Publicado: junio 25, 2025, 9:35 pm
El Real Madrid de Chus Mateo se coronó este miércoles campeón de la Liga Endesa con una victoria definitiva, a domicilio, ante el Valencia Basket. Los merengues llegaban a la Fonteta con la inercia de las dos victorias previas y, como no podía ser de otra forma por parte de un equipo en un estado arrollador todo el año, doblegó a los locales ante su afición para coronarse campeón por la vía rápida.
Arrancó bronca la final, muy reñida desde el inicio, con el marcador de ambos conjuntos muy pegadito hasta que la ira de Abalde y Hezonja llevaron la ventaja hasta el 12-20. El arreón inicial merengue anunciaba una final plácida para los visitantes, pero pronto una polémica jugada de Llull sobre Montero enfrió a los de Chus Mateo.
Fue precisamente Montero, el más destacado de los valencianistas, quien comandaría a los suyos hasta una remontada parcial que les permitió recortar distancias hasta el 19 – 23 con el que se cerró el primer parcial.
Algo dolido por el despiste, el Madrid salió de nuevo en tromba en el segundo parcial, bien amarrado en defensa y liderado por un Fernando omnipresente y un Sergio Llull muy fino en el tiro.
No se amilanó el Valencia, ni mucho menos. Los locales se mantuvieron a rebufo con la anotación de Puerto y esperaron a apretar de nuevo en la recta final del cuarto. El golpe volvió a entrar recto en la mandíbula de los madridistas, un colosal López- Arostegui y Soriano voltearon el marcador final de la primera mitad para llevarlo hasta el 40-39.
El descanso sirvió a los de Chus Mateo para refrescar ideas y empezaron la segunda mitad con un cambio radical. Robar y correr con Campazzo a la contra fue la estrategia para desafiar a la pizarra del Valencia. Hasta 14 puntos de ventaja lograron en una sangría de anotación que Pedro Martínez trató de detener con un tiempo muerto.
El ataque estático, no obstante, incomodaba mucho a los locales, que no encontraron esta vez la grieta en la defensa rival en los minutos finales del penúltimo parcial.
Los diez minutos finales se tornaban fundamentales para los taronja, con un abismo de once puntos de desventaja ante un Madrid para nada dispuesto a levantar el pie del acelerador rumbo al título.
Montero llevaba la fe en cada bote, Soriano le acompañaba en la anotación y los jugadores blancos apretaban los dientes para no dejarse intimidar por la constante presión del pabellón.
El Valencia lo intentó hasta el final. Eso sí, no interpretó bien que jugar al intercambio de golpes contra el poderoso rival capitalino —más con el desacierto desde la línea de tres— complicaba casi por completo cualquier opción de heroica remontada.
Nunca llegaría. El Madrid volvía a celebrar una liga, la trigésimo octava de su palmarés, esta vez en Valencia.
