribano certificó que había mantenido el colorido original y la textura.

El alumbrado a gas y el alumbrado eléctrico también fueron adelantos que llegaron a Florida antes que a otras calles de la ciudad.

Un sector del empedrado original de Florida, descubierto en las obras de 1971.

En Florida 97 (actual 273) tuvo su vivienda María Sánchez, a quien su esposo Juan Thompson le había obsequiado como regalo de bodas la manzana comprendida entre las calles Cuyo, Cangallo, San Martín y Florida. El salón de esa casa, tapizado en seda, con espejos en el techo y una araña de plata, fue uno de los frecuentados por personajes de la época durante los primeros tiempos de la vida social porteña. Allí el maestro murciano Blas Parera interpretó por primera vez el Himno Nacional en 1813, hecho que recuerda una placa en el frente del edificio que hoy ocupa parte de ese solar.

La casa de Federico de Elortondo e Isabel Armstrong, construida en la década de 1870 en la esquina sudoeste de Florida y Corrientes, también fue conocida por sus fiestas. Al edificio –que ocuparon Casa Mayorga, una hamburguesería y ahora una librería comercial– se le hicieron algunas modificaciones a pedido de Carlos María de Alvear, casado con Mercedes Elortondo.

En 1971,cuando se hicieron las obras definitivas para hacer Florida peatonal, la Municipalidad colocó pasarelas temporarias para facilitar la circulación.

A una cuadra, en Florida 460, se levanta la vivienda diseñada por el arquitecto Jules Dormal para Juan Gregorio Peña Zelaya y completada en 1903, hoy sede de la Sociedad Rural.

En distintas épocas fueron habitantes de la calle Domingo Matheu, Mariano Haedo, Adolfo Carranza (fundador del Museo Histórico Nacional), Cosme Argerich, Carlos Pellegrini, Bernardo de Irigoyen, los médicos Rafael Herrera Vega (quien introdujo el uso del termómetro clínico en el país) y Pedro de Elizalde; la familia Tornquist; Francisco Moreno (padre del Perito) y también su hijo Facundo (fundador del Club del Progreso y de La Estrella, la primera compañía de seguros del país); Francisco Chas (el que dio nombre al intrincado Parque Chas); Ladislao Martínez (dueño de la manzana donde se levantó el Bon Marché y quien donó los terrenos para la ciudad de Martínez); el financista José de Carabassa, fundador del banco comercial del mismo nombre, cuya vivienda fue vendida a Gath & Chaves para construir su Casa Central en la esquina con Cangallo, y Luisa C. de Gandulfo, quien donó el hospital que lleva su nombre en Lomas de Zamora. Entre Tucumán y Viamonte vivió el marino y pintor Antonio Somellera, que estaba a cargo de la Capitanía del Puerto y quien plantó los primeros mimbres en el Delta del Paraná junto a Domingo F. Sarmiento.

Gath & Chaves inauguró su gran sede en 1914, y un edificio anexo, gemelo, en 1925. El tráfico vehicular (prohibido a partir de las 11 hs. desde 1911) indicaría que la foto fue tomada más temprano.

Una descripción pormenorizada

En 1869, en su libro Handbook of the River Plate los hermanos Mulhall describían así a Florida: “Es quizás la mejor calle de la ciudad. La vivienda de Mr. Lumb, un antiguo residente inglés, la de la familia Dorrego y muchos negocios de moda junto con las oficinas de Russell Shaw, Mitchell & Co. y E. Glover componen la primera cuadra; la segunda tiene también numerosas joyerías y bazares; la tercera tiene la hermosa casa de Álzaga, después de la cual viene la de Mr. Plowes, y luego la oficina de Darbyshire, Krabbé and Company; la cuarta contiene algunas casas de hospedaje y el Club Alemán, después del cual viene el Consulado de España; la quinta comprende las casas más elegantes de la ciudad. El resto de la calle hasta el Retiro comprende el barrio más de moda, aquí encontramos las casas de Ocampo, Jackson, Blye, Mackinlay, Riestra y otras. En la esquina de la calle Tucumán está la botica de Espinosa y Kyle. En la novena cuadra el Señor Madero construyó un mercado en 1865, pero ha sido cerrado; enfrente hay un vivero muy bonito. En la esquina de calle Paraguay hay un conjunto de casas pertenecientes a Mr. Armstrong. Cruzando la calle Paraguay hay un puente levadizo de madera para transeúntes en época de lluvia, al no haber drenaje el arroyo que baja después de las fuertes lluvias es tan grande que un hombre se ahogó aquí en octubre de 1868. Una cuadra nos lleva ahora al hermoso Paseo del Retiro”.

