Publicado: octubre 30, 2025, 10:27 am
Ha intentado lavar su imagen afirmando que todo se debió a una llamada de Jeffrey Epstein «escalofriante, a lo Hannibal Lecter». Ha tratado de pasar desapercibida, de «ser invisible», tal y como le pedía el rey, Carlos III de Inglaterra. Y quién sabe si se ha planteado, como han pedido diversas voces y expertos en diferentes medios, el exilio, la única opción viable que muchos ven para el cúmulo de polémicas y controversias que estos días rodean al príncipe Andrés, su exmarido. Pero Sarah Ferguson no consigue dejar de ser uno de los centros de atención de los medios. Medios en los que, además, ya no trabajará más.
Y es que, según ha dado a conocer el periódico británico Daily Mail, la royal ha sido finalmente despedida de la cadena británica privada ITV, donde Fergie, como se conoce en el país a Ferguson, ha colaborado como tertuliana o siendo entrevistada en diferentes programas como This Motning o Loose Women. «Fergie no volverá a aparecer en ITV, no hay nada previsto para ella. Trabajó mucho con la cadena durante un tiempo y siempre formó parte del grupo. De hecho, estaba muy involucrada en los planes de ITV, pero ya no», ha declarado una fuente interna de la compañía.
«Se ha terminado su relación con el canal», ha agregado el informante al citado medio, puntualizando además que la excuñada de Carlos III era «adorada» por muchos altos cargos, quienes llegaron a considerarla como la «salvadora» de su programación matinal gracias, en especial, a su actitud «cercana» —lo que a su vez servía de nexo entre la ciudadanía y la monarquía— en prácticamente todas sus apariciones. Este despido, eso sí, se venía barruntando desde hacía varias semanas.
Concretamente, desde que el pasado septiembre saliese a la luz un correo electrónico que ella misma le envió a Jeffrey Epstein en 2011, después de que saliese de prisión —y, por lo tanto, ya se conociese que había sido condenado por varios de los cargos que pesaban contra el magnate como pedofilia y tráfico sexual de menores—, y en el que no dudaba en asegurarle que «siempre» había sido «un increíble amigo fiel, generoso y supremo» tanto para ella como para su familia.
Y el contexto de dichos mensajes no lo hacía demasiado mejor: se estaba disculpando por una entrevista que había concedido en marzo de aquel mismo año al Evening Standard en la que Ferguson ella, cuando le preguntaban por qué había aceptado unos 17.200 euros del banquero, no dudó en afirmar que fue «un gigantesco error de juicio» por su parte porque ella aborrecía «la pedofilia y cualquier abuso sexual infantil». Y por si fuera poco, en sus disculpas a Epstein le recordaba que no podía jugarse su «carrera como autora de libros infantiles y filántropa» y que no quería «volver a hacerle daño a Andrés».
De ahí que ahora Fergie se vea sin otro empleo más —ya perdió por este mismo motivo multitud de los patronatos con organizaciones benéficas, instituciones solidarias y fundaciones caritativas que eran la base de su quehacer filantrópico—, después de, por un lado, haber perdido sus títulos y, ahora, quizá incluso su casa, habida cuenta de la enorme polémica que está viviendo estos días el príncipe Andrés con sus terrenos en los Windsor Real Estate y que, además, todo hace suponer que empeorarán en cuanto salgan a la luz las memorias póstumas de la víctima de sus abusos sexuales, Virginia Giuffre.
Porque ese es otro debate que se ha abierto en Reino Unido recientemente. De facto, Sarah Ferguson dejó de formar parte de la familia real británica en 1996, año en que ella y el príncipe Andrés se divorciaron, aunque llevaban separados desde 1992. Pero desde 2008 vive con él en Royal Lodge, la mansión de la que Carlos III quiere echarles porque, en teoría, iba a ser la nueva residencia de Guillermo y Kate Middleton y porque, en otra polémica más, se ha sabido que estaban pagando, desde hace 20 años, un alquiler irrisorio y lejos de lo estipulado por dicha vivienda.
Que haya salido a la luz está acelerando los trámites, pero el pulso no ha hecho más que comenzar, porque Andrés, para marcharse, está pidiendo a cambio dos casas: por un lado, Frogmore Cottage, que reformaron los duques de Sussex antes de abandonar La Firma en 2020, y que el príncipe quiere para sí mismo; y, por el otro, Adelaide Cottage, la que hasta ahora ha sido la residencia de los príncipes de Gales y sus tres hijos, para Fergie.
Sin embargo, ya han empezado a surgir voces que se preguntan con qué derecho, si hace 30 años que no forma parte de la familia real entraría Sarah Ferguson a vivir en una residencia perteneciente a la monarquía y bajo qué condiciones, estando ella y su exmarido en el punto de mira de Partido Liberal Demócrata, que busca impulsar un debate y una investigación en el Parlamento sobre los privilegios de ambos tras los escándalos que han protagonizado.
Todo ello, además, intentando que no se relacione sus cuitas y titulares con el hecho de ser la madre de las princesas Eugenia y Beatriz, quienes además están pagando los platos rotos de sus progenitores, ya que ellas, que eran vistas como futuros miembros en activo importantes de la familia real británica, no solo por parte del actual monarca —que ve en ambas la posibilidad de ocupar el hueco que dejó su hijo, el príncipe Harry—, sino también por parte del príncipe heredero, Guillermo de Inglaterra, que considera que pueden ayudarles mientras sus tres hijos se hacen adultos y estudian, también han decidido no participar en casi ningún acto o evento hasta que se relajen los ánimos.
