Laura Salcedo, psicóloga: "No, los trastornos de la conducta alimentaria no son solo cosa de adolescentes, cada vez hay más adultos" - Panama
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Laura Salcedo, psicóloga: «No, los trastornos de la conducta alimentaria no son solo cosa de adolescentes, cada vez hay más adultos»

Publicado: diciembre 16, 2025, 10:27 pm

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son trastornos psicológicos graves caracterizados por alteraciones persistentes en los hábitos de alimentación, en la relación con la comida, el peso y el cuerpo. Aunque los más conocidos son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, existen muchos otros tipos de TCA, y las alteraciones pueden manifestarse de distintas formas.

En palabras de la experta entrevistada, Laura Salcedo, responsable asistencial y psicóloga especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria de Lonvital, «cualquier definición se queda corta para describir el sufrimiento, la confusión y la carga emocional que viven las personas que los padecen». Y añade: «No se reducen a ‘problemas con la comida’; son trastornos que se viven en la piel y en la mente, con un grado de afectación que atraviesa lo físico, lo emocional y lo social».

«El perfeccionismo y la impulsividad pueden ayudar a que llegue el TCA»

Con respecto a las razones por las que se producen este tipo de trastornos, Salcedo aclara que «no existe una respuesta única y concreta. No hay una única causa sino que se produce por la combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales. La baja autoestima, la exposición temprana o continuada en el tiempo a dietas restrictivas, la cultura, la familia, el entorno social, experiencias traumáticas, las creencias sobre uno mismo, todo influye pero nada determina que se dé o no un TCA».

Según numerosos estudios, existen ciertos rasgos de personalidad, como el perfeccionismo o la impulsividad, que pueden aumentar la probabilidad de desarrollarlo. «Experiencias como el bullying o cualquier tipo de maltrato pueden predisponer a ello. Sin embargo, no considero que haya personas ‘condenadas’ a sufrir un TCA por cómo son; actualmente todas las personas están expuestas a estímulos que podrían desembocar en uno. La diferencia entre desarrollarlo o no no depende únicamente de la propia voluntad».

El entorno social, la familia, las herramientas emocionales disponibles y la educación sobre la alimentación y el cuerpo influyen directamente en cómo afrontamos situaciones difíciles y qué respuestas adoptamos ante lo que sentimos. «Dentro de los factores predisponentes se incluyen: una red de apoyo insuficiente o dañina, baja autoestima, antecedentes de acoso, impulsividad o dificultad para regular emociones. Todos ellos crean un contexto vulnerable».

«Un TCA no siempre comienza con la intención de perder peso»

En cuanto a la obsesión y a verse mal, «normalmente sucede por la búsqueda de un ideal de belleza que no tiene unas características concretas y, en ocasiones, la búsqueda de sentirse mejor en otro cuerpo. El hecho de que todo lo que hacemos, toda la atención vaya al cuerpo, al peso y la comida favorece esa obsesión. En la mayoría de los casos nunca llegan a esa meta y cuando llegan no se sienten mejor; tenemos muchos pacientes que cuando han conseguido el peso que pensaban que era el ideal no se han sentido bien«.

Es importante entender que un Trastorno de la Conducta Alimentaria «no siempre comienza con la intención de perder peso. En ocasiones aparece como un intento de recuperar control cuando la persona siente que otras áreas de su vida están fuera de su alcance. En ese momento, cualquier elemento puede actuar como disparador», advierte la psicóloga.

«Un TCA puede desencadenarse en cualquier momento de la vida»

Aunque tradicionalmente se han asociado los Trastornos de la Conducta Alimentaria con la juventud, con cierta inestabilidad emocional que se produce entonces, con la falta de personalidad y las inseguridades, «no es cierto que solo afecten a adolescentes. Si bien es verdad que muchos casos aparecen en la adolescencia —una etapa en la que se está construyendo la identidad, la imagen corporal y el sentido de pertenencia— los TCA pueden surgir en cualquier momento de la vida», aclara la experta.

En la adolescencia no siempre se cumple un diagnóstico completo. A veces comienzan conductas de riesgo que, sin intervención, pueden ir evolucionando y hacerse más graves. «También ocurre lo contrario: algunas conductas aparecen durante la adolescencia y desaparecen con el tiempo si la persona cuenta con apoyo y factores protectores. El peligro surge cuando estas conductas y creencias se van automatizando y normalizando; es ahí donde se consolidan y pueden desembocar en un trastorno de este tipo».

Sin embargo, la psicóloga comparte que «cada vez vemos más casos en adultos. Un TCA puede aparecer en la edad adulta sin que exista ningún antecedente previo en la adolescencia. Una dieta estricta, una mala experiencia, un cambio vital importante o situaciones de estrés emocional pueden actuar como desencadenantes. A nivel clínico y emocional, los adultos experimentan los mismos síntomas que los adolescentes».

Diferencias de una TCA en un joven o en una persona mayor

En cuanto a las diferencias entre adultos y jóvenes, «ambas etapas pueden vivirlo con la misma intensidad y malestar. Lo que sí puede variar es la vulnerabilidad asociada al momento vital: la adolescencia es una etapa de construcción de la identidad, con menos herramientas emocionales y un entorno más sensible al juicio social. En cualquier caso, este factor no determina, por sí solo, diferencias significativas en cómo se experimenta el trastorno».

Una posible diferencia, que depende de cuándo se ha iniciado realmente, «es que en los adultos, las creencias sobre el cuerpo, la alimentación y la valía personal suelen estar más arraigadas y automatizadas tras años de repetición. Esto requiere un trabajo terapéutico más profundo para desmontar patrones, hábitos y narrativas internas consolidadas. En los adolescentes, estas creencias aún están formándose y tienden a ser más flexibles, lo que puede facilitar ciertos aspectos del tratamiento«.

Por lo que respecta al tratamiento de este problema, en cualquiera de sus manifestaciones, Salcedo habla de la necesidad de «un trabajo coordinado entre diferentes profesionales. Contar con médicos, nutricionistas y psicólogos es esencial para una recuperación sólida y sostenida en el tiempo. En muchos casos, los parámetros médicos pueden verse afectados por determinadas conductas, por lo que es fundamental estabilizarlos y prevenir complicaciones de salud a largo plazo».

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