El diario La Prensa, en su edición del 22 de noviembre de 1869, informaba acerca de este puente: “Llamamos la atención a la Municipalidad, sobre el puente que existe en la esquina de Florida y Paraguay, pues las familias que se encuentran del otro lado de la calle Paraguay quedan aisladas cuando llueve, porque el puente está en el peor estado posible”.

La residencia de Ignacio Sánchez, en la esquina de Florida 952/980. Él murió en 1921, y diez años más tarde Alejandro Bustillo construyó allí el edificio actual.

Florida fue lugar de celebraciones de fiestas patrias y de desfiles, que viniendo desde la Plaza de Mayo llegaban hasta la esquina de la residencia de Ignacio Sánchez, en la Plaza San Martín. Entre otros, el ejército de Urquiza desfiló luego de la Batalla de Caseros y en 1870 lo hicieron las tropas que regresaron de la guerra contra el Paraguay. Escenario de marchas, manifestaciones políticas, cortejos fúnebres camino al Cementerio del Norte o procesiones religiosas desde y hacia la Catedral, Florida también tuvo un corso en días de Carnaval. En todas estas manifestaciones los balcones de las residencias servían de palcos privilegiados.

Por Florida circularon los tranvías de tracción a sangre de la Compañía Buenos Aires y Belgrano, que hacía el trayecto entre la Plaza de Mayo y Belgrano, que en ese entonces era un pueblo. Como el tranvía causaba molestias y algunos accidentes, a fines de 1889 la empresa suprimió ese recorrido. Pero seguían transitando carruajes y automóviles, lo que llevó a que, en 1911, a pedido de los comerciantes, se impidiera la circulación de vehículos entre las 11 y las 21, y en 1922 se dictara una ordenanza prohibiendo el tránsito vehicular entre las 11 y las 20.

El Noticiero de América, que se exhibía en los cines en 1956, así se refería a esta calle: “Desde los años apacibles de la gran aldea, Florida, la del perfil personalísimo, ha sido y es la sala de recibo de Buenos Aires… no es una calle más, es la calle de la belleza y de la gracia… obligadamente es el primer paseo del turista y su mejor recuerdo”.

La confitería Richmond fue creada en 1917. Famosa por sus billares, languideció en el siglo XXI hasta que cerró en 2011.

Pasen y vean

A fines del siglo XIX y principios del XX, se establecieron en Florida talabarterías, como la de Mattaldi, y locales de zapaterías. Alberto Capelle ofrecía calzado de lujo y un importador la famosa marca estadounidense Walk Over Shoes. Años más tarde, surgieron otras como Grimoldi con sus tradicionales zapatos de medio punto y la línea Joyce California promocionada como “un pedazo de cielo para sus pies”; Pandora, que vendía la línea de zapatos sportivos que fabricaba Mingo Sport; Guante, Astoria, Carlitos, Mendizábal, Los Angelitos –de Luis Aguirrezabalaga–, Tonsa, Bescós –especialista en zapatos para damas–, Spinelli y Guido, la de los tradicionales mocasines.

En su época de esplendor, al mediodía Florida era un popurrí de personas haciendo trámites y circulando a paso rápido, y otras de andar más tranquilo, en su hora de almuerzo, mirando vidrieras o algunos de los kioscos donde se podían conseguir diarios y revistas de todo el mundo.

