Donald Trump y Kamala Harris, o lo que es lo mismo, las dos caras que aspiran a presidir la democracia más importante del mundo. El candidato del Partido Republicano y la candidata del Partido Demócrata ultiman ya todos sus esfuerzos en la recta final de unas elecciones que se prevén ajustadísimas y en las que, además, todo puede ocurrir. Los sondeos auguran así que cada papeleta será clave para decantar la balanza entre uno y otro, especialmente en los llamados swing states, aquellos cuyo vencedor no parece nada claro.
Será el próximo 5 de noviembre cuando el mundo entero asista a ese combate, una lucha entre dos perfiles muy distintos y dos formas de hacer política totalmente contraria. Trump busca volver a la Casa Blanca y recuperar el espíritu de su mandato, aquel que asegura que le fue robado en las elecciones de 2020. Harris, por su parte, espera poder continuar con el legado de la Administración Biden, aunque también busca convertirse en una apuesta diferente para dirigir la primera potencia del mundo. Y, sea como sea, ambos cuentan con grandes puntos fuertes y débiles de cara a la elección final.
Donald Trump, un perfil conocido que apela al voto emocional
Su perfil es ampliamente conocido y ha sido analizado en todo el mundo desde años. Durante su mandato, Donald Trump consiguió convertirse en uno de los presidentes más polémicos de la historia de los Estados Unidos y, cuatro años más tarde, aspira de nuevo a ocupar el Despacho Oval. «Uno de los puntos más fuertes de Trump es que la visión del votante estadounidense es más cercana a su realidad. Su discurso, o por lo menos su propuesta de campaña, es más cercano para los estadounidenses», asegura a 20minutos Alejandro Manso, experto en análisis político y encuestas de la consultora LLYC. Para Manso, su perfil coincide con el de ese estadounidense que se encuentra «asustado» porque su país «esté perdiendo la supremacía en el mundo».
Es lo mismo que también afirma, Isidro Sepúlveda, profesor de Historia Contemporánea de la UNED y experto en relaciones internacionales. Según este docente, hay un componente importante para comprender las claves de la política americana que pasa por entender que «el imperio americano está cayendo», lo que supone un «declive de su influencias». Por ello, explica que Trump apela a revertir todo aquello: «Su gran fortaleza es disponer de un voto muy radicalizado y de una deriva de polarización importante. Un ambiente radicalizado siempre beneficia al más radicalizado de todos».
Ante este escenario, uno de los puntos que han marcado la campaña han sido los intentos de asesinato del expresidente, especialmente el ocurrido el pasado 13 de julio en Pensilvania y del que el republicano logró salir airoso y con el puño en alto. «Le ha beneficiado sin duda alguna, de hecho, es difícil no verlo como un acto de propaganda», declara Sepúlveda, quien señala también la gran masa de votantes más fieles que puede llegar a almacenar Trump, así como que su programa se centre en bajar los impuestos.
Para Manso, los intentos de magnicidio lo que han hecho es «afianzar sobre todo una descarga del votante republicano». Y añade a su candidatura otro componente clave: que Trump haya conseguido atraer voto de las minorías y que tenga una mejor percepción en la población en lo que a inmigración y a gestión de la economía se refiere, dos de los puntos más importantes para los estadounidenses según una encuesta de The Economist/YouGov.
Por otro lado, en toda la campaña los dos candidatos a la Casa Blanca solo han protagonizado un debate electoral y eso se debe, según el analista político, al hecho de que Trump y su equipo hayan sabido «evitar la confrontación directa»: «No hay oportunidad de réplica directa y eso lo ha convertido en una fortaleza».
Kamala Harris, la candidata que puede «apuntarse los éxitos de Biden»
En el otro lado de las aspiraciones estadounidenses se encuentra Kamala Harris, alguien cuya llegada a la Casa Blanca supondría convertirse en la primera mujer presidenta en la historia del país. Para Sepúlveda este logro es un punto fuerte para la candidata, aunque incide en que «Estados Unidos ya llega tarde» en este aspecto. Sin embargo, para Manso, este hecho puede jugar también en su contra, ya que, en contraposición, otra de las fortalezas de Trump es que es un hombre y Kamala, precisamente, «está perdiendo en las encuestas mucho poder de voto entre los hombres blancos».
«En teoría, las mujeres deberían apoyar a Kamala y en general son mucho más propensas a tener opiniones desfavorables de Trump», explica por su parte Sara Núñez de Prado, docente en la Universidad Rey Juan Carlos y experta en asuntos internacionales, pero apunta que, en la práctica, este hecho quizá no sirva de manera global: «Ser mujer y ser negra le puede ayudar en un sector concreto de mujeres, pero no a nivel general. Es cierto que el voto de las mujeres es más decisivo porque votan más que los hombres, pero también está el hecho de que estamos hablando de una sociedad que se ha polarizado muchísimo».
Para Núñez, además, a Kamala le beneficia haber sido la vicepresidenta, ya que «la política económica de Biden ha sido buena», algo en lo que también coindice Luis García, profesor de Sociología de la Universidad Complutense e investigador de Comunicación y Política: «Hay cosas que han mejorado en cuatro años, así que estar en el poder es mucho mejor que estar fuera a todos los niveles».
Según García, Kamala puede, de esta forma, «apuntarse los éxitos de Biden», como el crecimiento del empleo o del Producto Interior Bruto, pero también ha podido separase de los fracasos «porque no son cosa suya», como la gestión de los conflictos en política exterior. Entre ellos, especialmente destacado ha sido la guerra en Gaza, con unas encuestas que indican que la mayoría de los estadounidenses desaprueban la gestión que ha hecho Biden en torno a Israel.
