No, la OTAN no va a desaparecer si Donald Trump vuelve a la Casa Blanca. Hay que empezar por ahí. Pero sí puede sufrir cambios importantes, en tanto en cuanto el expresidente de Estados Unidos y candidato republicano para el 5 de noviembre no quiere medias tintas. Si bien con Kamala Harris el statu quo se mantendría, con la hoja de ruta ya marcada por Joe Biden, Trump no quiere que EEUU se convierte en el ‘papá’ del resto de aliados. Quien ha asegurado que podría acabar con la invasión rusa de Ucrania «en 24 horas», también tiene una serie de exigencias para los demás.
La realidad es que a Donald Trump le importa la Defensa, incluso desde antes de que Putin se lanzara sobre Kiev. Por ejemplo, durante su mandato aumentó el presupuesto militar al doble de lo que le solicitaba el Pentágono. En 2019, le habían pedido un aumento de su presupuesto del 2,3%. Pero el Gobierno estadounidense apostó entonces por un alza del 4,7%. Esto supuso un aumento del gasto militar de 34.000 millones de dólares (30.000 millones de euros), hasta los 750.000 millones de dólares (667.000 millones de euros); datos de una verdadera potencia que ahora reclama, en boca del magnate, el mismo esfuerzo a los demás si él vuelve al poder.
Es evidente que la OTAN se ha reforzado tras la guerra en Ucrania, y con la era Rutte recién estrenada parece que va a entrar en una nueva era de la exigencia, sobre todo si el mensaje que sale de Estados Unidos es el de Donald Trump. Ahora mismo la referencia es que los Aliados tienen que gastar el 2% del PIB en Defensa. Ese es el techo. Pues bien, Trump plantea, si vuelve a ser presidente, colocar ese objetivo en el 3% e incluso acercarse al 4% en la medida de lo posible.
Y no será una tarea sencilla, aunque para algunos socios ya esté parte del camino recorrido. Según las estimaciones de la Alianza, 23 Estados superarán o alcanzarán en 2024 el umbral del 2% de gasto, no así España, que se quedará en torno a un 1,29%, lejos todavía de la meta y por supuesto teniendo como un imposible el potencial nuevo reclamo de Donald Trump. Si todo va como ha marcado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, España alcanzaría ese 2% en el año 2029.
La guerra en Ucrania ha provocado que algunos Estados miembros históricamente reticentes a aumentar el gasto hayan acelerado en este sector. Destacan países como Polonia, Estonia, Letonia y Lituania, todos ellos cercanos a Rusia. En el caso de Polonia, el aumento ha sido el más significativo y es ya el país que más gasto en defensa tiene en proporción a su PIB de toda la OTAN, con un 4,12%. Le sigue Estonia, con un 3,43% y Estados Unidos, con un 3,38%. El cuarto y quinto puesto lo tienen, respectivamente, Letonia (3,15%) y Grecia (3,08%).
Kamala Harris también parece que será exigente en este sentido, pero Trump pondrá mucha más presión al resto de aliados, sobre todo en términos de discurso. Hace unos meses, de hecho, aseguró que no daría protección a un aliado que no llegue al 2% de inversión en Defensa. Puso un ejemplo al parecer real: «Es más, le dije que animaría a Rusia a hacer lo que le diera la gana. Aquí se paga». Estas palabras enervaron a la Alianza. «Cualquier sugerencia de que los aliados no se defenderán entre sí socava toda nuestra seguridad, incluida la de Estados Unidos, y pone a los soldados estadounidenses y europeos en mayor riesgo», avisó el entonces secretario general, Jens Stoltenberg.
«La OTAN sigue estando preparada y capacitada para defender a todos los aliados», reaccionó en su momento el dirigente noruego, en una línea que comparte su sucesor, Mark Rutte. La mentalidad de Trump es otra, y en el caso más extremo podría plantear la salida de Estados Unidos de una organización que ahora lidera de facto. Eso sí, ese abandono no sería sencillo: el año pasado el Senado americano aprobó una ley bipartita que exige a cualquier presidente dos tercios de la Cámara para poder dejar la Alianza, algo que además no ha hecho ningún país hasta ahora. De hecho la tendencia es la contraria, pues Finlandia se sumó hace unos meses y Suecia va por el mismo camino.
LA OTAN está, en realidad, en una situación parecida a la UE si vuelve Trump a la Casa Blanca. El mensaje de Donald Trump es un «prepárate» para la Alianza Atlántica. Durante su mandato no fue ni mucho menos un defensor de la organización, y llegó a amenazar con abandonarla. El contexto era menos exigente, mucho menos; por eso cualquier salida de tono ahora puede encender las alarmas, más si cabe a medida que se acercan las elecciones. Así, la OTAN sabe que tiene que aprovechar su propio impulso para que ni siquiera unos EEUU en manos de Trump la devuelvan al ostracismo. Ahora mismo no se lo puede permitir.