Publicado: abril 28, 2025, 11:27 am
Imaginemos a un niño que tuvo un catarro hace un par de semanas, ya no tiene fiebre, no está decaído… pero sigue tosiendo. Sobre todo por la noche. Y cada vez que se ríe, corre o grita. Te suena, ¿verdad?
La tos persistente tras una infección respiratoria es uno de los motivos de consulta más frecuentes en pediatría. Y lo primero que hay que saber es que, en la mayoría de los casos, no es un motivo de alarma.
Pese a todo, ante esta situación, muchos padres se hace preguntas cuando ven que la tos de sus hijos no se acaba de ir del todo: ¿Es normal? ¿Puede volver al cole? ¿Hay que darle algo?
¿Por qué sigue tosiendo tanto tiempo después?
Después de un catarro (una infección respiratoria alta, como un resfriado o faringitis), la mucosa de las vías respiratorias queda inflamada y sensible durante varios días, a veces incluso semanas. Esta inflamación residual estimula los receptores de la tos y hace que el niño tosa ante cualquier pequeño estímulo: aire frío, ejercicio, risa, cambios de temperatura…
A este tipo de tos se la conoce como tos postinfecciosa y puede durar entre 2 y 4 semanas, incluso cuando el resto de los síntomas ya han desaparecido.
De hecho, durante ese periodo de tiempo, sobre todo si el niño es pequeño y acude a la escuela infantil, lo más habitual es que se contagie de un nuevo virus que haga que encadene un proceso respiratorio con otro de tal forma que la tos persista no porque algo vaya mal, si no porque no se ha llegado a recuperar del todo antes de que llegue el nuevo virus.
¿Y si la tos es seca?
En la mayoría de los casos, esta tos residual no se acompaña de mocos ni expectoración y es simplemente la evolución natural de un proceso viral.
Sin embargo, los pediatras nos ponemos como límite las 4 semanas de tos continuada para investigar si esa tos que parece que esta durando más de la cuenta puede deberse a otras causas, como por ejemplo:
- Asma o hiperreactividad bronquial: sobre todo si la tos empeora con el ejercicio, por la noche o hay antecedentes familiares.
- Rinitis alérgica: en algunos casos, una tos seca persistente puede ser el único síntoma de una alergia respiratoria, aunque suele ir acompañada de congestión o picor de ojos.
- Reflujo gastroesofágico: aunque menos frecuente, puede causar tos seca crónica.
- Cuerpo extraño: si hay un episodio claro de atragantamiento y tras el aparece una tos persistente, siempre hay que valorarlo.
¿Y qué puedo hacer en casa?
Aunque no hay una fórmula mágica para que desaparezca la tos, hay algunas medidas que pueden hacer que tu hijo se encuentre más cómodo mientras mejora el proceso por sí solo que es lo más habitual:
- Mantener una buena hidratación, ya que el agua mantiene la mucosa hidratada y reduce la irritación, además de fluidificar las secreciones.
- Evitar ambientes secos o con humo (tabaco). Recordad que la calefacción muy fuerte pueden empeorar la tos. En estos caso puede venir bien tener un humidificador en casa.
- Ventilar bien las habitaciones y mantener una temperatura agradable sin excesivo calor.
- No forzar al niño a toser menos: la tos es un reflejo útil. No hay que suprimirla si no impide el descanso o las actividades.
- No usar jarabes sin indicación médica: la mayoría de los antitusígenos no son eficaces en niños y pueden tener efectos secundarios
¿Y cuándo consultar con el pediatra?
La mayoría de las veces que un niño tiene un tos persistente, esta acaba desapareciendo con un poco de paciencia (o mucha, según se mire). Sin embargo, hay una serie de señales que nos indican que es momento de consultar con el médico:
- Si la tos dura más de 3-4 semanas.
- Si se acompaña de pitidos, dificultad respiratoria o fatiga.
- Si la tos provoca vómitos frecuentes o impide dormir.
- Si hay fiebre persistente o el niño está decaído.
- Si sospechamos que pudo haberse atragantado con algo.
En resumen…
La tos es un mecanismo de defensa del cuerpo, y no siempre es necesario hacer que desaparezca. En la mayoría de los casos, tras un catarro, la tos seca puede durar un tiempo sin que haya motivo para alarmarse. Pero si persiste más de lo esperado o aparecen otros síntomas, es el momento de que lo valore el pediatra.
Y mientras tanto, agua, paciencia… y quizá unos tapones para los oídos para aislarte del concierto nocturno cuando un niño tiene una tos persistente.
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