Publicado: marzo 12, 2025, 10:27 am
A día de hoy pocas dudas puede haber, a la hora de analizar los mercados, que los usuarios están boicoteando globalmente a la compañía Tesla. Su espectacular caída en Bolsa así lo demuestra. Y aunque antaño Elon Musk se hubiera granjeado una enorme popularidad, siendo considerado por muchos un auténtico visionario, lo cierto es que su aproximación a la ideología ultraderechista norteamericana —comenzada, al menos públicamente, con aquel doble gesto que rememoraba el saludo nazi y que luego han replicado otros famosos como Iker Jiménez o Steve Bannon— y su alianza con Donald Trump no ha sido bien recibida por los compradores.
Y menos aún por sus accionistas. Su aproximación a la alt-right de Estados Unidos, unida a la nueva imagen que ha querido vender de enfant terrible megalómano contra la cultura que él califica como woke —una palabra cuyo uso está tan vaciado que casi cualquier cosa es susceptible de serlo—, ha tenido como consecuencia una bajada de casi el 40% del precio de sus acciones desde mediados de diciembre. Y en mercados como Alemania, Noruega o Dinamarca su empresa se está hundiendo cuesta abajo y sin frenos.
Por eso no sorprende que, como el boicot de los usuarios a los coches eléctricos de Musk ha llegado también a Estados Unidos, incluso Trump haya tenido que hacer un paripé apoyando a la compañía: primero con un comunicado a través de las redes explicando que se iba a comprar un Tesla inmediatamente y, después, subiéndose a uno de los coches de Musk. «A los republicanos, conservadores y todos los estadounidenses. Elon Musk está arriesgándolo todo para ayudar a nuestra nación y está haciendo un excelente trabajo. Pero los locos de la izquierda radical, como siempre hacer, están intentando ilegal y coordinadamente boicotear Tesla, uno de los grandes fabricantes de coches y el ‘ojito derecho’ de Elon», ha escrito el mandatario.
Pero ante este tipo de actos también están las redes sociales, que se han convertido en el caldo de cultivo de memes y actos de protesta contra el magnate sudafricano de 53 años y el inquilino de la Casa Blanca. Por ejemplo, en este último caso, las redes se han mofado de que el hecho de que Trump se compre un Tesla le convierte casi en un «presidente teletienda», haciéndole gratis la publicidad a su amigo —incluso ya hay memes vendiendo otras marcas como Opel Corsa—, más que nada porque, por ley, ningún presidente norteamericano puede conducir coche alguno salvo por una urbanización cerrada.
El tema ha ido a más después de que se haya viralizado que Trump, en dicho acto con el Tesla, estaba leyendo un discurso de venta literal de la compañía, con precios incluidos. Y al ser preguntado por ello, ha dicho: «Yo no soy Joe Biden. No necesito esas notas». Pero hoy por hoy es imposible desvincular el lenguaje de las redes del pulso ideológico de la sociedad. De ahí que incluso la empresa haya recibido un nuevo bautizo por parte de los usuarios.
Los mayores críticos de Musk, incluso en la propia red social que compró y que ha ido amoldando a su gusto —X, también conocida como Twitter—, consideran su posicionamiento ideológico como una de las claves del auge de la ultraderecha en el mundo, por lo que han comenzado una campaña contra Tesla a escala global, viéndose cómo multitud de sus sucursales o puntos de venta en distintos países han sido vandalizados con mensajes antifascistas o señalando la aproximación ideológica de su dueño al nazismo.
El caso más clarividente de ello, en redes, han sido los «sinónimos» de su coche eléctrico, todos ellos juegos de palabra que hacen referencia directa a la ideología hitleriana, como «Esvasticarro», traducción literal del anglosajón «swasticar», que es el que mayor acogida ha tenido, pero también «Holocauto», «TeSSla» o «Teslatomic», añadiéndole al logotipo un elemento superior para resaltar su parecido con el «hongo» formado por las bombas atómicas. Hay incluso compradores de Tesla que están cambiando la insignia de sus coches para no ser vandalizados.
— Run the Joules (@wattasecond.bsky.social) 4 de marzo de 2025, 1:43
No es el único meme que ha surgido en los últimos tiempos. Desde las propias redes han surgido pegatinas con el logotipo «Anti Elon Tesla Club» o el movimiento Everyone Hates Elon («Todo el mundo odia a Elon», en español), en cuya descripción de Instagram se atribuyen el mérito de «joder un poco a Elon Musk con cada pequeña acción». Estas, que han saltado de las redes a la realidad, consisten en utilizar marquesinas londinenses y espacios publicitarios del metro para lanzar mensajes contra el magnate, casi siempre utilizando como su imagen cuando realizó aquel saludo nazi.
«El odio no vende. Si no, pregúntale a Tesla» aparece escrito en uno que muestra la caída de las acciones de la compañía, mientras que otros asemejan una falsa publicidad («De 0 a 1939 en 3 segundos») o atacan su red social: «Bórrate la cuenta [de X]. Si el bar permite la entrada a nazis, es un bar nazi». Pero también se ha dado el trasvase contrario: de la realidad a la viralización.
Es el caso de lo ocurrido en las oficinas de la compañía automovilística en San Francisco. No hizo falta más que un folio contra una ventana para que quedase claro que ni los propios trabajadores de la compañía comulgan con las ideas de Elon. «We hate him too». «Nosotros también le odiamos», es lo que se podía leer en la pancarta. No es la única que se ha viralizado: «Tesla no sabe reparar Teslas» o, sobre todo, las de las diferentes protestas y huelgas en sus fábricas norteamericanas por partes de activistas, que han dado como fruto «Tesla Takedown», el sitio web que se ha convertido en el principal canal de organización de las acciones contra la compañía.
Esto se puede asemejar, de hecho, a lo ocurrido en Reddit, el gran foro de Internet, donde sus usuarios se están preparando estratégicamente en diferentes hilos para presionar a famosos a que tomen partido por la influencia que tienen en sus seguidores. «Se entiende el argumento de que muchos propietarios de Tesla no puedan permitirse cambiar de coche. Pero ¿y las celebrities?», se puede leer en una de sus páginas, que enumera una lista de las mismas: «Jay-Z y Beyoncé, Miley Cyrus, Kim Kardashian, Will Smith, Stephen Colbert, Leonardo DiCaprio, Shakira, Jay Leno, Zooey Deschanel, Ben Affleck…».
Y el ejemplo que ponen de alguien comprometido es el mismo: Sheryl Crow. Porque la actriz y cantante ha compartido un mensaje explicando los motivos por los que ha vendido su coche. «Mis padres siempre decían: dime con quién andas y te diré quién eres. Y llega un momento en el que uno tiene que decidir con quién está dispuesto a aliarse. Adiós, Tesla», ha escrito Crow, que ha donado el dinero a la Radio Pública norteamericana, a quien se ha unido poco después la periodista de CNN Alisyn Camerota, que también ha decidido desprenderse del coche.
No por nada The New York Times ha destacado lo que están viviendo algunos propietarios de Tesla, cuyos coches aparecen pintados o están siendo llamados «nazis» en llamadas telefónicas que les urgen a hacerle boicot a la compañía. Y un ejemplo de por qué está cayendo en bolsa y por qué quizá todo se deba a la deriva ideológica de Musk es lo que ha explicado a dicho periódico Jennifer Trebb, una terapeuta familiar que se define como demócrata y, por tanto, contraria a Trump. A ella, para evitar toda esta persecución, no le ha quedado otra que comprarse una pegatina para su Tesla que reza: «Me lo compré antes de que Elon se volviese imbécil».