Las tiendas también tuvieron su apogeo: a principios del siglo XX La Maison de Soieries, ubicada en la esquina con Rivadavia, ofrecía sedas, gasas y muselinas de Francia y Japón y Al Ajuar de París, de Yañez y compañía, telas importadas en su local de Florida al 400. Años más tarde Etam tuvo en Florida tres de sus sucursales.

Alfredo Gath y Lorenzo Chaves.

Gath y Chaves se instaló en 1901 en un edificio de tres plantas en Florida y Bartolomé Mitre, con un anexo (posterior) en Perú y Avenida de Mayo. Le siguieron los dos edificios en las esquinas de Florida y Cangallo y El Palacio de los Niños, otro anexo, en la esquina sudoeste con Sarmiento.

A la Ciudad de México, de Alejandro Ollivier y José Albert, fundada en 1889, estuvo en la esquina noroeste con Sarmiento. Un incendio destruyó el edificio en 1907, y al año siguiente inauguraron uno nuevo, de cinco pisos. Expropiado, pasó a ser sede de las Grandes Tiendas Justicialistas, y en 1955 cambió su denominación a Grandes Tiendas Empleados de Comercio, para finalmente convertirse, en 1967, en la Casa matriz del Banco Ciudad.

Con un capital de 25.000 libras esterlinas la tienda inglesa Harrods llegó a Argentina en 1912 y abrió un local en la esquina de Florida y Tucumán 599, que publicitó como “El Templo de la Moda”. Dos años más tarde, ya como Harrods Buenos Aires Limited, inauguró su maravilloso edificio de Florida 877 –lamentablemente cerrado desde 1998– al que presentó como “Palacio de Venta”, “Centro de Modas” y “Emporio de la Elegancia”.

Imagen captada el 28 de noviembre de 1981 de Papa Noel frente a Harrods, en la calle Florida.
Foto de Adolfo Passalacqua.

En la esquina noreste de Florida y Cuyo (Sarmiento) existió a principios del siglo XIX la pulpería Almacén del Plata, y posteriormente en ese lugar tuvo su vivienda el General Prudencio Ortiz de Rozas, hermano menor del Brigadier Juan Manuel de Rosas: una casa con columnas en su entrada, amplios patios internos y aljibe, que llegaba casi hasta mitad de cuadra por la calle Cuyo. En 1889, se instaló en esa esquina Madame Carrau, una de las modistas más importantes de la época, que tuvo su primer local en Florida 61. Los diseños de los vestidos de la “Maison Carrau” provenían de las casas europeas Charles F. Worth; Chernit; Callot Soeurs; Jeanne Paquin (primera gran diseñadora femenina) o Jacques Douce, y trabajaban géneros como el “Haitienne Broché” (tela de seda o de algodón con estampado de raso, de moda a mediados de la década de 1880), “Pekin Moare” (seda), “Satin Merveilleux” (satén liso), “Epingline” (seda o rayón; o seda con lana peinada con una superficie de crêpe) y “Faille Française” (seda suave con canalé). También vendían pieles y los afamados sombreros de Caroline Reboux y Madame Georgette. Cuando, en 1920, Madame Carrau se mudó a Arenales y Cerrito, ocupó esa esquina la Farmacia Franco Inglesa, que luego anexó la casa lindera sobre Florida y en 1931 construyó un edificio de tres pisos y tres subsuelos, lo que llevó a considerarla la farmacia más grande del mundo.

Famosas galerías

La primera galería que se construyó fue la Güemes, en Florida 165, proyecto del arquitecto Francesco Gianotti, inaugurada en 1915. De estilo Art Nouveau, tiene cuatro torres de 14 pisos, hermosos murales y ornamentos, locales comerciales, oficinas, un mirador desde el que se puede ver la ciudad y un teatro que supo tener funciones desde la mañana hasta las 12 de la noche y donde actuaron Carlos Gardel y Pepe Biondi. Entre 1929 y 1931 el escritor francés Antoine de Saint-Exupéry vivió en el departamento 605 de la Torre Mitre de la Galería, y allí escribió su libro Vuelo Nocturno, acompañado por una cría de lobo marino que tenía en el baño, traída de uno de sus viajes al sur.