«En este sentido, si es continuista con algunas de las políticas de Biden debería salir beneficiada», asegura Núñez, pero también reitera el hecho de que salga perjudicada del apoyo que Estados Unidos está ofreciendo a Israel: «Claramente le está restando apoyos». Por otro lado, esta docente considera otra fortaleza que el programa de Harris sea mucho más «vendible» para los ciudadanos a nivel social, con puntos que los demócratas han hecho claves de toda su campaña. Entre ellos, el derecho al aborto, la reducción de los gastos sanitarios o controlar los precios de los medicamentos.
La vicepresidenta, asimismo, suponía una de las caras más desconocidas para los estadounidenses según explica García, por ello, destaca el papel que ha jugado su equipo a lo largo de la campaña, que ha sabido «darle la vuelta a las encuestas» y ganar «mucha más presencia mediática» gracias a las entrevistas que ha dado en todo tipo de medios de comunicación. A todo ello, para Manso, se une el hecho de que haya sabido «marcar distancias» frente a lo que se conoce como el discurso woke: «Ahí ha sido muy hábil y eso le ha dado muchos votos de cara a los indecisos. Ha sabido marcase un perfil propio». Su currículum y su buena imagen como Fiscal General de California cuentan también como fortalezas, añade Sepúlveda, que también destaca el hecho de que pertenezca a la clase media estándar y no a la élite millonaria como Trump.
Grandes debilidades y diferencias
Con todo, a ambos líderes también les caracterizan sus debilidades y han tratado durante los últimos meses de contrarrestarlas. En el caso de Trump, mientras que para Núñez su perfil agresivo es lo que puede hacer que gane adeptos, para Manso, estas características también pueden ser un punto débil, ya que su perfil genera más polarización.
«Es algo que ha ido corrigiendo y que sabe que le puede penalizar, por eso su equipo se ha dado cuenta. Ahora se ha estrenado una película sobre su vida y no hemos visto a un Trump superdescalificador. Ha habido cierta labor de contención y asesoramiento, aunque en realidad no puede perder el histrionismo porque es su seña», sostiene el experto en análisis político, que también recalca el hecho de los casos judiciales a los que se ha enfrentado le hayan privado de una mayor capacidad de financiación.
Sepúlveda, además, destaca que, mientras el Partido Demócrata se unificó en torno a la figura de Kamala cuando Biden decidió dar un paso atrás, el Partido Republicano se encuentra en una «situación más complicada» sobre lo que representa Trump: «Hay muchas más voces discrepantes en el Partido Republicano que en el Demócrata. Hay republicanos clásicos que no reconocen su partido». A Trump tampoco le benefician los datos económicos de Biden, por eso Núñez recalca que sus ataques hayan sido en campaña meramente «personalistas», atando con dureza a sus oponentes en aspectos como la edad, «pero no al Gobierno o al sistema».
Kamala Harris, por otro lado, se enfrenta a una gestión poco conocida de su vicepresidencia. «Ha tenido que ir ganándose a los encuestados, ya que la mayoría de la población pensaba que su gestión ha sido muy impopular y ha tenido una vicepresidencia poco vistosa», asevera Núñez, quien también considera que su discurso puede ser «muy generalista» y que propone una serie de medidas que pueden considerarse poco óptimas para las empresas.
Según explica García, la campaña de los demócratas, además, ha ido cambiando según han ido avanzado los meses: «El Partido Demócrata comenzó con una dinámica mucho más racional que recela del discurso republicano. En las últimas semanas han entrando en un discurso más duro, hablando de que si Trump es un fascista o que si es Hitler. Eso hace pensar que los demócratas no las tienen todas consigo».
«La evolución de las campaña no ha sido claramente la que esperaban y los puntos fuertes que pensaban que iban a tener hacia ellos como el componente raza o mujer frente al arquetipo de hombre blanco estadounidense y protestante, no parecen tener tanta fuerza». De hecho, como explica Sepúlveda, uno de las grandes bazas de Trump reside también en que ha conseguido atraer voto de aquellos votantes que tradicionalmente se habían relacionado con el Partido Demócrata como las minorías, especialmente el votante latino, o el votante joven. «Los votantes de Kamala Harris son mucho más volátiles», asegura al respecto.
Con todos estas características, los cuatro expertos aseguran que cualquier predicción es una tarea complicada. Ambos líderes, así como sus partidos, tienen mucho en juego. Y muestra de ello son también las elecciones de sus vicepresidentes, la elección de Vance por parte de Trump «apela a la América enfurecida», mientras que la de Walz por parte de Kamala supone un refuerzo, «un punto extra por ser un hombre blanco y mayor», según Manso.
«Trump juega con el discurso de que les robaron las elecciones y que con ello se truncó un proyecto de hacer América grande de nuevo. Juega a un sentimiento de venganza, de restituir una supuesta injusticia. Trump apela al malestar y a la rabia y Kamala a otra América, la de las mujeres y minorías raciales», defiende García en este sentido. «Al final, el punto fuerte de uno es el punto débil del otro», comenta asimismo Núñez, destacando que, quien finalmente sea designado presidente de los Estados Unidos tendrá que hacer frente durante los próximos cuatro años a una sociedad muy dividida: «En una sociedad tan polarizada, el votante al final vota con el corazón, no con el cerebro».