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Estaba desilusionada con el país, se fue, y hoy siente orgullo: “Muestro lo maravilloso de Argentina y su gente”

Publicado: diciembre 25, 2024, 4:46 am

Hubo un año que cambió la vida de Beatriz Martorello para siempre. Sucedió entre el 2010 y el 2011, cuando fue nombrada presidente de la Federación Interamericana de Abogados y, de la mano de tal designio, eligió vivir en Washington DC. Menos de doce meses bastaron para que algo dentro de ella se transformara sin previo aviso, podría decirse que la atravesó un henko, esa expresión japonesa que refiere a un cambio radical interno, en el que no hay posibilidad de retorno al estado inicial.

Sin embargo, el impacto de su metamorfosis quedó en evidencia a su regreso a la Argentina. A pesar de la felicidad del reencuentro con sus amigos, familia, con su casa y su estudio jurídico, le costó mucho adaptarse: “Algo se había quebrado dentro de mí respecto del país. Esa casi certeza (o fuerte esperanza) que antes tenía, de que Argentina por fin iba a mejorar”, revela Beatriz hoy al recordar su historia.

Beatriz junto a su marido

“Mi vida en DC me había mostrado cuán diferente era vivir en una sociedad más previsible, más segura, más organizada, una sociedad en que la vida se podía desplegar con más fluidez y sin tanto caos”.

Volver a empezar: “Dudé mucho si había sido la decisión correcta”

El cargo que Beatriz había desempeñado durante su estadía en Washington DC le permitió abrir puertas profesionales y conocer personas que le mostraron nuevos horizontes, aun así, dar el salto de fe definitivo resultó ser un proceso que duró varios años. Había un último dejo de esperanza que no deseaba morir del todo, pero que finalmente cedió para dar paso a un nuevo comienzo en una ciudad que Beatriz siempre había observado con encanto: Chicago. “Siempre me gustó, pese al extremo clima invernal”, cuenta en relación a su nuevo hogar.

Amor por Chicago: “Siempre me gustó, pese al extremo clima invernal”

Pero no solo existía una atracción hacia Chicago, la abogada argentina, junto a su esposo y su hijo, habían recibido asimismo una invitación concreta por parte de una amiga y colega que había conocido en la Unión Internacional de Abogados, quien se ofreció a compartir su techo para su volver a empezar.

“Nos mudamos a su casa por dos meses hasta que encontramos nuestro (primer y coyuntural) hogar. Al principio fue dificilísimo, no encontraba mi lugar, estaba totalmente desorientada y dudé mucho si habíamos tomado la decisión correcta, principalmente cuando a dos semanas de llegar la temperatura estaba en menos 18 grados centígrados”.

“El primer día de escuela de mi hijo lo llevé al colegio caminando seis cuadras con ese frío…no lo podía creer. Para mi hijo el primer año fue muy difícil, extrañaba horrores a sus amigos, su colegio, su rutina y verlo sufrir casi me rompe. Pero nos dimos la oportunidad de intentarlo un poco más y al final todos nos fuimos adaptando y fortaleciendo”.

Trabajar en Chicago: “El pensar que esto era bueno para mi hijo y su futuro me dio fuerzas cada vez que me sentía flaquear”

En Argentina, los seres queridos habían aceptado la decisión con naturalidad y afecto, aun así hubo tiempos en los que sufrió la decisión. Tras hallar el propio espacio, Beatriz consiguió trabajo como jefa de división en el Ministerio de Trabajo de Illinois , un empleo que no respondía a su ideal desde ningún punto de vista. A ello se sumaron las cargas del hogar sin ayuda constante, la nostalgia y la necesidad de adaptarse a una cultura muy diferente en Chicago, a pesar de tratarse de una ciudad muy cosmopolita.

Con un fuerte deseo de sentirse profesional habilitada en Estados Unidos, estudió para pasar los exámenes del Bar, un proceso complejo que la obligó a reinventarse y a organizarse mientras ejercía su trabajo de tiempo completo. Fueron varias las instancias en las que creyó que iba a renunciar a sus metas y al país entero.

“Tuve que sacar fuerzas psíquicas y morales de mi interior para navegar nuevos vientos y confiar en la vida. El pensar que esto era bueno para mi hijo y su futuro me dio fuerzas cada vez que me sentía flaquear”, asegura.

“Tuve que sacar fuerzas psíquicas y morales de mi interior para navegar nuevos vientos y confiar en la vida. El pensar que esto era bueno para mi hijo y su futuro me dio fuerzas cada vez que me sentía flaquear”

“Mudarse a un nuevo país genera mucha adrenalina, mucha expectativa al principio pero luego las dificultades, las pruebas, la realidad se imponen y uno comprende que ningún país ni ninguna realidad es color de rosa, que se necesita sacar energía de todos los espacios internos para sostener una familia fuera del lugar cómodo de la tierra natal. Por lo menos fue así para mí, que me mudé en mi cuarta década, con una familia -esposo e hijo- y con una carrera consolidada en Argentina. Empezar desde el llano fue una maestría en humildad y resiliencia”.