Galería Florida, en el 251, tuvo su época de esplendor en los años 40 y 50.

La Galería Florida, en el número 251, tuvo entre sus locales una sucursal de la Confitería Las Delicias, la tienda La Atracción y la Compañía de Publicaciones Anaconda. También estaban Astro, una casa de aeromodelismo, hobby muy de moda; Al millón de lapiceras, que vendía lapiceras fuente, y en la planta alta la confitería Adlon de Alberto Grimoldi, donde se presentaban cantantes melódicos y de tango y actuaron las orquestas Hamilton-Varela y la del saxofonista Booker Pittman.

Entre otras galerías se pueden mencionar a la Del Sol, Larreta –con el mural abstracto de Luis Seoane–, Central, Boston, del Este, Londres, Buenos Aires y Jardín.

Duelo de cúpulas

En la concurrida zona del cruce con la Diagonal Norte se destacan los magníficos edificios del Banco de Boston y los de Miguel y Massimiliano Bencich, coronados por hermosas cúpulas, y el de la Compañía de Seguros La Equitativa del Plata que en su planta baja tuvo el local de la financiera Maura y Coll y en el tercer piso una de las sedes de Academias Pitman, de enseñanza comercial e idiomas. En esa primera cuadra estaba el Grand Hotel, la importadora de café El Cafetal (que después ocuparía el local de la esquina, donde había estado la financiera), la joyería y relojería de José Santarelli y una sucursal de Bonafide.

Grosso y Compañía, que producía el pan de Graham “La Piedad” tenía su negocio en Florida 31 y la compañía japonesa de navegación Osaka Syosen Lines y las aerolíneas Panam, Panair y Panagra sus oficinas en el edificio de la vereda opuesta, donde estaba la Farmacia Nelson. Otras aerolíneas que tuvieron oficinas en Florida fueron SAS y Air France.

El monumento a Roque Sáenz Peña, obra de José Fioravanti, fue emplazado en 1936 en el cruce de Florida con la Diagonal Norte.

Los más variados rubros

Pulperías, hojalaterías, restaurantes, fondas, rotisseries como la de Alfredo Charpentier y la Sportsman, almacenes, carpinterías, panaderías, fábricas de guantes, armerías, sastrerías, boticas, fábrica de velas, mercerías, venta de alfombras, depósito de semillas y plantas, puestos de frutas, bazares, armerías, cuchillerías y hasta un depósito de cal, un corralón de leña, una herrería y varias agencias de autos –como Recht y Lehmann, representantes de los vehículos Panhard, Maison Paris, que vendía los Renault, y Odell e Hijos –que importaba los Mitchell– fueron algunos de los tantos rubros que tuvo Florida.

La Perfumería Ruiz y Roca, el comercio más antiguo de la ciudad y que fuera originalmente peluquería, estuvo en la esquina noroeste de Florida y Corrientes, para luego instalarse en la Galería Güemes.

Renombrados fotógrafos tuvieron sus estudios en Florida, entre ellos Christiano Junior, Samuel Boote, Tomás Bradley, Enrique Moody, G. Chandler, Arthur Terry, Charles Fillebrown, Chute & Brooks, Alejandro Witcomb y Sivul Wilenski.

Cassels y Compañía exhibió en sus vidrieras los primeros fonógrafos y F. R. Guppy el megalófono, “la más poderosa de las máquinas parlantes” que se alquilaba para fiestas, y profesionales de varios rubros establecieron sus consultorios, como los dentistas Tomás Coquet, Ralph Newbery (padre del aviador), Jorge Kimball y Carlos Small.

