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La corona de espinas, la reliquia más preciada de Notre Dame, regresa a la catedral

Publicado: diciembre 13, 2024, 7:13 pm

La corona de espinas, la reliquia más preciada de Notre Dame, ha regresado este viernes a la catedral, de la que fue rescatada junto a otros vestigios y tesoros durante el incendio de abril de 2019. Así, ha sido introducida en su nuevo relicario durante una celebración solemne, dentro de la serie de misas y eventos que se están realizando tras la reapertura de la catedral después de cinco años de trabajos de reconstrucción.

«Hemos venido a acompañar hasta el relicario a la Santa Corona», ha señalado el arzobispo de París, Laurent Ulrich, a los fieles congregados para una celebración a la que solo se podía acceder bajo reserva. La corona, protegida por un tubo circular de cristal y colocada sobre un cojín de terciopelo, estuvo sobre el altar durante la celebración antes de ser mostrada a los asistentes, para después ser colocada en el relicario.

Se trata de una corona de juncos entrelazados con hilo de oro que la tradición consideraba que los romanos habían colocado en la cabeza de Cristo antes de su crucifixión. La reliquia fue comprada por el rey Luis IX, San Luis de Francia, a su primo el emperador Balduino de Constantinopla y llevada a París en 1239, inicialmente a la Santa Capilla, la maravilla del gótico construida expresamente junto al antiguo palacio real para albergar la corona.

El objeto fue llevado a Notre Dame en el siglo XIX y, tras ser salvada del incendio de 2019, fue guardada en la caja fuerte de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, en el Ayuntamiento de la capital. Las reliquias más importantes de la catedral, la corona, así como otras dos piezas que la tradición también atribuye a la crucifixión -un clavo y un trozo de madera de la cruz- fueron colocadas en un nuevo relicario.

Este nuevo relicario, de estilo contemporáneo y de unos tres metros de alto, está compuesto por un gran cajón de mármol que guarda el clavo y el fragmento de madera, y que a su vez está gobernado por una enorme estructura vertical. Esta estructura de metal, de forma circular y cubierta con varios cientos de cristales que reflejan la luz, es la que alberga en el centro la corona. El conjunto fue construido por artesanos de la Fundación de Coubertin de París, con el arquitecto y diseñador Sylvain Dubuisson al frente del equipo.

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