Otra aventura extraordinaria: “Me desafía, me inspira, me hace crecer”

Aparte de su carrera profesional, hubo otro aspecto al que Beatriz le dedicó mucho tiempo, energía, trabajo: la amistad. Generó espacios y estableció diversas estrategias para integrarse y formar parte de su nueva comunidad. Así, con el paso de los años, las amistades en Estados Unidos se fortalecieron, una solidez que allanó el camino y generó una sensación de bienestar en su alma.

Tras conquistar su título habilitante en Estados Unidos (examen del BAR), renunció a su empleo en el Ministerio y se lanzó a otra aventura extraordinaria: fundar junto a su marido su propio estudio jurídico, un año antes de la pandemia que sacudió al mundo entero.

“De todas maneras, pese a lo incierto de la situación, todo se desarrolló en armonía; poniéndole garra todos los días nos fue extraordinariamente bien”, afirma Beatriz, quien junto a su marido han conquistado clientes de gran calidad, entre ellos, una empresa de tecnología norteamericana que cotiza en la bolsa de Nueva York, para la cual Beatriz trabajó por varios años como abogada externa. En 2023, ella se unió al equipo legal como vicepresidente Legal y de Asuntos Regulatorios para Latinoamérica.

Beatriz disfruta de la época de las fiestas en invierno

“Me encargo de supervisar todo el trabajo legal en Latam – donde tengo abogados que son parte de mi equipo-, desde corporativo, a contratos, a protección de datos, a derecho laboral y regulatorio. Trabajo también en exploración y desarrollo de nuevos mercados, valorando riesgos, analizando estrategias y armando planes de posible ejecución a corto y largo plazo. La empresa tiene empleados en 23 países, es absolutamente multicultural y eso me apasiona. Trabajo todos los días con gente de los cinco continentes, eso me desafía, me inspira, me hace crecer”.

De aprendizajes y regresos a la amada y maravillosa Argentina: “A esta altura no me siento dividida sino expandida”

Beatriz fue impactada por un henko, esa transformación intensa y sin retorno. Como ella, existen seres humanos que atienden aquello les sucede en su interior, eso que va más allá de un simple cambio y que requiere de algo fundamental: elevarse por encima de los miedos para ser capaces de adoptar una nueva actitud ante la vida.

Amor por Argentina

Pero a pesar de que en esta historia de metamorfosis, el quiebre interno fue con la Argentina, el amor esencial por su tierra jamás se quebró: “Por supuesto amo Argentina”, dice Beatriz.

“Voy durante los inviernos del hemisferio norte y soy muy feliz disfrutando lo hermoso de mi tierra: mi gente, mi cultura y todo lo bello de Buenos Aires -mi ciudad natal- y el resto del país. Además llevo todos los años a la Argentina a amigos norteamericanos y de otras nacionalidades, que se entusiasman con mis relatos de mi bello país y siempre quedan encantados. Les muestro lo maravilloso de Argentina y de su gente. Desde aquí no se conoce la Argentina tal cual es, en toda la dimensión de su belleza y yo trato de transmitirlo. Como usualmente tampoco se conoce desde Argentina todo lo hermoso de Estados Unidos, que es mucho más que playas y shopping en Florida o la manzana en Nueva York para el Año Nuevo”.

Navidad en familia

“Soy feliz preparando el viaje, pensándolo, organizando encuentros que me llenan el alma pero soy también feliz al volver a mi casa y a mi rutina. Los primeros años me sentía desgarrada al volver, pero a diez años de haber partido, me siento absolutamente integrada en ambas culturas y vivo y disfruto lo mejor de cada una cuando las habito”.

“Uno de mis mayores aprendizajes con esta experiencia de vida fue que nada es permanente, que todo es relativo, que podemos seguir aprendiendo a vivir, a reciclarnos, a redefinirnos, a descubrirnos en cualquier etapa de la vida y que no hay que vivir con asignaturas pendientes. Yo quería `conocerme´ viviendo fuera de Argentina, creí que había espacio y desarrollo mayor para mí, y así fue. El refugio, el hogar, el lugar en el mundo está adentro mío. Me considero sin duda una ciudadana del mundo, pertenezco a Argentina como pertenezco a Estados Unidos, a esta altura no me siento dividida sino expandida, integrada y con más sabiduría para enfrentar cada reto con aceptación y humildad. Carpe Diem”.

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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.

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