Florida desde Cuyo (actual Sarmiento) hacia el sur, ca. 1885.

También eligieron Florida las joyerías Ornstein, Cats, Fredenhagen, Kramer, Fadre & Weil, “The Manchester” de los hermanos Chiswell, Eibar, Escasany, Santarelli y Mappin & Webb, proveedores de la Casa Real británica, que ocuparon el edificio histórico de Florida 32.

Conocidos cafés (Sorocabana, El Cafetal, Paulista, Bom Café) y confiterías (Del Águila, L’Aiglon, Richmond, Florida Garden) también se instalaron en Florida, y el Bazar Francés de la Viuda de Lehmann (que representaba a Christofle de París), el Gran Bazar Colón y el Bazar Dos Mundos del catalán José Roger Balet fueron algunos de ese rubro. En Florida 400, esquina Corrientes, tuvieron un local de exposición los hermanos Azaretto, autores de las magníficas arañas del Salón Blanco de la Casa de Gobierno y del Congreso de la Nación.

En Florida nunca faltaron las librerías, como la Europea de Luis Jacobsen, Espiasse, Kraft, L’ Amateur, Moën, San Marco, Mackern y Kramer, destacándose El Ateneo, fundada en 1912 por el español Pedro García, que en 1917 se instaló en Florida 371 y en 1938 se trasladó a Florida 340, un edificio propiedad del empresario Max Glucksmann. Allí trabajó más de 50 años Francisco “Paco” Gil, amigo de Borges y otros escritores, reconocido como “Librero Mayor de Buenos Aires”, quien tuvo la idea de las primeras exposiciones de libros en la calle, antecedente de la Feria del Libro. Oliva y Schnabl, Lutz, Ferrando y Cía., Griensu y Di Si fueron algunas de las ópticas más conocidas.

El edificio de estilo neocolonial donde funcionó la redacción del diario La Nación, obra de los hermanos Estanislao y José Manuel Pirovano, aún está en Florida 343. Se inauguró en 1930 y durante décadas frente a sus pizarras de letras móviles se agolpaba un público ávido de conocer al instante las últimas noticias.

Multitudes agolpadas para leer las noticias en las pizarras de La Nación. 1968.

Las bombonerías Iris Blanc y Minotti; los sombreros para damas de Sporting Stepper; las camisas Milord, la lencería de Azorín y Tesira, Casa Tow, Los Gobelinos, la Mueblería Thompson, la casa de música Ricordi, los pianos Breyer y Neumann, Mc Gregor, James Smart, El Trébol, la peletería de Charles Calfun, la sucursal de Casa López, la Biblioteca Lincoln, el cine Novedades, el Teatro Nacional, las galerías Broadway, la Casa del Banderín, Marilú y las Perfumerías Ivonne son otras recordadas presencias y marcas.

En Florida también se instalaron sucursales de empresas extranjeras, como Johnson (una de las primeras agencias de publicidad del país); Remington (la fabricante de máquinas de escribir de New York) y The Oriental Carpet, fabricante de alfombras cuya casa principal estaba en Esmirna. Felipe Fürst tuvo aquí la primera fábrica de Sudamérica de boquillas de espuma de mar y ámbar, y artículos para fumadores.

La empresa Granix eligió Florida para instalar en 1981 un restaurante vegetariano, que atendía a más de 4.000 comensales por día.

Círculos y clubes

La residencia de Florida 770 de Federico Leloir y Hortensia Aguirre fue adquirida para ser sede del Círculo Militar, pero nunca llegó a serlo.

El Círculo Militar, creado en 1880, tuvo varias sedes en la ciudad, tres de ellas en esta calle: Florida 162, 166 y Florida y Charcas. En 1923 compraron la casa de Federico Leloir y Hortensia Aguirre en Florida 770. A ella se refiere Victoria Ocampo en su autobiografía. Dice: “La casa nueva y enorme de mi tía Hortensia era mandada a hacer para perderse en ella”. La nueva sede nunca se construyó, y la casa se demolió, ya que el Círculo Militar adquirió el Palacio Paz, en el que se establecieron en 1938. Algunos muebles, tapices y arañas de la residencia de los Leloir adornan ese palacio.

