Seguro que todos recordáis de vuestra época escolar a algún compañero que llevaba gafas y un parche tapándole un ojo.
Este es el tratamiento que ha demostrado ser más efectivo y el que mejores resultado ofrece cuando un niño tienen un ojo vago, o como lo llamamos en medicina, una ambliopía, que no significa otra cosa que que un ojo ve peor que el otro.
Los niños no vienen a este mundo con una capacidad visual desarrollada como la de los adultos. De hecho, seguro que habéis visto en redes sociales alguna publicación en la que se muestra como a medida que un niño crece pasa de ver muy borroso al principio a tener una capacidad visual nítida al cabo de varios años.
Esto es debido a que durante los primeros años de vida se produce un desarrollo de la capacidad visual, la cual se completa hacia los 8 o 9 años, aunque ese desarrollo es muy importante sobre todo durante los primeros 4 años de vida.
No se si os lo habéis planteado, pero nuestro cerebro se encarga de recibir las imágenes de nuestros ojos y fundirlas en una sola imagen para que no veamos doble. El problema se plantea cuando un ojo ve peor que el otro, ya que nuestro cerebro tiende a anular la imagen que ve peor para no ver borroso.
Este mecanismo de defensa tiene sus consecuencias, ya que provoca que el ojo que ve mal no desarrolle su capacidad visual como debería y se haga vago.
Y aunque el ojo vago tiene tratamiento, este se debe producir de forma temprana, ya que si se hace más allá de los 6 años es muy probable que cuando el niño crezca presente una perdida de capacidad visual de ese ojo.
Las causas de un ojo vago son multiples, desde un estrabismo (cuando los ojos no están alineados), un defecto de refracción (como la miopía, el astigmatismo o la hipermetropía) o por a una alteración que no permite que las imágenes lleguen a retina (como una catarata congénita o un hemangioma cutáneo que ocluye el párpado).
Por tanto, dependiendo de la causa, el tratamiento será diferente, por que por mucho que pongamos el parche, también es imprescindible que se trate lo que está provocando el ojo vago.
Lo que siempre llama mucho la atención cuando lo cuentas es que el ojo que se tapa con el parche es el que ve bien, dejando al aire el vago. El motivo de esto, que a priori parece contradictorio, es para forzar a ese ojo que se a vuelto perezoso a desarrollarse y recuperarse. El tiempo y el horario que el niño debe llevar el parche depende de la casusa y la gravedad del proceso, siendo por tanto una indicación individualizada por parte del oftalmólogo.
La frecuencia del ojo vago es más alta de lo que podrías pensar, cerca del 4% en niños en edad escolar, por lo que tanto los padres como profesores de los niños deben estar atentos a los posibles signos de alarma que no pueden poner sobre la pista de que un niño no ve bien:
- Que el niño ladee la cabeza al mirar
- Que se acerque mucho las cosas a la cara para ver algún detalle.
- Que se tropiece con más frecuencia de lo esperable
- Que no preste atención a algo que donde el estimulo principal es visual.
Ante estos síntomas y siempre que nuestro hijo diga que no ve bien deberemos consultarlo con el pediatra para que decide si debe ser valorado por el oftalmólogo. Por nuestra parte, en las revisiones del niño sano realizamos alguna maniobra y algún test para intentar detectar el ojo vago antes de que de síntomas.