Palacio Paz, circa 1916.

El Jockey Club inauguró en 1897 su sede en Florida 571, proyecto del arquitecto vienés Manuel Turner, terminado por Alejandro Christophersen y Emilio Agrelo. Se lo presentaba como “un magnífico edificio, situado en la aristocrática calle de la Florida. A la entrada, en el primer descanso de su grandiosa escalera ornamental, se encuentra la célebre Diana de Falguière. De este descanso parten las dos rampas simétricas que conducen a la galería del primer piso, adornadas con pilastras y columnas de estilo corintio, que completan la ornamentación de esta soberbia construcción, en la cual el rico ónice de San Luis de los pasamanos, la piedra del Azul de los escalones, el tono gris amarfilado de los balaustres y el estuco que cubre las paredes, imitando mármoles de variados colores, forman un conjunto precioso. Este palacio podría figurar con honor en la más opulenta capital de Europa”. El edificio fue destruido en 1953 por un ataque incendiario, el predio se vendió en 1967 y allí se construyó la Galería Jardín.

El elegante interior del Jockey Club y la escultura de la Diana de Falguière.

El Circolo Italiano (hoy Club Italiano) alquiló en 1901 a los hermanos Antonio y Bartolomé Devoto un edificio en Florida 8, que el ingeniero Bruno Avenati adecuó a las necesidades de la institución. Según crónicas de la época “tenía características palaciegas, expresadas en un exquisito lenguaje italianizante, salones amplios y lujosos, salón de baile, sala de armas, sala de lectura, biblioteca, sala de billar, restaurante y salas de reuniones”.

La primera sede propia la tuvo en Florida 374, un edificio de doce pisos proyectado por el arquitecto Luis Broggi y finalizado por el arquitecto Gino Aloisi, que fue inaugurado en 1924 con la presencia del Presidente Marcelo T. de Alvear y el Príncipe Umberto de Savoia, heredero de la Corona de Italia. En ese lugar hoy está la Galería Central.

En la esquina de Florida 691 (y Viamonte) estuvo la casa que el Ingeniero Manuel S. Ocampo, padre de las escritoras Victoria y Silvina, proyectó en 1908 para sus hermanas. Silvina, en uno de sus cuentos, la definía como “la casa de mi tía más vieja adonde me llevaban los sábados de visita”…una “casa con cielo de claraboyas”. Allí se instaló luego el Automóvil Club Argentino. En Florida 659 estuvo el Yacht Club Argentino y el Centro Naval tiene su sede en el magnífico edificio de Florida y Córdoba, luego de haber estado en Florida 316, 319 y 659.

El Salón Castillo, el Salón Costa, Witcomb y Van Riel fueron algunas de las galerías de arte que se destacaron sobre la transitada calle.

El imponente edificio del Centro Naval. 1957.

Tiempos pretéritos

El famoso payaso Frank Brown, hijo y nieto de payasos, malabarista, equilibrista, acróbata, prestidigitador y empresario circense, también tuvo un lugar en la calle Florida, aunque eso resultó conflictivo. En 1910, la Comisión organizadora de los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo le ofreció la posibilidad de construir una carpa de circo en un terreno entre Córdoba y Paraguay, lo que Brown aceptó, entendiendo que podía ser un aporte a la celebración. Pero eso motivó reacciones adversas de quienes consideraban que una construcción de madera y lona no era adecuada para esa zona de la ciudad, y la noche del sábado 14 de mayo de 1910 un grupo de jóvenes prendió fuego a la carpa, que se quemó totalmente. Luego de este episodio, Frank Brown dejó el país e inició una gira por Sudamérica, para volver en 1912.

El estanciero Leonardo Pereyra era dueño de un cuarto de manzana con frente por Florida y salida por Paraguay. En Historia de la calle Florida Ricardo Llanés nos cuenta que para 1831 en ese lugar, conocido como el Hueco de Florida, había un anfiteatro “con pretensión de teatrillo, rodeado de jardines con mesitas al aire libre”. Era el llamado Jardín del Concierto y luego Jardín Florida, un espacio arbolado con un pabellón, un palco, una gruta, una fuente, asientos y servicio de restaurante.

Allí, en abril de 1875, se realizó la primera Exposición de la Sociedad Rural Argentina, de la que participaron 6 agricultores y 85 ganaderos y a la que asistieron 18.000 personas.

Años después, un aviso en el periódico El Pueblo Argentino de diciembre de 1879 informaba que “ha sido prohibido el ingreso de negros en el Jardín Florida”.

Niños en una colecta del Patronato de la Infancia (foto retocada manualmente) 1937.

En mayo de 1880 debutó en el Jardín Florida la Compañía Circense Rosso-Podestá, y fue en ese lugar donde, en 1889, se reunieron los jóvenes que organizaron la Unión Cívica de la Juventud, partido político que tuvo entre sus líderes a quienes más tarde organizarían la Unión Cívica Radical, la Unión Cívica Nacional, el Partido Socialista y el Partido Demócrata Progresista.

En 1901 se inauguró la Asociación Nacional de Ejercicios Físicos, entidad que organizó el domingo 4 de octubre de 1903 la primera carrera de larga distancia en la ciudad, de la que participaron 30 atletas que hicieron un recorrido de ida y vuelta entre el Jardín Florida y Olivos. El ganador fue Claudio Peralta, de 19 años, con un tiempo de 3 horas, 2 minutos y 10 segundos. Ese año también ocurrió en esa esquina el primer accidente de tránsito. El Jardín Florida cerró en 1907 y se demolió en 1910.

Casa de Ernesto Tornquist. El paredón con farola que se ve en el costado izquierdo es la esquina del predio donde se construyó el Plaza Hotel.

En la esquina de Florida 989 y Charcas Ernesto Tornquist construyó su casa, la primera vivienda del país que tuvo ascensor. Y en la vereda opuesta –en el sitio donde existió el almacén en el que por primera vez se bailó tango entre un hombre y una mujer– el empresario decidió la construcción del Plaza Hotel, obra del arquitecto Alfred Zucker. El proyecto incluía varias torres, que quitarían luz natural a la casa de los Tornquist, particularmente a la habitación donde Rosa Altgelt, esposa de Ernesto, solía sentarse a bordar. Como ella no quería perder esa luminosidad, pidió a su esposo hacer alguna modificación, a lo que Ernesto accedió, y se cambió la orientación del hotel. Tornquist también hizo construir en las cercanías varias casas para su familia. En la de Florida 939 vivieron su hija María Luisa y su esposo Benjamín Muniz Barreto, coleccionista dedicado a la recuperación de materiales arqueológicos, que en ese lugar instaló un museo con más de 15.000 piezas del Noroeste argentino y Perú. Parte de esa colección, única en América, es la más importante del Museo de La Plata, que la recibió en 1933.

En Florida 936 estuvo hasta 1970 el Instituto Di Tella, creado en 1958 en homenaje al empresario Torcuato Di Tella. Dirigido por Enrique Oteiza, Jorge Romero Brest, Alberto Ginastera y Roberto Villanueva, es recordado como un centro de vanguardias artísticas de la pintura, el teatro y la música, del que surgieron numerosos artistas.

Habría mucho más para decir sobre esta calle, lo que podría sintetizarse con las palabras del Noticiero Sucesos Argentinos al hacerse peatonal en forma definitiva: “Florida es un verdadero símbolo lleno de historia que se impone sobre toda novedad, ya que a pesar de los cambios, Florida siempre será Florida”.

Etam ocupó durante muchos años la esquina de Florida y Diagonal Norte y tuvo otras dos ubicaciones sobre la misma arteria.

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